Dudó un instante antes que su rostro dibujara una sonrisa. “¿Así es como me llamas? Me gusta. Pero, mi nombre real es Melanie”. Sentí cuando mis mejillas empezaron a enrojecer. Obviamente que no se llamaba Raquel, ese nombre fue un invento. Sin embargo, el sentimiento de vergüenza no pudo acompañar a la confusión y alegría. “¿De verdad eres tú?”.
La mujer asintió. “Soy yo”.
Raquel… Melanie gruñó cuando di un paso al frente y empecé a abrazarla. Con una risa incómoda, me devolvió el abrazo por un instante y me susurró al oído: “Tomás, debemos hablar y no puede ser aquí afuera. ¿Podríamos entrar?”.
Terminé el abrazo y asentí, sequé mis lágrimas y me propuse abrir la puerta con la mano temblorosa. El corazón bombeaba con fuerza dentro de mi pecho y todavía sentía que me encontraba en un sueño extraño y maravilloso, aunque cuando ingresamos y nos sentamos en el sofá tuve que abandonarlo para enfocarme en la pregunta que me estaba volviendo loco.
“¿Cómo?”.
Melanie seguía sonriendo sentada sobre el sofá, aunque su rostro comunicaba tristeza y preocupación. “Tomás, por eso estoy aquí. Las cosas no son como crees. Jamás lo han sido”.
Fruncí el ceño mientras una ráfaga de miedo atravesaba mi bruma de felicidad. “¿A qué te refieres?”.
Se llevó un pulgar a la barbilla y miró hacia el suelo, buscando las palabras correctas para… lo que sea que tuviera que decirme. “Tomás… formas parte de un experimento psicológico. Estoy involucrada en esto desde mucho antes que tú, y aun así no conozco todos los detalles. Creo que está financiado por una agencia gubernamental, y estoy segura de que han invertido mucho tiempo y trabajo en esto, pero las razones… no estoy segura”.
Noté que estaba retorciendo mis manos. No, eso no estaba bien. No podría ser así. Debía ser alguna clase de engaño.
Melanie continuó. “Lo que sí sé es que te ven como un sujeto a largo plazo. Han construido todo este escenario donde supuestamente tienes un trabajo secreto observando a alguien que podría estar atrapado. Te proporcionan indicaciones y una forma de tomar decisiones. Supongo que tienes botones o algo para elegir, ¿no?”.
Asentí levemente mientras empezaba a formarse un nudo en mi garganta. “Sí. Uno rojo y uno verde”.
La mujer suspiró y asintió. “Creo que ponen a prueba tu nivel de obediencia. Las elecciones que tomas en base a tu inteligencia, miedo y moral. Es algo interesante, o al menos así parecía cuando me uní hace seis años. Jamás me han proporcionado detalles oficiales, se limitan a las descripciones generales. Pero las personas hablan. Ocasionalmente, los otros actores y yo escuchamos cosas y cotilleamos”. La mujer sonrío con tristeza. “Esto es lo que me ha hecho sentir mal”.
La interrumpí. “¿Hay otros como tú?”.
Los ojos de Melanie se abrieron profusamente. “Maldición, por supuesto. Creo que todavía lo siguen llamando ¿señor Salomón? También hay otros de esos”. Cuando la miré fijamente, ella siguió explicando. “De cualquier forma, durante mucho tiempo me pareció un trabajo normal. Debo pasar seis horas al día actuando como si fuera una mujer atrapada en una habitación, viendo la televisión o fingiendo que pinto algo. Ya sabes, cosas aburridas…”
Me resultó imposible volverla a interrumpir, sobre todo por ese dolor que expresaba mi temblorosa voz. “¿La pintura fue algo fingido? ¿Realmente no pintas esos maravillosos cuadros?”.
Melanie parecía auténticamente avergonzada. “No. Lo siento. Ni siquiera sé pintar. Sin embargo, soy muy buena cantante”. Intentó sonreír, pero terminó vacilando. Al acercarse, me tocó el hombro. “Por eso es que las pinturas están fuera del ángulo de la cámara. Lo único que ves son lienzos en blanco y… bueno, las ocasiones en que desean que te muestre algo”. Su expresión oscurecía a medida que continuaba.
“Por eso tuve que romper las reglas y contactarte. Cuando empezaron a planear este juego mental del mensaje oculto, me preocupé. Me preocupa que te lo tomes tan en serio que puedas llegar a lastimarte. Tan pronto como saliste del turno esa noche, hablé con uno de los encargados en el departamento de video. Me platicó tu reacción. Me mostró lo emocionado que seguías calle abajo del edificio. Conduje hasta ese lugar, pues el dormitorio está en un edificio a las afueras de la ciudad. Te observé sentado en tu automóvil, y por poco me acerqué a ti en ese momento, pero temía que me atraparan y dispararan. Así que me estacioné y esperé hasta que pude seguirte a otro sitio para hacerte saber que estoy bien”.
Parpadeó en un intento por contener las lágrimas. “Me avergüenza decir que casi abandono el proyecto un par de veces. No quiero perder este trabajo, así que intenté convencerme a mí misma de que estarías bien en uno o dos días. Podía lograr que cambiaran el guion lo suficiente como para que no te preocuparas demasiado y empezaras a creer que estaba bien”.
Experimenté una extraña sensación de ira creciendo en mi pecho. “Bueno, es agradable de tu ppart”.
Ella levantó la vista, sus ojos estaban rojos. “Lo sé. Soy una porquería. Lo siento. Fui egoísta y cobarde, pero realmente nunca te abandoné. Y luego, cuando vi a Carlos dejando el edificio mientras corrías para interceptarlo, supe que las cosas habían llegado muy lejos”.
“¿Carlos?”.
Melanie puso los ojos en blanco en señal de frustración. “Demonios, sí. Lo siento. Carlos López. Es otro actor. En una versión temprana del experimento interpretó al señor Salomón, pero decidieron que no era lo suficientemente aterrador, por lo que usualmente está disfrazado. Ya lo conociste, pero no pudiste reconocerlo bajo ese atuendo”.
Seguí retorciendo y enredando mis dedos sobre mi regazo. Era demasiado. Mi mente rebotaba entre sentimientos de vergüenza, ira y confusión. “¿Y todo eso que me dijo, lo hizo para asustarme? ¿Para ver mi reacción?”.
Ella asintió mientras sollozaba y se limpiaba la nariz con el dorso de la mano. “Sí. Lo siento. Por eso no podía esperar más para contártelo. Pude ver lo mucho que te preocupó y lo asustado que estabas cuando regresaste al auto”.
Retiré su mano de mi hombro. “Supongo que debo agradecerte. Al menos me detuviste antes de ir con la policía para hacer el ridículo”. Sólo quería que me sacara de encima esos ojos compasivos. “Gracias por detenerte y dejarme pasar”. Intenté que mi voz pareciera dura y carente de sentimientos, pero resultó aguda. Me levanté para alejarme y que no pudiera verme llorar. “Si no te importa… necesito tiempo para pensar las cosas. Es… simplemente es demasiado para mí”.
Tras un instante su mano volvió a reposar sobre mi hombro. “Tomás, no tienes nada de qué avergonzarte. Son muy buenos en lo que hacen. Todo lo que hiciste fue porque pensaste que era lo correcto. Porque eres un buen hombre”. Me encogí de hombros.
“Creí que estabas en problemas y sólo quería ayudarte”.
Me giró amablemente hacia ella, y cuando levanté la vista, sonrió y volvió a sollozar. “Lo sé, pero debes saber que la mayoría no están dispuestos a ayudar. No cuando está de por medio su trabajo o su propia vida. Y menos a un extraño”.
Me limpié las lágrimas mientras miraba hacia otro lado. “A pesar de todo, me siento un tonto, pero agradezco que no sea real. Agradezco que estés bien. Que ambos estemos bien”. Hice una pausa y volví a mirarla. “Lo estamos, ¿no? Es decir, ¿estamos seguros?”.
Dudó un poco antes de asentir. “Claro, creo que así es. Como te dije, han invertido mucho en esto, y el hecho de que hayan llegado tan lejos contigo me hace pensar, pero jamás he visto que alguien resulte herido. Creo que lo peor que puede pasar es que nos despidan a ambos”.
Pude sentir cuando mi rostro volvió a enrojecer. “No te preocupes por eso. Mañana presento mi renuncia. Finalmente presionaré los malditos botones. Tal vez los dos”. Empecé a sonreír, pero entonces observé el rostro de Melanie.
“Tomás, por favor no lo hagas. No creo que lleguen a hacerte daño, pero si renuncias sabrán que hablé contigo. No creo que puedan observarnos todo el tiempo, pero no sé hasta donde sean capaces de llegar. Ya sabes, rastreadores de teléfono, satélites espías, todas esas cosas. Me estoy arriesgando mucho por el simple hecho de estar aquí, y no quiero que me aatrape”.
Retrocedí unos pasos. “Entonces pretendes que te sigan pagando por engañar a gente como yo”.
Ella extendió su mano y tomó mi mano derecha. La había estado empuñando inconscientemente, y aquel contacto la relajó. “No, de ninguna forma. Pero no me esperaba esto. La forma en que el experimento ha evolucionado, al grado de llegar a conocerte… no puedo seguir haciéndolo durante mucho tiempo más, ¿tal vez uno o dos meses para ahorrar dinero? Además, ahora que lo sabes ya no sentirás miedo de que te lastimen”. Ella sonrío. “Eso es lo que podemos hacer. Seguir actuando normal, tomar algo más de su dinero y después que uno de nosotros renuncie. Al siguiente mes, el otro se retira. ¿Qué te parece?”.
Me llené de incertidumbre. Sus palabras tenían algo de sentido, y cuando me calmara probablemente tendrían más. Ella me apretó la mano.
“Y cuando todo esto termine, me gustaría conocerte mejor. Sé que he interpretado un papel, pero la mayor parte de lo que has visto es mi esencia. Me parece justo que yo también pueda verte más a menudo”. Ella se sonrojó. “Creo que a ti también te interesa”.
Mi mano se humedecía entre la suya mientras el estómago revoloteaba. “Bueno… sí. Realmente me gustaría”. Tras pasar una buena cantidad de saliva por la garganta, agregué: “¿Cuánto tiempo deberíamos esperar para volver a vernos?”.
Melanie sonrió. “Trabaja otro mes más o menos. Esperaré dos semanas más, y entonces haré lo mismo. Así…”. Observó el techo mientras lo meditaba un momento, y me volvió a sorprender con su belleza a pesar de que era un poco diferente a la persona que imaginaba. “… dentro de tres meses nos volveremos a encontrar aquí mismo. Regresaré y podremos conocernos mejor, ¿qué te parece?”.
Devolviéndole una sonrisa, asentí. “Me parece estupendo”.
Un par de minutos después se retiró, y aunque una parte de mí odiaba verla partir, otra se sentía aliviada. Estaba agotado, y aunque experimentaba cierta felicidad de que ella estuviera bien y finalmente nos conociéramos, fue imposible no sentirme como una bombilla quemada. Necesitaba un tiempo a solas para reflexionar. Tiempo para pensar y tranquilizarme, pero, sobre todo, para descansar.
Ni siquiera recordaba el momento en que me quedé dormido, y al despertar me di cuenta que la alarma había sonado durante más de 30 minutos. Salté de la cama y me apresuré para llegar a tiempo a mi turno. Al irse, Melanie hizo énfasis en que debíamos seguir actuando de la misma forma. Significaba que no debía asustarme, pero tampoco aparentar que todo iba bien. Si repentinamente no mostraba signos de estar preocupado por ella, eso los pondría bajo alerta. Se lo prometí y ella se marchó tras un breve abrazo. Al recordar esto, la bruma de todo ese cansancio de la noche anterior lo hacía parecer un sueño.
Sin embargo, ingresé a la sala de vigilancia con el corazón mucho más tranquilo. No tenía que preocuparme ni sentirme culpable por no prestarle ayuda, y experimentaba cierta satisfacción al poder detener a estas personas que me habían engañado durante tanto tiempo. Por si fuera poco, en tres meses saldría de este lugar y vería a Ra… Melanie de nuevo. En persona.
La observé nuevamente en cuanto llegué al trabajo. Estaba dormida y me pregunté si estaba tan cansada como yo el día anterior. Cuando se despertó más tarde, leyó un libro y empecé a sonreír, pero tuve que detenerme. Debía lucir preocupado por actuar y no sonreír como un enamorado. Debía dar lo mejor de mí para que Melanie no se metiera en problemas.
Una hora después empezó a trabajar en otra de «sus» pinturas. Al observar su forma de trabajar, quedé sorprendido por lo real que parecía todo. Resultaba difícil observar todo desde el ángulo de la cámara, pero podía jurar que esos pinceles realmente tenían pintura y que plasmaba algo en el lienzo. Me encontré a mí mismo sintiéndome orgulloso de ella. Era una gran actriz. No sólo no proporcionó pistas sobre nuestro encuentro, realmente parecía una mujer diferente a la que conocí. Supuse que a eso se refería con «interpretar un papel».
Casi terminaba el turno y, aunque odiaba dejarla, tuve que admitir que estaba listo para dormir un poco más. Controlar mis reacciones todo el día fue agotador, ni siquiera podía imaginar como serían las siguientes semanas. Pero entonces me di cuenta que terminó de pintar. Esperaba que pasara a hacer otra cosa, pero en lugar de eso tomó el lienzo por los bordes y lo dispuso cuidadosamente sobre el sofá. Al principio su cuerpo lo bloqueaba, pero luego se hizo a un lado.
Era la pintura de un árbol enorme. La corteza era de color rojo oscuro, con un enorme tronco retorcido que se dividía en una docena de ramas. Aquellas ramas estaban cubiertas de hojas de un verde tan profundo que parecían más nubes de tormentas que la copa de un árbol. Al igual que las otras pinturas, me sentí cautivado a sabiendas de que Melanie no las pintaba. Las imágenes por sí mismas, combinadas con los colores y pequeños detalles… eran realmente increíbles.
Si se observaba lo suficientemente cerca, era posible distinguir varios pájaros sobre las ramas del árbol. Resultaban divertidos, pero casi parecían estar…
Parecían estar dispuestos de tal forma que formaban palabras.
Sentí que mi corazón empezó a latir y procuré mantener la calma. No tenía sentido actuar como un tonto. Ahora sabía que se trataba de un juego, sólo debía seguir haciendo mi parte. Aun así, la preocupación me llevó a descifrar las palabras. Entrecerré los ojos, siguiendo las aves de derecha a izquierda y de arriba abajo.
Esa
mujer
no
soy
yo
Aparté la vista de la pintura para observar a Raquel. Parecía totalmente aterrada.
¡Maldición!
Entonces hay otra parte no si que me deja esperando el desenlace cada vez hay más suspenso que buena creepypasta gracias por volver a la página Hery
No entiendo
primero que nada… nos dejaste una semana sin la continuación de este excelente creepy, se de las vacaciones pero me invadieron las ansias por saber que seguia, y ahora llegamos a esto… muy bueno gracias
¡Genial!
Qué impactante :v