Nuestras pequeñas muertes diarias

Morimos por el miedo de cambiar de hábitos, de ideas, de convicciones, de ver las cosas desde otro ángulo y entramos en un círculo vicioso de comportamiento adictivo y mal humorado. Morimos de miedo de mirar al espejo de la conciencia y afrontar los ojos nada atractivos de las verdades que residen en nuestra alma, pues estos reflejos generalmente son desagradables e indigeribles.

Apariencia vs realidad

Existe un misterio que intriga a la mayoría de los seres pensantes de este mundo: la falta de control sobre nuestra muerte. Los intelectuales y los poetas se han manifestado incontables veces sobre la admiración por este tema. Oleadas histéricas de innovaciones tecnológicas se vuelven nuestras cómplices en el sentimiento ciego de poder y control sobre todas las cosas. Consumidores y tacaños conviven en la era del control, la era touch, la era glass y tantas otras histerias tecnológicas que nos hacen sentirnos como navegantes al mando de navíos que surcan las olas de Internet y de nuestras vidas.

El dato es que muchas personas ya murieron alguna vez y nunca sospecharon de ello. Incluso tú, y no obstante también yo. Porque las personas mueren cuando se levantan de la cama y corren para ver el celular. Mueren de monotonía, de inercia, de estancamiento, de carencia de sueños y de sueños que se quedaron en intentos. La gente muere de miedo de poner el dedo en la llaga y hacerle frente al propio miedo y de tomar el coraje y seguir adelante.

Morimos de miedo de colocar vendas limpias a las heridas de una relación corroída, pero mantenida, pese al visible desgaste, debido a la insistencia del amor que ya no es más lo que era, pero que podría volver a ser aún mejor su fuéramos viscerales y honestos con nosotros mismos y con el otro. Morimos en la reincidencia infinita de conocidos rancios y defectuosos, de los otros, y de nosotros. Morimos cuando no somos coherentes con lo que sentimos.

En realidad, vivimos rodeados de defunciones por consumo masivo, sin rostro ni intención. Y no sabemos de qué forma salir de tan enorme y parapléjica falta de competencia y de actitudes. Morimos de frío en el alma y por la falta de verdades. De amores encubiertos y no depurados por la falta de coraje y por exceso de orgullo. De afecto endurecido y estancado. De bondad no manifestada en un discurso que debería ser dulce. Morimos de egoísmo y de falta de sensibilidad. Morimos de silencios y escapismos. No desechamos aquello que nos desagrada por miedo al qué dirán. Morimos de prejuicios, de envidia, de odios y de obstrucciones al hígado. Y juramos que esos sentimientos, totalmente incivilizados y sin elegancia, se manifiestan y pertenecen solamente a otros. También se muere de arrogancia, de presunción, de soberbia. Muere también aquel que permite que la pasión muera en el sexo y que hace el amor fingiendo placer, como quien se come mil hojas con la nariz completamente obstruida.

Muchos también mueren de mediocridad. Las personas que son incapaces de reconocer el valor y los grandes virtudes del otro. Sin saber que esta actitud solo demuestra su debilidad omisiva del alma y que la mediocridad va de la mano con la envidia. Muchas personas mueren de orgullo y nunca piensan en la posibilidad de ceder. Personas que nunca conocieron la magnificencia del acto del perdona, del confort de un abrazo de perdón y de una plática sin máscaras.

Apariencia vs realidad 2 tristeza

Es preciso tener la valentía y fuerza en la personalidad para mirar dentro de nosotros mismos e identificar esas pequeñas muertes diarias. Transformarlas en el combustible para construirnos una mejor existencia que nos beneficie como seres humanos. Que nos posibilite ver y tener una vida llena de honestidad, ética, sensibilidad, densidad y amor. Tener el valor de cambiar nuestras pequeñas muertes diarias por sorpresas llenas de colores, besos apasionados y carcajadas, listas para ocupar los escenarios de una vida más verdadera y flotar libres al sabor del viento, sin ningún tipo de atadura o mascara. Larga vida y mucho amor a todos los que estén dispuestos a superar el desafío. Y si aún no queda claro…

Gracias a Maquinangel por el video.

8 comentarios en “Nuestras pequeñas muertes diarias”

  1. Muchas gracias a ti Hery por publicarlo, y por llevar tan bien este blog. Me gusto mucho la reflexión que pusiste, vivimos tan deprisa y no nos detenemos a disfrutar la belleza del momento. ¡Saludos!

  2. luego de leer el post morire de incompetencia, incompetencia para llevar a cabo un verdadero cambio de actitud , palabras mudas las que lamentablemente acabo de leer , esa es mi realidad, el cambio va por uno y desde uno mismo ,ojala poco a poco logre modificar(para bien) algunas de mis actitudes…….excelente post Hery

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