Es tan relevante para los músculos el consumo de una hormona presente en estos vegetales, que los investigadores recomendaron incluir la ecdisterona en la lista de sustancias prohibidas por dopaje. En la memoria colectiva es algo muy presente, aunque la escena no deja de ser una caricatura: el ingenuo marinero (y su inseparable pipa) está a punto de recibir el castigo del imponente Bluto, cuando revela su arma secreta: aplasta una lata de espinacas y se traga el contenido de una sola vez. Al instante, la sustancia hace efecto y Popeye es poseído por unos músculos capaces de hacer frente a una pandilla de malhechores.
La ecdisterona.
No es más que un diseño animado y una historia de fantasía, pero la admirable fuerza que adquiere Popeye al consumir espinacas podría tener una explicación científica. Según un estudio publicado en la revista Archives of Toxicology, la hormona ecdisterona, presente en estos vegetales, es capaz de promover considerablemente el desarrollo en los músculos.
Los investigadores llegaron a esta conclusión tras someter a 46 voluntarios (seis de los cuales dejaron el experimento antes de llegar a término) a un análisis para determinar el efecto de la sustancia en el cuerpo humano. Estas personas ya tenían el hábito de hacer entrenamiento con pesas, y se les pidió que ejecutaran la misma rutina de ejercicios en el transcurso de diez semanas.
Pero, antes fueron divididos en tres grupos: el grupo que recibió un suplemento con ecdisterona, otro que recibió un placebo y el grupo de control que no ingirió ningún tipo de sustancia extra.
El grupo que ingirió el suplemento con ecdisterona (entre 200 mg y 800 mg al día) presentó un aumento considerable de masa muscular que oscilaba entre 1.5 kg y 2 kg, aunado a una mejoría en su desempeño durante las pruebas de repetición máxima, que consistía en poner un carga máxima y hacer un solo levantamiento en el press de banca. En resumen, se hicieron más fuertes.
Resultados inesperados.
“La hipótesis era que mejoraría el rendimiento, pero jamás pensamos que de una forma tan significativa”, la investigadora de la Universidad Libre de Berlín Maria Parr. “Hacemos el llamado a la Agencia Mundial Antidopaje para que incluya la sustancia en la lista de sustancias prohibidas. Si es capaz de mejorar el desempeño, creemos que se trata de una ventaja injusta que debe eliminarse”.
Los investigadores se aseguraron de que los suplementos proporcionados a los voluntarios únicamente incluyeran ecdisterona en su compuesto y, aparentemente, la hormona no causó efectos secundarios perjudiciales en el hígado o los riñones. Los resultados podrían contribuir a que la sustancia se emplee para mejorar el rendimiento físico.
Por otro lado, es importante aclarar que consumiendo espinacas de forma tradicional jamás lograríamos el efecto observado durante el estudio. Para alcanzar ese nivel de crecimiento muscular tendríamos que consumir dosis de ecdisterona mil veces mayores al promedio de la dieta occidental, que equivale apenas a 1 mg. Por ahora, comer espinacas y ponerse instantáneamente mamadísismo como Popeye solo es posible en la imaginación.
Tiene sentido. Los monjes shaolín tienen cuerpos musculosos y sólo comen vegetales secos.