“Así que tú eres un vampiro”.
“Estás en lo correcto”, dijo el extraño con las manos temblorosas mientras daba un sorbo a la taza, que contenía una buena cantidad de sangre tibia. “De nuevo, muchas gracias por dejarme pasar”.
“De nada. Luces realmente lastimado. Aunque, si de verdad eres un vampiro me pregunto cómo entraste a la casa cuando abrí la puerta. ¿No se supone que debo hacerte una invitación verbal para que puedas pasar?”.
“Existen muchos mitos sobre mí especie”. Conforme sorbía la sangre de la taza, aquella piel pálida empezaba a ganar color y los rasguños en su rostro a cicatrizar. “No necesitamos autorización para ingresar a una casa. Es solo que, durante mucho tiempo, a los vampiros se nos enseñó a ser extremadamente educados. Era una forma de evitar que los humanos nos temieran”.
“Vaya sorpresa. Y supongo que resultó efectivo, pues no me resultas aterrador en absoluto”.
“Te lo agradezco. Un poco más, por favor”. El extraño acercó la taza y la volví a llenar con la tetera, donde estaba la bolsa de sangre que me pidió le recalentara.
“Pero, ¿se pueden convertir en animales, cierto?”.
“¿Animales?”, respondió mientras reía a carcajadas. “Se me había olvidado que también decían eso de nosotros. Tenemos la capacidad de controlar mentalmente a los animales y usarlos como distracciones. Pero, la verdad es que no podemos transformarnos en otras especies. Para el humano resulta más fácil deducir que el vampiro se transformó en una rata, en lugar de percatarse que solo se ocultó tras un arbusto.
Aunque, la verdad es que sí podemos volar”. Y para demostrar esta afirmación, levitó aproximadamente un metro por encima de la alfombra. Supongo que volar requiere mucha energía, pues poco después se desplomó con un resoplido mientras se agarraba las heridas en su estómago. Estas últimas, a pesar de ingerir medio litro de sangre, no terminaban de cicatrizar y lucían una costra gruesa.
“Pero, ¿qué te hizo esto? Creía que los vampiros podían recuperarse de cualquier cosa que no fuera una estaca de madera”.
“Ese es otro mito. Nos pueden matar si nos infligen mucho daño, de otra forma no hubiéramos perdido a tantos en la Segunda Guerra Mundial”. El extraño tosió. “Y el mito de la estaca de madera es una tontería inventada por los reyes medievales. Tenían un ego tan grande, que simplemente no pudieron admitir que eran incapaces de vencernos en un mano a mano. Engañaron a sus ejércitos para verse menos miserables y débiles mientras los masacrábamos”.
“Entonces, ¿todos son mitos? ¿Todo lo que sabemos sobre los vampiros está mal?”.
“De ninguna forma, existen seres que sí necesitan invitación para entrar a una casa. Solo que muy raramente tienen encuentros con humanos, por lo que resultan prácticamente desconocidos para su especie”.
“¡Vaya!, ¿seres cómo cuáles?”. El extraño dirigió la mirada en dirección a la puerta y levantó la cabeza.
Tras darme la vuelta para observar, dejé caer la tetera.
Había algo… algo parado justo frente a la puerta. Era enorme, con al menos dos metros de altura. Sus colmillos rasgaban las comisuras de su boca y se retorcía viciosamente, como si tuviera un ataque epiléptico. Sus brazos, delgados y pálidos como huesos, eran extremadamente largos. Aunque, resultaba evidente que tenía fuerza suficiente como destruir mi casa desde los cimientos si así lo dispusiera.
Sus ojos profundos y carentes de alma estaban completamente fijos sobre aquel extraño sentado en mi sofá. Resultaba evidente, por su odio e inteligencia, que su único objetivo era matarlo.
“Esos son los que nos cazan”.
Un Kruznik
gud
mmmmmm supongo que es un inicio, no me dan elementos para calificar esto
Ni que fuera MasterChef
Mas por fa
¡Adoro los jueves de misterio! :3
Muy wena