¿Eres o has sido adicto a algo? Aunque la palabra adicto suele relacionarse con el mundo de las drogas ilegales, existen multitud de adicciones, algunas cuyas consecuencias pueden resultar mucho más perjudícales que las que provocan los enervantes, atormentando a una enorme cantidad de gente ahí afuera.
Lo peor es que muchas de estas situaciones ni siquiera son consideradas por el paciente como una adicción, ¿cómo alguien puede ser adicto a comer, a ver televisión, a caminar o a jugar? Es difícil darse cuenta cuando se traspasa la barrera entre hacerlo con frecuencia y la adicción. Quizá, una de las formas más lógicas de saberlo, es cuando percibimos que una determinada actividad empieza a perjudicar nuestra salud o nuestra vida cotidiana (en aspectos económicos, sociales, amorosos, etc.).
Pero esa es la parte suave de la adicción, lo verdaderamente difícil es tratar de deshacerse de ella. Además de fuerza de voluntad admirable, se requiere una determinación inquebrantable para continuar por un largo proceso de adaptación y cambio. Justo aquí es donde nos ubica el cortometraje Osmo, en los repetidos y letárgicos intentos de un hombre por abandonar su adicción a la televisión, con lapsus brutus que se extendían por días y que son presentados de una forma maravillosa. Aquellos quienes hemos sufrido alguna adicción a algo, nos sentiremos plenamente identificados con este hombre de nariz poco armoniosa.
El cortometraje animado está dirigido por Vadim Draempaehl y la música es obra de Ben Kloss.
Protagonista: Jay de la Cueva.
El primer corto con un protagonista argentino que veo.
Un chileno