El artista Oscar Nilsson reconstruyó, en tercera dimensión, la figura una mujer que vivió hace más de 4,000 años. El especialista en arqueología reconstructiva tomó como base el cráneo de la fémina y mediante un trabajo minucioso la “regresó a la vida”. La osamenta se localizó hace más de un siglo bajo una tumba de piedra en un bosque de Lagmansören, en Suecia.
Junto a ella se localizaron los restos de un niño de 7 años que, según los especialistas del museo Västernorrland, se trataría de su hijo. Ambos vivieron en la Edad de Piedra y pertenecían a un grupo de cazadores nómadas. Probablemente seguían la migración de los animales por los márgenes río Indalsälven, un cuerpo de agua con más de 400 kilómetros de extensión.
La mujer de Lagmansören.
Se ignoran las causas de la muerte, pero se estima que tenía alrededor de 30 años cuando sucedió. Pese a que el cráneo estaba en excelente estado de conservación, no encontraron rastro alguno de ADN. Por eso resulta imposible concluir con precisión su color de ojos, cabello e incluso la clase de atuendo que portaba. A partir de registros históricos, Nilsson invirtió más de 350 horas de trabajo en recrear la imagen de esta mujer de la forma más fidedigna posible.
“La mujer de Lagmansören”, como se popularizó a este fósil, pasó por un escaneo detallado del cráneo. Posteriormente, con tecnología de impresión 3D se elaboró una réplica exacta del cráneo. Los músculos faciales se reconstruyeron con diversas capas de arcillas y, finalmente, el silicón se encargó de reproducir la piel con todo y líneas de expresión.
La nariz chata, los dientes salidos y los ojos bajos complementan un amplio maxilar inferior que le otorga una apariencia masculina. De acuerdo con Nilsson, los registros históricos apuntan a que era una mujer blanca de cabello negro. De estatura apenas alcanzaba el metro y medio, una talla bastante baja para la época en que vivió, según los arqueólogos del museo Västernorrland.
Reconstrucciones de personas primitivas.
Para reconstruir la mirada de esta primitiva mujer, el artista analizó el esqueleto del hijo e imaginó una escena en la que le transmitía fortaleza y tranquilidad. “No se siente amenazada, sabe que se encuentra en casa y está mirando a su pequeño”, mencionó Nilsson. “Es una expresión de seguridad, pero un tanto arrogante. Aunque sea una mujer pequeña, no debías meterte con ella”.
Nilsson supo que hizo un excelente trabajo cuando observó a una visitante del museo inclinarse para examinar los detalles en el rostro. Inesperadamente, la persona saltó hacia atrás, un poco incómoda por la cercanía. “La lógica de nuestro cerebro nos dice que es falso, pero la experiencia emocional del rostro sugiere que alguien realmente está allí”, explica Nilsson.
En las últimas dos décadas, Oscar Nilsson ha reconstruido a más de un centenar de personas primitivas. “El ADN y la impresión 3D son geniales. Sin embargo, todo se resume al vínculo emocional que otras personas y yo experimentamos al observar un rostro reconstruido. Esa conexión es primordial”, finaliza.