Enclavado en el corazón de Asia, Brunéi es uno de los 49 países que forman este vasto continente. Una nación discreta, pero con muchos recursos. Con una población que apenas supera el medio millón de habitantes, la mayor parte de su riqueza proviene de los yacimientos petroleros. Sin embargo, pocos saben que en esta pequeña nación existe un personaje cuyo nombre evoca lujo desmedido y una deslumbrante colección de automóviles: el Sultán de Brunéi.
Muda Hassanal Bolkiah, gobernante de Brunéi, es una figura enigmática muy conocida por sus excentricidades. Así como por su inmensa fortuna estimada en alrededor de US$ 18 mil millones. Una cifra que lo ubica entre las personas más ricas del planeta, y su predilección por los lujos se manifiesta en una colección de automóviles sin igual.
La colección de automóviles del Sultán de Brunéi.
Aunque en la elite mundial existen varios magnates con colecciones majestuosas, ninguna se asemeja a la del Sultán de Brunéi. Se dice que sus garajes albergan una enorme cantidad de vehículos, ubicando la cifra en 2,500 según algunas estimaciones. Contar los vehículos con precisión es complicado, pues el Sultán resguarda celosamente su colección y pocos han sido testigos de la misma.
Michael Sheehan, un renombrado vendedor de la marca Ferrari, estuvo entre los afortunados que visitaron Brunéi para adquirir algunos modelos y se arriesgó a especular esta impresionante cifra. La colección abarca una asombrosa variedad de marcas y modelos. Entre ellos, se encuentran aproximadamente 600 Rolls-Royce, incluyendo seis imponentes Phantom con blindaje. También 574 automóviles Mercedes-Benz y 452 vehículos Ferrari. Además, 382 Bentley, 209 BMW y 179 Jaguar, incluyendo dos versiones rarísimas del XJR-15.
Pero la lista no termina allí, pues también destacan 134 Koenigsegg, 21 Lamborghini (incluyendo un icónico Diablo SE30 Jota), once Aston Martin, ocho McLaren F1 y seis Dauer 962 Le Mans. La diversidad y cantidad de vehículos de cada modelo, incluso en diferentes tonalidades, es un verdadero sueño para cualquier amante de los automóviles
¿Pero, cómo mantiene y organiza semejante tesoro automovilístico?
Dentro de la singular colección también se encuentran automóviles personalizados, creaciones exclusivas encomendadas por el Sultán de Brunéi. Si ansiaba una modificación específica para algún modelo, bastaba con solicitarlo. Un ejemplo es el raro y singular Ferrari 456 GT Venice Station Wagon, considerado el primer Cavallino Rampante que se comercializó con ese “formato para abuelas”. Además, en la misma colección se encuentra hasta una docena del modelo Testarossa Spider.
Aunque el misterio perdura debido a la escasa cantidad de imágenes y videos del interior de sus garajes. Se especula que los cinco hangares que albergan los vehículos tienen un área de 1,350 m2. La organización de estos recintos, en los que caben alrededor de 120 vehículos, se hace por marca. Por ejemplo, un piso se destina a Porsche, otro para Mercedes y otro para los modelos británicos. Además, la disposición de los vehículos dentro de cada hangar se hace por colores.
El misterioso Sultán de Brunéi.
El Sultán de Brunéi es una figura enigmática que resguarda muy bien su privacidad, aunque su historia va más allá de la fascinante colección de automóviles que posee. En la década de 1970, tras la crisis del petróleo, se ganó el título del hombre más rico del mundo. Su residencia, con 1,500 habitaciones, es un testimonio de su opulento estilo de vida. Se cuenta que, en la década de 1980, cuando Rolls-Royce estaba al borde de una bancarrota, este hombre adquirió automóviles de la marca por más de US$ 85 millones para evitar el cierre de la compañía.
Aunque el Sultán todavía mantiene muchas de estas joyas automovilísticas, en los últimos años ha vendido parte de su colección. La mayoría adquirida por el príncipe Jefri Bolkiah, su hermano. Este último personaje, en calidad de ministro de Finanzas, derrochó la fortuna de la nación durante años en excesos personales. Contribuyendo a expandir el garaje de la familia más allá de los límites de la imaginación. Según algunos expertos, en ese lapso desembolsaron más de US$ 396 millones en la adquisición de Rolls-Royce.
Sin embargo, toda exageración tiene un final. Y el exceso de la familia real de Brunéi llegó a su fin con la crisis financiera asiática de 1997. La compañía de inversiones del príncipe colapsó bajo una abrumadora deuda de US$ 9 mil millones. Poco después, se descubrió que había desviado US$ 13,500 millones hacia sus propias arcas. Lo que le obligó a restituir gran parte de sus activos líquidos y materiales al Estado, incluyendo numerosos vehículos de su impresionante colección.