Los niños del cementerio

Era un 10 de mayo cuando visité el cementerio con mi hijo para honrar la memoria de mi madre. Llevé flores, oré por el descanso de su alma y le pedí que nos protegiera de cualquier mal. Todo sucedió con normalidad, incluso nos detuvimos a comer en un restaurante cercano. Sin embargo, una inquietud se apoderó de mí cuando mi hijo me advirtió algo. “Mamá, hay un niño que me está viendo y no ha dejado de seguirnos”. Le pregunté que dónde estaba pues no vi a ningún pequeño alrededor. Mi hijo empezó a señalar con el dedo, pero incluso así no logré ver nada.

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Los días transcurrieron con normalidad. Llevaba a mi hijo a la escuela y después me dirigía al trabajo. De regreso pasaba por él y volvíamos juntos a casa. Un par de semanas después, mi hijo empezó a jugar y hablar con alguien. Me pareció extraño cuando lo escuché, pues en la casa sólo estamos él y yo. Al preguntarle con quién platicaba, me respondió: “es el niño del cementerio, dice que quiere ser mi amigo”.

En ese instante la piel se me puso de gallina. Me paralicé mientras observaba cómo jugaba y platicaba con alguien que yo no podía ver. Tras recuperar la compostura, le pregunté si él podía verlo. Me respondió que sí. Creí que se trataba de un amigo imaginario, y que con el tiempo se le pasaría. Pero las cosas no hicieron más que empeorar.

Mi hijo cambió completamente. Dejamos de hacer cosas juntos, pues siempre quería jugar con el niño del cementerio. Pasaba horas encerrado en su habitación jugando con su nuevo amigo. Poco a poco perdió el apetito. La dirección de la escuela me envió un citatorio por los problemas que tenía. No ponía atención en clase, bajó sus calificaciones y no hacía lo que le indicaban.

Lo llevé a un psicólogo, pero poco pudo hacer. El profesional se limitó a decirme que a esa edad es normal que los niños tengan amigos imaginarios. Además, me comentó que mi hijo tenía TDAH y que debía recibir terapia para que mejorara. Pasaron dos meses y el niño no hacía más que empeorar.

Cuando estaba a punto de perder toda esperanza, mi hijo volvió a la normalidad. Me llamaba a cada instante, mostraba disposición a jugar conmigo, me decía que tenía hambre y pedía que le preparara algo. Imaginen lo feliz que me sentí en ese momento, estaba tan alegre que ni siquiera le pregunté por su amigo. Tenía miedo de que volviera a ser ese niño frío y distante.

La alegría me duró muy poco. Esa misma tarde, aproximadamente a las 8 de la noche, mi hijo corrió a abrir la puerta principal y se quedó viendo a la nada. Al preguntarle qué sucedía, respondió de una forma tan macabra que hoy sigo teniendo pesadillas de esa tarde imaginando lo que se acercaba en ese momento. “Mi amigo fue a buscar a sus otros amigos del cementerio, y ya regresaron. Esperan que salga para jugar con ellos. Quieren que vaya a jugar al cementerio”.

En mi mente surgió la imagen del jardín repleto de niños que tal vez habían muerto hacía mucho tiempo, y que por alguna razón pretendían quitarme a mi hijo. Cerré aquella puerta con fuerza, le puse llave, tomé a mi hijo en los brazos y me dirigí a la habitación. No saldríamos de allí, pero de vez en cuando espiaba por la ventana que da al jardín. Empecé a rezar, a rogarle a Dios que no permitiera que se llevaran a mi hijo.

Por momentos escuchaba golpes en la puerta, como cuando alguien quiere entrar a la fuerza. Yo seguía rezando más fuerte. Mi hijo quería saber qué pasaba. Intenté tranquilizarlo y le dije que jugaríamos a las escondidas, y que la habitación sería nuestro escondite.

Al caer la noche, los golpes en la puerta se volvieron más fuertes. Encendí la televisión y subí el volumen al máximo, intentando fingir que nada pasaba allá afuera. Sin que me diera cuenta, mi hijo se acercó a la ventana y dijo: “mamá, ven. Allá afuera está una señora con un palo golpeando a los niños”. Me acerqué a la ventana, pero no vi nada. Le pregunté a mi hijo como iba vestida esa señora, y cuando me respondió no pude contener el llanto. Me describió exactamente el vestido que llevaba mi madre el día que la sepultamos.

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6 comentarios en «Los niños del cementerio»

  1. En lo personal, es una historia muy buena, pero me dejó con la inquietud de un mejor final, me gustaría saber cómo termina o qué pasa con el niño y su mamá…
    gracias por compartir.

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