Los Lykov: 40 años alejados de la civilización

Todavía existen lugares en el mundo, además de los polos, donde no vive ninguna persona. Grandes áreas de Siberia, en el interminable este de Rusia, se ajustan a este perfil. En 1978, un equipo de geólogos sobrevolaba las montañas en un lugar que el gobierno soviético nunca había explorado. La ocupación humana más cercana se encontraba a 240 kilómetros de distancia. Volando sobre un valle, uno de los investigadores divisó un claro, un jardín, y – increíblemente – una cabaña. Había una familia viviendo ahí.

rusia siberia

Ninguno sabía como aquello era posible. La región en cuestión, que estaba siendo explorada estaba «cerca» de la ciudad de Abakan, cerca de la frontera con Mongolia, donde el helicóptero quería aterrizar. Había cuatro científicos en el vehículo, y la información que los rusos ofrecieron afirmaban que nadie había habitado alguna vez esa zona.

Aunque el instinto indicaría aterrizar inmediatamente sobre el terreno e investigar, la tripulación pensó que sería una mala idea, por temor a la hostilidad de los que vivían ahí – si es que alguien vivía. Entonces decidieron prepararse para una visita en unos pocos días, a pie, llevando regalos como muestra de sus intenciones amistosas (como medida de precaución, sin embargo, cargaron una pistola en el remolque). Pronto los científicos llegaron a la casa.

Ennegrecida por la lluvia y el tiempo, la cabaña estaba colmada por todos los lados con palos y tablas. La llegada de los viajeros, una vez que se dieron cuenta, fue percibida por los que estaban allí. La puerta crujió, y de acuerdo con uno de los investigadores, «la figura de un hombre muy viejo emergió a la luz del día.» Descalzo, andrajoso, con barba y mal vestido, el hombre vaciló un momento. Pero permitió la entrada de los aventureros. El contacto había comenzado.

¿Quiénes vivían allí?

Lykov cabaña

Al entrar en la casa, los científicos vieron que el hombre no vivía solo. Había dos mujeres sentadas en una habitación sucia. Los primeros minutos de interacción fueron de estrés y susto, pero pronto la historia comenzó a emerger. El nombre del anciano era Karp Lykov, y era un «Viejo Creyente«. Una secta fundamentalista de la Iglesia Ortodoxa Rusa, que fue fundada en el siglo XVII. Como divergían de la religión oficial, fueron perseguidos desde un principio. La ofensiva comenzó en la época de los zares y continuó con el gobierno soviético.

En 1936, Karp Lykov perdió a su hermano, asesinado con un disparo y se encontró sin más áreas urbanas para escapar. Sin elección, tomó a su esposa y dos hijos pequeños y se internó en el bosque. Fue entrando cada vez más en la taiga, explorando áreas totalmente desconocidas por el hombre, viviendo de cabaña en cabaña, hasta llegar al lugar donde fueron encontrados, 42 años más tarde.

Una vida en el fin del mundo.

Ya «exiliados», Lykov y su esposa, Akulina, tuvieron dos hijos más, que crecieron sin ver a ningún ser humano que no fuera un miembro de la familia. Todo lo que sabían sobre el mundo – las ciudades, la gente, la sociedad – eran sólo las viejas historias de los padres. Aprendieron a leer con la vieja Biblia que Akulina guardaba. Pasaron gran parte de su vida rodeados por la nieve y el aislamiento total.

¿Y como vivían en estas condiciones? No fue fácil, obviamente. Sus ropas fueron remendadas en innumerables ocasiones, gracias a un telar mecánico que Lykov construyó con madera del bosque, y con el que Akuoina prácticamente hacía magia para hacer funcionar. De metal, la familia poseía sólo dos calderas, que utilizaron para cocinar los alimentos durante unos años, pero cuando se oxidaron no tuvieron como sustituirlas.

familia lykovs

En el momento en que los investigadores encontraron a los Lykov, la dieta de la familia se basaba en empanadas de papa muy rústicas mezcladas con centeno y algunas semillas crudas. A lo sumo, había algunas otras frutas y verduras que complementaban las comidas. Por más inhóspita que fuera la región, había un río al lado de la casa, lo que les permitió la supervivencia. Sin embargo, casi murieron de hambre en varias ocasiones durante los años 50, y sólo alcanzaron un poco de consuelo cuando el hijo menor, Dimitri, fue lo suficientemente grande como para ayudar a su padre a cazar.

Vinieron los años 60, y la situación empeoró. En el invierno de 1961, la fauna había destruido los pocos cultivos que tenían, y la temperatura era más baja que nunca. Con la escasez de víveres en el límite, Akulina no logró sobrevivir. Teniendo que renunciar a todos los alimentos para que sus hijos tuvieran lo suficiente para comer, murió de inanición ese año. Karp Lykov y sus cuatro hijos estaban vivos en 1978, cuando fueron encontrados.

Un choque entre dos mundos.

A pesar de pasar más de cuatro décadas en el desierto, Los Lykov eran menos salvajes de lo que uno puede imaginar. El viejo Karp se mostró interesado y acompañaba los debates sobre las innovaciones tecnológicas que los científicos tenían. El hijo, Dimitri, era un excelente constructor, tenía grandes nociones de ingeniería – sin haber sido instruidos, obviamente – y la familia sobrevivió gracias a su inventiva. Las dos hijas – Natalia y Savin – que hablaban entre sí en una distorsión ininteligible de lengua rusa, tenía ideas claras y modernas en las conversaciones con los científicos.

Cuando volvieron a establecer contacto, los científicos llevaron a la familia deleites de la modernidad: platos, vasos, cubiertos, sal. Karp era un hombre de fe. Por convicciones religiosas, intentó como pudo desterrar la modernidad de la casa en la que vivían. Pero no se resistió, por ejemplo, a los encantos de la televisión. Sin embargo, la familia se negó a mudarse.

En 1981, apenas tres años después del reencuentro, la tragedia cayó sobre los Lykov. En un espacio de unos pocos días, Natalia y Savin murieron de insuficiencia renal. Poco después, Dimitri encontró la muerte por neumonía. En las tumbas de todos ellos se encuentra una cruz con dos brazos, un símbolo de los viejos creyentes.

Esta secta, que cambió por completo la vida del viejo Karp y lo obligó a elegir un aislamiento total, determinaría su destino hasta la hora de la muerte. Karp Lykov murió mientras dormía el 16 de febrero de 1988, con edad desconocida (no hay certeza acerca de cuándo nació). La única sobreviviente de la familia fue Agafia, la hija menor, que nació en 1943.

Después de la muerte de los tres hijos, Karp reconstruyó la cabaña y siguió viviendo allí hasta el final. Y se fue de este mundo como vivió en él: lejos de la civilización, de la comunidad, de todo. Para la historia, dejó un ejemplo impresionante de resistencia.

Información: Russianpedia.

6 comentarios en “Los Lykov: 40 años alejados de la civilización”

  1. mhmm que idiotas xD , no se dieron cuenta de que lo mas probable es que la tecnologia e inovaciones que les llevaron los cientificos l@s mataron?? … si nos ponemos a pensar la la insuficiencia renal puede ser causada por incremento de sodio y lo mas probable es que no hayan estado acostumbradas a elevadas cantidades de sal (seguramente les gusto) y por ello llego la falla renal que mato a las mujeres y la neumonia puede ser causada por bacterias y como ellos estaban aislados desde que nacieron practicamente no tenian memoria inmunologica y los pnches cientificos llevaron la enfermedad que tambien mato al hijo ……
    idiotas :S los hubieran dejado como estaban

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