La galería de Henri Beauchamp

Si entra en este pequeño y sucio bar de Paris, y el camarero indicado se encuentra justo detrás del mostrador, usted puede ser capaz de ver una galería muy exclusiva que muestra la obra perdida de Henri Beauchamp. Pero, para poder ingresar tiene que probar que es un devoto del artista. Se le pregunta claramente y en perfecto español, “¿Qué le gustaría tomar en esta noche gloriosa?”. Responda “Ajenjo”, sin importar lo que pase. Cualquier otra bebida que elija, el whisky o el agua, le matarán en cuanto concilie el sueño.

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La siguiente pregunta será sobre el tipo de bebida, y debe responder una de dos cosas: “Aquel que el propio hombre no soportaría tomar” o “Aquel bueno. El mejor de todos”. Si pide otro tipo de ajenjo, o responde de otra manera, usted será maldecido con pesadillas durante trece días. El sueño de cada noche será peor que el anterior, hasta que la decimotercera pesadilla lo persiga siempre, sin importar si está dormido o despierto. No trate de engañar al cantinero; la puerta detrás de usted ya está cerrada. Usted debe tomar lo que le de, maldito o no.

La atención que le ha brindado ese hombre tan poderoso debería ser suficiente, he oído que hasta los moribundos alaban sus bebidas en sus momentos finales. Si logra llegar hasta aquí sin sellar su destino, el barman le dirá “Tenga certeza de tener cuidado con esto; es lo mejor que tengo.” A partir de entonces, se puede hacer una de dos cosas: Diga palabra por palabra “He sobrestimado mis fuerzas, y le deseo buena suerte.” Si el cantinero asienta con la cabeza, puede salir por la puerta por la que entró, ileso y sin nada que perder más que el tiempo que estuvo ahí. O puede continuar.

Se le entregará una copa con un borde de siete lados. Con cada lado girando de forma muy delicada al borde de la copa hasta formar un asa elegante y muy sencilla. También recibirá una cuchara para el ajenjo muy, muy, muy especial con forma de llave, los agujeros situados en la parte superior sirven como un punto de drenaje para verter el alcohol sobre el terrón de azúcar. Y, por supuesto, una botella de ajenjo sin marca alguna, despojada hace mucho tiempo de sus etiquetas, con trozos de papel pegados a los lados, y con la podredumbre característica del papel de hace décadas. La cuchara es totalmente plana, pero sus dos caras son distintas, una con una ranura a lo largo del eje de la llave, y la otra sin ella. Gire el eje para que la ranura quede boca abajo. Si intenta utilizar la cuchara con la ranura en su posición original el ajenjo tendrá un sabor horrible, la nariz le comenzará a arder, y sus ojos se marchitaran en sus órbitas con horrores inimaginables que no pertenecen a este mundo. Ahora, si la cuchara está bien posicionada comience a preparar el ajenjo como lo haría normalmente. (Coloque el terrón de azúcar en la cuchara y derrame el alcohol sobre él para obtener su color y sus “cualidades especiales”).

Diga “¡Salud!” a su amigo el barman, y de la vuelta al mismo tiempo. Si no lo hace, el ajenjo quemará cada entraña con la que entre en contacto con el poder y el dolor producido por el ácido sulfúrico. Si ha hecho todo bien, las luces, ya de por si tenues, se apagarán,  y la oscuridad consumirá el bar. No tenga miedo, la oscuridad es un signo de que ha sido admitido en la exclusiva exposición. Sepa esperar en la oscuridad y en el silencio como los muertos, no vaya a ocurrir que el cantinero decida convertirlo en uno.

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Eventualmente (no demora mucho, sólo unos dos o tres minutos), un reflector verde brillara de forma intensa en una puerta en la pared en el fondo del bar. Todo el bar será bañado en verde, y no precisamente por el proyector. Pequeñas bolas luminosas comenzaran a danzar suavemente por la habitación, y el camarero habrá desaparecido para entonces… y cualquier otra persona pretenciosa que haya podido acompañarlo hasta este punto. Considérese totalmente seguro en este punto.

Si no terminó el ajenjo no es necesario que lo haga, pero puede ser que necesite el alcohol. Como sea, tome la cuchara y póngala en la cerradura de la puerta iluminada en verde. Encajara perfectamente, continúe hasta llegar al final de la cerradura que le avisará con un clic muy sonoro. En el interior se encuentra un pequeño ascensor, con la mujer más hermosa que los ojos humanos hayan visto alguna vez, bañada en una luz verde con un ángulo tal que refleja la luz atrás de ella como si se trataran de dos alas.

La Hada Verde en persona le preguntará “¿Va a subir?”, y teniendo en cuenta todo por lo que acaba de pasar solamente tiene sentido decir que si. Ahora, hay un obstáculo más por afrontar.

Ella le preguntará, a medida que avanza entre el bar y el compartimiento, “¿Cómo compararías el surrealismo de Beauchamp con el de, podemos decir, René Magritte?”. En respuesta usted debe decir “Esta noche he venido a ver más que arte”. Si no responde bien, el proyector verde se apagará, las puertas se cerraran y el ascensor comenzará a caer en una oscuridad aparentemente infinita antes de que una luz rojo profundo comience a brillar cada vez más, como una señal de que está próximo a las profundidades del infierno.

Ahora, si el ascensor comienza a subir, la luz verde también se apagará y en su lugar quedará el frio brillo de la luna. Pero, incluso antes de que usted se dé cuenta, el elevador llegará a la parte superior de su… Bueno, vamos a llamarlo eje para no meternos en complicaciones. Si tiene suerte, el hada verde lo besará en la mejilla mientras sale del ascensor, y siempre será bendecido con inspiración y creatividad: una musa permanente y siempre cambiante.

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No le puede pedir que lo haga, no puede besarle, ella debe hacerlo por su propia voluntad. Si no… no se preocupe, no le de una razón para enfadarse a la mujer que durante tanto tiempo ha cuidado las pinturas de Beauchamp. Usted va a entrar, desde el ascensor, en un antiquísimo salón del siglo pasado, con un gran cartel de Henri Beauchamp en el lado izquierdo de la pared opuesta a donde acaba de salir, a la derecha se encuentra una enorme puerta. Tómese su tiempo para leer el cartel es una idea bastante buena, ya que explica la importancia de Mounsieur Beauchamp.

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Analícelo bien, él era un surrealista en la década de 1920, siempre tratando de hacer un arte libre de toda premeditación, y logró hacerlo. Después de una noche en un bar pequeño y sucio en París, comenzó a pintar… Patrones. Primero fueron patrones geométricos. Después de fractales completos. A continuación, imágenes que publicaron en los periódicos al día siguiente. Y luego, la siguiente semana. Cincuenta años en el futuro. Cien años en el futuro. Doscientos años en el pasado… Luego, en la última noche de su vida, secuestró a tres niñas de sus casas durante la noche, las asesinó, y pintó sus últimas obras maestras en rojos y amarillos con la sangre y la bilis de las vírgenes.

Se suicidó inmediatamente después de que pintó 13 cuadros. Las obras están detrás de la puerta. Los seis primeros cuadros, a la izquierda, muestran de izquierda a derecha: La génesis del universo, la única forma verdadera de Dios, vista a través de los ojos del hombre, la verdadera imagen de Jesús Cristo, las extensas nubes del paraíso, todos Papas, desde el primero hasta rostros aun no reconocibles, y un retrato de la imagen de Jesús en su segunda venida.

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Los otros seis, a la derecha, muestra, de derecha a izquierda: el cataclismo del universo, la única visión verdadera de Satanás que puede ser vista por el ojo humano, la verdadera imagen de Judas, las extensas llamas del infierno, todos los demonios encarnados en el ser humano desde las primeras caras hasta las que aún no son reconocibles, y un retrato del Anticristo en su venida.

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Ahora, seis y seis hacen doce. ¿Y el trece? La pintura XIII está al revés, la imagen está en la pared de enfrente. El espacio alrededor de ella tiene un diámetro muy grande, como si fuera la obra central, y en la imagen invertida hay un escrito, en tres idiomas. En la parte superior se encuentran las escrituras de los Serafines, en la última línea las runas de las grandes órdenes demoníacas, y en el centro en letras romanas, dice:

NO TOCAR.

¿Cómo lo hizo?, no puedo decir con mucha certeza esa parte, pero al mismo tiempo… Me enteré de que, de alguna manera, mientras agonizaba, Beauchamp desgarró su piel, algunos de sus órganos, su propia alma y los utilizó para hacer alguna forma de collage. Cómo utilizó su propio cuerpo para crear una obra maestra tan siniestra, yo nunca podría decirlo, más bien, nunca me atrevería a hacerlo.

Así que… Si usted lo consigue, tal vez pueda voltear la pintura y decirme como lo hizo. Puede contármelo mientras nos tomamos una copa… ¿quizás una copa de ajenjo?

 

 

Se trata de uno de los CP que más me gustan y siempre que tengo la oportunidad lo cuelo como una historia de terror en las conversaciones. Existía una traducción al español pero honestamente era horrible y habían omitido muchos detalles, hice la traducción al español de la mejor manera que pude, cuidando todos los aspectos del original. Las imágenes son de una especie de «mini-juego» basado también en el CreepyPasta original.

19 comentarios en “La galería de Henri Beauchamp”

  1. Ella le preguntará, a medida que avanza entre el bar y el compartimiento, “¿Cómo compararías el surrealismo de Beauchamp con el de, podemos decir, René Magritte?”

    -¿Quienes son esos weone peazo e’ loka?, yo conozco a chespirito y a cantinflas.

  2. orale esta chido, muy muy bueno, yo desde hace años e querido probar ajenjo. dicen qu estimula la imaginacion y creatividad, como dibujo y escribo ocacionalmente, me gustaria probarla es un poco dificil de conseguir la version completa, ya que en las licorerias puedes conseguir la version rebajada

    1. consiguete la planta (la puedes comprar por internet) y metela en un licor como el anis o el vodka 100g x 1L deja que repose unas 2 semanas y listo! Te lo puedes beber tradicional o en shot: 1 para echar el Allan Poe, 2 para Oscar Wylde y pues ya con 3 Van Gogh jaja y hasta ahi.

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