Detrás de las ramas de un árbol genealógico hay más que historias. La genealogía es un océano virgen, donde la antropología, la medicina y la tecnología convergen. Por Regina Moctezuma G. Bogotá, 22 de julio de 2009, Javier Gómez de Olea, estudioso de la genealogía da una conferencia sobre los linajes que protagonizaron la historia de la América española, entre ellos, el de los Moctezuma. En la Ciudad de México, y sin saber lo que acontece en Colombia, la autora de este texto da con el discurso mientras busca la ruta de sus antepasados.
El documento cuenta que la descendencia de Pedro, uno de los tres hijos de Moctezuma Xocoyotzin, último emperador azteca, vive en España. En 1567, su hijo, Diego Luis de Moctezuma, fue enviado a vivir a la “metrópoli”, hoy Madrid, donde se casó con doña Francisca de la Cueva y Bocanegra, quien tuvo que renunciar al Trono de México junto con sus hijos, pues los españoles creían que la posición se heredaba.
Pero habla poco de Isabel, otra de las hijas de Moctezuma, de quienes mis abuelos aseguran ser descendientes directos, y lo sostienen con árbol genealógico en mano, que admiré desde niña en el descanso de la escalera.
Pasión heredada.
“La genealogía es una aventura sin retorno”, dice Pablo Briand, argentino radicado en Miami y genealogista apasionado, quien empezó a escudriñar su historia familiar cuando recibió un árbol genealógico de parte de su padre.
Para él, no basta la inquietud de conocer los orígenes, sino ser un verdadero sabueso, pues la genealogía está conectada con otras disciplinas como la geografía, la historia, la sociología, la antropología y la medicina.
El interés por nuestros familiares surge de la fraternidad, asegura Austin Hughes, neurobiólogo, profesor de la Universidad de Indiana y autor del libro Evolución y Fraternidad, en el que expone que el hombre encuentra en el pasado un punto donde aferrar la propia identidad para poder relacionarse con otros.
Para mí, lo que empezó como un pasatiempo pronto se volvió obsesión. Mi interés por la genealogía surgió cuando apenas tenía año y medio. Tuve una enfermedad heredada y fui sometida a una operación en la que mis dos piernas permanecieron enyesadas durante ocho meses. El dictamen del médico fue muy claro: “No debe gatear, mucho menos intentar caminar”.
El desafío de mi madre era entretener mi mente y recurrió a la genealogía. Repasamos todos los álbumes familiares hasta que memoricé los nombres y las caras de los más cercanos.
Luis Alvaro Gallo, presidente de la Academia Colombiana de Genealogía, también sintió la espinita desde niño, en la farmacia que tenía su familia en Medellín, donde se organizaban tertulias a las que acudía gente mayor a contar historias familiares.
Ahora sostiene una teoría: “las genealogías son más difíciles que las matemáticas”, pues en matemáticas dos por dos siempre da cuatro, pero en genealogía, Gómez y Gómez, no es lo mismo que Gómez y Gómez.
El genealogista no nace, se hace, pues son pocos los que heredan el deseo de rastrear su origen, el hambre insaciable de información y la paciencia para verificar los documentos y constatar las historias.
La paleografía, que consiste en saber leer e interpretar los documentos es clave en la genealogía. “No basta con leer la letra antigua, necesitas entender el significado de la época. Debes convertirte en un viajero de las épocas y hablar, pensar como ellos”, recomienda Samuel Sánchez, fundador de Ancestros.com.mx, el primer sitio de genealogía en México, ahora Genealogía.org.mx.
Los apellidos, rimbombantes o no, pueden ser útiles en la reconstrucción de la historia familiar, pero no son imprescindibles, pues son recientes en la historia del hombre. Surgieron en el siglo X, luego de que el aumento poblacional hiciera que identificar a las personas como “Rosa, la hija de Pedro” o “Juan, el herrero”, ya no fuera tan sencillo, cuenta Gallo.
Mi apellido, por ejemplo, siempre desata polémica y nunca falta el cuestionamiento que pone en entredicho si realmente llevo sangre noble en las venas. La respuesta, además de afirmativa es comprobable, pues de Moctezuma II a mí, han pasado varias generaciones y por dos líneas distintas.
Mis abuelos paternos unieron el linaje. Él de apellido Moctezuma y ella, Barragán, ambos descendientes de Moctezuma Xocoyotzin, se casaron siendo primos lejanos y consiguieron unir dos ramas del árbol. Lo puedo constatar gracias al padre de mi abuela, Juan Barragán Rodríguez, General Revolucionario del Ejército Constitucionalista, quien mandó trazar el árbol, luego de conseguir distintos documentos familiares, hoy recopilados en un libro editado por el Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM de nombre Archivo Juan Barragán.
Las anotaciones de la historia familiar se han ido perfeccionando y con la recopilación de información sobre enfermedades hereditarias, se han alcanzado utilidades médicas.
Laboratorio de historias.
“El deseo del hombre de saber de dónde viene, es intrínseco, ha existido siempre”, dice Gerardo Jiménez, ex director del Instituto Nacional de Medicina Genómica, INMEGEN. Sin embargo, la ciencia le agrega precisión al arte de rastrear nuestro pasado.
La develación del año en materia genómica fue la del mapa del genoma de los mexicanos, elaborado por este Instituto. Con la noticia, reparé en que la ciencia genómica constituye las raíces dé cualquier árbol genealógico.
En ocasiones, la cadena de ADN se copia a la siguiente generación con faltas de ortografía. El ser humano tiene una herramienta molecular para corregir estos errores, pero hay mutaciones que no son reconocidas por el proof reading, lo que provoca cambios en la siguiente generación.
Estos cambios de una letra por otra del genoma se conocen como SNPs (Single Núcleotide Polymorphism) y los que marcan la ascendencia de toda una población son los AIMs (Ancestral Identification Markers). Con esto podemos saber con exactitud quién fue antes y quién después.
Hoy en día podemos identificar algunas de estas variaciones en el genoma humano, como códigos de barras que indican a qué grupo poblacional pertenece una persona sin importar que su color de piel, por ejemplo, sea distinto al de la mayoría de los integrantes del grupo, o identificar el recorrido de las distintas poblaciones.
La relevancia de la investigación genética es su aplicación médica. Teniendo en cuenta que hay genes que te dan predisposición a ciertas enfermedades, se pueden desarrollar soluciones médicas a la medida de los grupos mayoritarios de la población mexicana.
A través de los AIMs estudiados de los mexicanos, sabemos que en Sonora, por ejemplo, 65% de la población es de ascendencia europea y que somos producto del mestizaje con una salpicadita, menos de 3%, de asiático y africano.
Fluidos a prueba.
Un anuncio de un laboratorio estadounidense invita: “Descubra sus ancestros nativos y reclame los derechos de su pueblo”. Se trata de pruebas de sangre y saliva. En EU están de moda y han cobrado fuerza entre la comunidad afroamericana deseosa de saber de qué país africano provienen.
Son poco exactos, de hecho Jiménez considera que estos exámenes podrían decirnos de dónde venimos sólo si tuvieran en cuenta todas las poblaciones del mundo, si no, lo único que muestran es que somos producto del mestizaje.
Pablo Briand critica estas pruebas. Los laboratorios cobran cerca de 300 dólares, suelen ser calificados de fraudulentos, por su 10% de margen de error y por su uso interesado: cristianos reclamando ascendencia judía para obtener la nacionalidad israelí e incluso una mujer jamaiquina que pretende un castillo en Escocia, pues uno de estos tests le indicó que comparte 10% de ADN con los herederos del castillo.
La genealogía siempre ha sido blanco de actividades fraudulentas, pues durante mucho tiempo las posiciones de poder fueron hereditarias. Por ello, el Stanford Genter para la Ética Biomédica en California, exige nuevas regulaciones. Para Briand, esto es otro ejemplo de un terreno donde la tecnología le lleva la delantera a las leyes.
Papelito habla.
La familia Acosta en México y la familia Miravalle de España, descendientes de Moctezuma Xocóyotzin, intentan recuperar las pensiones que el gobierno les otorgaba desde el siglo XVI, que fueron suspendidas en 1934 y que hoy equivaldrían a cerca de 90,000 euros anuales.
Otros parientes intentan recuperar La corona de plumas del Emperador que exhibe el Museo Etnológico de Viena. Pero los más sólo portamos el apellido con orgullo, sin intereses aristocráticos.
Durante mucho tiempo, la genealogía occidental se enfocó en encontrar linajes que permitieran escalar posiciones sociales, contrario a las culturas de Oriente, donde la genealogía es una cuestión de religión. Un ejemplo claro es el Shinto, un culto japonés que rinde tributo permanente a sus ancestros.
El surgimiento de más organizaciones que rescatan la información familiar e histórica ha logrado borrar la imagen de que la genealogía es elitista.
En México, la genealogía es tan importante como en cualquier país, sin embargo “es justo reconocer que antes de la conquista española, era la zona más avanzada de América”, dice Gallo, por la fuerte tradición familiar de sus organizaciones.
Pronto vino la conquista y con ella, atentados contra documentos. Sánchez plantea que la guerra ideal es aquella en la que los vencedores logran crear una nueva nación, lo que implica destrozar documentos para que el pasado no pueda ser rescatado.
Desde entonces se empezó a restringir el acceso a los documentos. La Iglesia Católica llevaba los registros familiares, y los registros civiles se crearon a partir del siglo XX, atesorando apenas la historia de cinco generaciones, explica Gallo.
A causa de invasiones, falta de cultura, espacio o interés, los documentos desaparecían, llevándose consigo trozos de historia. En Europa el panorama era opuesto, pues las grandes guerras provocaron que las familias mantuvieran “cuadernos de familia”.
La escasez de documentos no es lo más grave. Para Sánchez, la falta de identidad de muchos mexicanos, dan como resultado un ciudadano promedio que no puede nombrar siquiera a sus ocho bisabuelos.
Desenredados.
La llegada de Internet ha aumentado el interés de los jóvenes en la genealogía y facilitado la consulta de documentos y el intercambio de información. Además de abaratar las comunicaciones y permitir conseguir información a menor precio.
Antes, los costos de la investigación hacían que sólo la clase alta tuviera acceso a la genealogía.
Sin embargo, la información que se obtiene en la red ha de ser analizada, pues 55% de las genealogías publicadas en Internet tienen graves errores, de acuerdo con el sitio Genealogy Frauds.
La principal actividad de los usuarios de este tipo de sitios es crear su árbol familiar, aunque hay quienes rastrean su ascendencia y descubren que pueden obtener otra nacionalidad, por ejemplo.
Hace unos años empecé a armar mi árbol genealógico con el software Family Tree Maker. Entrevistaba a mis abuelos y los grababa, el problema es que no podía compartir mis hallazgos por Internet con la facilidad que lo hago ahora que el árbol está en línea.
Los sitios web genealógicos surgieron a raíz de la popularidad de las redes sociales. Existían páginas para reencontrar amigos, encontrar pareja o conseguir trabajo, pero faltaba uno con el que las familias pudieran hilar historias y construir su árbol.
Ancestry.com, una de las páginas más conocidas a nivel internacional, ha recolectado 5,000 millones de nombres y cuenta con 2.5 millones de usuarios activos. Otros como GeneTree o GenoPro, son utilizados para armar árboles genealógicos, subir información, fotografías y hacer búsquedas.
Con estas herramientas, el genealogista de hoy no encuentra pretexto para no estar a la vanguardia, “no puede ser sólo un ratón de biblioteca”, opina Sánchez.
Pasar la «espinita».
Genealogistas natos hay pocos, en realidad, el perfil típico es el de gente mayor, jubilada, que tiene tiempo para estudiar sus orígenes y transmitir las historias familiares. Faltan más jóvenes apasionados que busquen con pasión la raíz de sus orígenes.
En Japón, cuando nace un niño, se agrega su nombre a una lista de ancestros. “Si esta preocupación se les hubiera inculcado a los niños latinos hace 300 años, hoy no tendríamos que buscar tanto”, asegura Briand. Urge incluir el tema en los programas escolares y motivar a los niños para que sean ellos quienes escriban nuestra historia, no todos tienen la suerte que yo tuve de repasar la historia familiar a una edad en que absorbes la información cual esponja.
La genealogía existirá mientras la humanidad persista, pero ahora vive su boom. Las comunicaciones han reavivado el deseo de recuperar viejas relaciones y hacer nuevas conexiones humanas. Lo que hacemos todos los días en las redes sociales es genealogía pura, genealogía moderna.
Se requiere de grandes maestros, como mis abuelos y de símbolos, en mi caso, un árbol familiar bastó para dejarme el gusanito que me llevó a descubrir que soy parte de la décima séptima generación que desciende del último emperador azteca.
Mi padre, tíos y abuelos forman parte de este árbol genealógico! Gracias por compartirlo
Al igual que usted ha crecido mi curiosidad por saber mi genealogía. Aun no estudio el árbol genealógico del General Juan Barragán Rodríguez pero de lo que he avanzado en averiguaciones con los hijos mayores de mis tíos abuelos es que mi bisabuelo Manuel Barragán Reyes era primo del General. De su matrimonio con la señora Teresa González Rodríguez nacen los hijos Manuel, Elodia, Antonio, Ruperto, Job. Las familias Barragán Valles, Barragán Álvarez, Barragán Orta que ellos formaron están establecidas en ciudades como Ébano y El Mante. Por el momento estoy tramitando las actas para respaldar mi investigación.
Reciba un saludo.
Todos creen que entre sus ancetros hubo, reyes, nobles y personas trascendentales en la historia…. jajajajaja muero de risa al imaginar la clase de nopal que se encontrarán….
El ultimo Uey Tlatoani fue Cuahtemoc no Moctezuma, asi que los descendientes de Cuahutemoc deberian reclamar el trono ja…
al igual tengo curiosidad x saber d mis ancestros muero x saber dond stan
Siempre he tenido la curiosidad de hacer mi arbol geneaologico hasta llegar a los nativos o a los europeos que hasta donde puedo creer no hay más ya que mi apellido asi parece ser, el unico problema es la mala organización que tiene el gobierno en México, en una de esas termino siendo pariente de Napoleón por los traspapeleos que tienen las instituciones
¿Qué te pasa? en México?? no inventes.