La miopía está alcanzando niveles de epidemia en el mundo entero, pero en ningún otro sitio en particular el aumento de los casos es más alarmante que en Asia Oriental, donde hasta un 90% de los adolescentes y jóvenes adultos sufren de visión borrosa a distancia. En México, la prevalencia de la miopía varía entre un 20 y un 45% en los diversos rangos de edad de la población. ¿Por qué el aumento repentino? Hace algún tiempo se arrojó la culpa sobre la lectura excesiva, pero los descubrimientos recientes apuntan a otra cosa.
La idea de que el llamado “trabajo de oficina”, como leer y hacer trabajo en casa, sea responsable por el aumento de la miopía es tan atrayente como antigua. Cuando la vista del astrónomo alemán Johannes Kepler comenzó a fallar, hace más de cuatro siglos, el hombre culpó de su miserable visión a distancia a todo el tiempo que pasó metido en sus cuidadosos estudios.
Jugar fuera de casa.
Pero, según un estudio publicado la semana pasada en la revista “Nature”, la hipótesis del trabajo de oficina, aunque tentadora, no logra soportar el escrutinio científico.
A principios del año 2000, cuando los investigadores comenzaron a analizar comportamientos específicos, tales como los libros leídos por semana o las horas invertidas leyendo en la computadora, ninguna de estas cosas parecía ser una razón que contribuyera de forma primordial para el riesgo de sufrir miopía. Pero otro factor si hacía la diferencia.
En 2007, Donald Murri y sus colegas de la Facultad de Oftalmología de la Universidad Estatal de Ohio, en Columbus, informaron los resultados de un estudio que acompañó a 500 niños de entre ocho y nueve años en California que, en un principio, tenían una visión saludable. El equipo examinó la forma en que los niños pasaban los días y los cuestionaron sobre los deportes que hacían al aire libre y otras cosas.
En el transcurso de cinco años, uno de cada cinco niños había desarrollado miopía y el único factor ambiental asociado al riesgo de desarrollar este defecto en la visión fue el tiempo que pasaron al aire libre. “Creíamos que era un descubrimiento extraño, pero no dejaba de aparecer a medida que hacíamos los análisis”, recuerda Murri. Un año más tarde, otros investigadores llegaron a la misma conclusión en Australia. Después de estudiar a más de cuatro mil niños de escuelas primarias y secundarias en Sídney durante tres años, descubrieron que los niños que pasaban menos tiempo afuera tenían un mayor riesgo de desarrollar miopía.
Niveles de iluminación.
Con base en estudios epidemiológicos, Ian Morgan, investigador de miopía en la Universidad Nacional de Australia en Canberra, estima que los niños requieran pasar alrededor de tres horas diarias bajo niveles de luz de por los menos 10 mil lux para protegerse contra la miopía. Esto es más o menos el nivel experimentado por alguien a la sombra de un árbol frondoso, con gafas de sol, en un radiante día de verano.
Un día nublado puede ofrecernos menos de 10 mil lux y un escritorio o sala bien iluminados generalmente no superan los 500 lux. Tres o más horas al aire libre diariamente ya es una norma para los niños en Australia, tierra natal de Morgan, donde solo el 30% de los jóvenes hasta los 17 años son miopes. Pero, en muchas partes del mundo – incluidos los Estados Unidos, Europa y Asia Oriental – los niños muchas veces juegan fuera de sus casa solo una o dos horas diarias.
Yo creia que me estaba convirtiendo en vampiro, cada que salgo a la calle siento que me quedo ciego con el sol :/
con razón siento que me estoy quedando ciega
Orale cada día se aprende algo nuevo
ah jijos, con razón me cuesta trabajo enfocar la vista en lugares abiertos 🙁 y es neta