Para mayo de 1938, Hitler y su brazo derecho, Himmler, estaban realmente desesperados por encontrar el Santo Grial. Tenían la convicción de que le concedería más poder al Tercer Reich y que con eso, serían totalmente imparables.
Para alcanzar su objetivo, Himmler envió a un grupo de sus mejores hombres al Tíbet, con la esperanza de encontrar el legendario artefacto que tanto anhelaba. La expedición se extendió durante casi un año, y cuando llegó a su destino, los hombres estaban totalmente cansados. Pero temiendo el castigo que les esperaba si fracasaban, continuaron su camino.
Un guía local les había informado el sitio donde podrían encontrar un gran tesoro perdido. Cosas que tenían el poder de cambiar el mundo. Supuestamente, el tesoro estaba oculto entre algunas ruinas muy poco conocidas. A su llegada, quedaron impresionados con el tamaño de la puerta. Era una entrada circular, con un diámetro de por lo menos 30 metros. Había algunos arbustos y diversidad de musgos creciendo sobre ella. La mayoría de las cuales, eran plantas que jamás habían visto antes.
El equipo pasó varias horas retirando las plantas para que el lugar pudiera ser abierto. Usaron machetes, fuego y todo lo que estuvo a su alcance. Fue hasta después de concluir esta tarea que se dieron cuenta que no había manera de abrir aquel antiguo cofre.
La puerta parecía haber sido hecha por un gigante. No podían siquiera alcanzar la manija, pues se encontraba más o menos a unos 15 metros de altura. Finalmente, después de mucho trabajo y raciocinio, elaboraron un plan.
Los hombres más fuertes se ataron a sus cuerdas más fuertes, anexando un gancho al final y lo arrojaron rumbo a la manija gigante. Lograr que la cuerda se enganchara fue difícil, pero finalmente lo consiguieron. Se necesitaron 10 hombres para hacerla ceder un poco, y un grupo de 20 individuos extras para mover un poco la puerta. Finalmente lo lograron, aquella puerta del gigantesco cofre se abrió como lo habían planeado.
Inmediatamente después enviaron a un pequeño grupo de tres exploradores a inspeccionar el lugar. Entraron con una gran esperanza de encontrar algo, cualquier cosa que pudieran colocar en las manos de Himmler les sería de utilidad. Le temían más a él que a cualquier otra cosa, lo que definitivamente fue su peor error.
Pasadas tres horas, el equipo comenzó a preocuparse por la seguridad de su escuadrón de reconocimiento. Pero antes de enviar más hombres a aventurarse en el sitio, pudieron escuchar fuertes gritos que venían del interior del cofre, como los de un hombre desquiciado.
Uno de los integrantes del grupo del reconocimiento salió corriendo del lugar. Estaba agitado, gritando, riendo y totalmente cubierto de sangre. Sus compañeros intentaron interrogarlo, pero todo lo que dijo es que había hecho un sacrificio para los Grandes Antiguos.
Después de debatirlo un poco, los hombres restantes ingresaron al cofre. Cautelosamente caminaron a través de lo que parecía ser una antigua ciudad, llena de estatuas de animales gigantes, algunas de las cuales se asemejaban a calamares, pero con una cierta apariencia humanoide.
En el centro de la ciudad, había una gran plataforma con escaleras que llevaban hasta el punto más alto. Al medio de esta plataforma se encontraba un libro. Las páginas y la pasta que lo recubrían eran de una textura muy extraña. Casi como la piel humana. Las palabras del libro parecían estar en un lenguaje extranjero muy raro, nada parecido a lo que hubieran visto antes. Y la portada casi parecía tener un rostro en ella…
Creyeron que aquel libro era lo que habían estado buscando, su justificación para librarse de la ira de Himmler, así que lo tomaron. Comenzaron el descenso por la plataforma. Al llegar a la base pudieron sentir un ruido estrepitoso acompañado de un sismo, y vieron como la puerta del cofre se cerraba delante de sus ojos, mucho más rápido de lo que ellos creían posible para algo tan grande. Habían quedado encerrados.
Con antorchas en mano, se dispusieron a hacer lo único que les quedaba: buscar una salida alternativa. Marcharon por más ruinas extrañas, repletas con las mismas estatuas y arte que habían visto con anterioridad. Finalmente llegaron a un lago enorme, uno que parecía ir hasta las profundidades de la Tierra.
Ahí, vieron algo que los dejó petrificados. Sobre una piedra grande había un casco alemán reposando. La roca estaba cubierta de sangre, sangre fresca. Parecía haber estado allí durante unas cuantas horas.
Recogieron el casco y exploraron los bordes del lago subterráneo. Cuando de repente, el soldado que cargaba el extraño libro, comenzó a reír. Llevó su brazo hasta la pistolera y tomó a uno de sus propios compañeros como rehén.
Obligándolo a ir hasta la piedra, ahí le disparó a quemarropa, derramando una pequeña cantidad de sangre sobre el suelo. Después arrojó el cuerpo en las aguas profundas. Sucedió muy rápido, pero en el segundo que tuvieron para razonar lo sucedido, decidieron matar al renegado, enviándolo a la muerte junto con su víctima.
Otro gran sismo recorrió el lugar.
De las profundidades del lago emergió un tentáculo enorme, como el de la criatura representada en las esculturas. El miembro se enrolló alrededor de una roca. Después vino otro, y otro. Más y más miembros comenzaron a salir de las aguas, en un instante parecía haber un centenar de tentáculos emergiendo del fondo.
Entonces, poco después, fueron testigos de un espectáculo que ningún hombre sensato había visto jamás. La gigantesca bestia surgió de las profundidades. Parecía un dios. De repente, todos parecían haberlo entendido y comenzaron a matarse unos a otros, en un desplante de rabia y locura sin igual. La bestia barrió los cuerpos, vivos y muertos, hacia el lago. Ahí los consumió. Al final de aquella masacre, solo un hombre quedó de pie, él comenzó a huir asegurando el libro que había encontrado anteriormente.
Cuando salió, dejó el libro en su lugar, y entonces la puerta comenzó a abrirse. Este hombre abandonó el gran cofre, perdiendo algo más que el libro. Había perdido su cordura. Logró regresar a su campamento base, donde lo interrogaron hasta el cansancio. Apenas podía responder con algunos murmullos sobre los “Antiguos”. Diciendo que los hombres habían sido sacrificados en su honor.
La única cosa segura, es que jamás recuperaron el libro. Intentaron varias veces, Hitler envió más hombres, pero solamente un hombre lograba regresar de cada intento. Todos volvían locos. Todos hablaban ininteligiblemente. Y todos adoraban a los Antiguos.
No sé si has estado leyendo mucho Lovecraft o jugando Bloodborne. 🤔🤔🤔 Al final van por el mismo lado.
Que buen ahistoria me recordo al doctor Jones, nada mas que el SI SALIA VIVO Y CUERDO
No estaba mal. No digo que sea la mejor redacción del mundo o que «El Maestro» (Lovecraft) fuera a estar saltando de la felicidad al leerlo; pero creo que fue más o menos un tanto «decente»
mmmna, mas bien parese un cuento mal escrito por un chamaquito de 15 años que lee a lovecraft
incoherencias, primero la puerta no puede ser abierta con fuerza, se nesecitan escritos muy antiguos que pocos conocen y aun saben leer, ya que los «ancianos» lo que esperan es que alguien le habra la puerta para volver, y en esta historia la puerta la abren con simple fuerza
la portada del libro con una cara mas bien recuerda a la pelicula el despertar del diablo donde sale un libro igual
cthulhu no vive en medio de las montañas vive en medio del oceano
en fin un buen intento de imitar una historia tipo hpl
es en el fondo del oceano donde vive ….y si, es malo este cuento….
Genial, un corto lovecraftiano, parece inspirado en los juegos de ROL de la llamada de chtulhu (ya que hay partidas ambientadas en la 2da guerra mundial).
«Que no está muerto lo que yace eternamente…»
Sin duda es un texto influenciado por Cthulhu. Desde la forma, el libro, la llamada y el culto. En general me gusto, los que no hayan leido Mitos lo tomarán como un creepy mas.
no manches porque te fusilas los cuentos de lovecraft por lo menos pon la referencia =/
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