Los gritos del silencio de los Jemeres Rojos

Durante cinco años, aparentemente sin fin, una antigua escuela de Phnom Penh, con nombre en código S-21 fue la antesala de la muerte. Durante los peores excesos de los jemeres rojos, más de 16.000 personas fueron torturadas y encarceladas en las habitaciones de esta prisión antes de ser ejecutados en campos cercanos. Y la mayoría de ellos pasó por delante de la cámara de un adolescente.

Jemeres Rojos

Nhem Ein tenia sólo diez años cuando salió de la granja de la familia y se unió a los jemeres rojos, junto con sus cuatro hermanos en 1970. En 1975, fue enviado a Shanghai para estudiar fotografía y cine, y posteriormente se hizo fotógrafo jefe de la S-21. Usando cámaras robadas, describió meticulosamente la crónica de la vida dentro del matadero de Pol Pot.

Si las maquinas de matar del Brother Number One  funcionaron a la perfección, se debió a la ayuda de miles como Nhem Ein, que trabajó incansablemente para mantener los engranes bien engrasados. Mientras quitaba las vendas y ajustaba las luces, Nhem Ein  mentía a los prisioneros recién llegados diciéndoles «yo sólo soy un fotógrafo;. Yo no sé nada«. Fotografiaba a cientos de personas al día, procesaba las películas durante la noche para luego adjuntarlas a los expedientes individuales, hacia pues una descripción minuciosa de la terrible realidad de los campos de la muerte desde el interior de su cuarto oscuro aislado. Tuvo cuidado de no dejar que los gritos de las cámaras de tortura perturbaran su sueño, porque tenía que levantarse temprano para fotografiar la siguiente tanda de prisioneros, recordó más tarde. Como dice Arendt de Eichmann, que fue la banalidad de la maldad personificada, y como Eichmann, Nhem Ein argumenta que él simplemente hizo lo que se le pedía.

Dicho esto, la vida definitivamente no era fácil y menos trabajando para Pol Pot. Cuando Nhem Ein accidentalmente daño un negativo de la visita de Pol Pot a China – había manchas en los ojos del líder – fue enviado a una granja de la cárcel. Se salvo solo por convencer a sus interrogadores que la película había sido dañado antes de que le llegara a sus manos, Nhem Ein se salvó de la suerte de miles de personas cuyos retratos él mismo había tomado.

Los negativos originales de Nhem Ein fueron dejados atrás en el interior de S-21 después de la caída de los jemeres rojos. En 1997, dos fotógrafos, Douglas Niven y Chris Riley, descubrieron unos 7.000 de ellos en la S-21 y 78 de ellos publicados en un libro llamado «Los gritos del silencio.» La identificación de ellos es casi imposible.

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