“Me encanta que me engañes”. Eso es lo que indicamos a nuestro cerebro cada vez que nos vemos frente a una imagen de ilusión óptica.
No sé ustedes, pero yo no he desarrollado el hábito de resistirlo. Cada endemoniada vez que veo una imagen que debería estar estática, pero que frente a mis ojos se está moviendo, me pasó algunos minutos intentando pensar cómo funciona, cómo lo hicieron y porqué es posible.
Si no eres de los míos, está muy bien. De todos modos tengo de mi lado a los niños del Reino Unido, que acaban de seleccionar a un libro de ilusiones ópticas como el vencedor del Royal Society Young People’s Book Prize for Science (Premio de la Real Sociedad del Libro de Ciencia para Gente Joven, en traducción libre).
Creado por Clive Gifford, la obra titulada “Eye Benders: The Science of Seeing and Believing”, no solamente es una colección formidable de excelentes gráficos que proporcionan ilusiones ópticas, sino que también ofrece una explicación sobre la forma en que el cerebro humano percibe los colores, tamaños, formas e incluso movimientos que en realidad no existen.
La combinación de patrones y colores de una ilusión óptica, como puedes ver en las imágenes de esta publicación, son estratégicamente posicionados para engañar al cerebro de diferentes formas.
Pero, ¿cómo funciona una ilusión óptica?
Para ser sinceros, todavía nos queda mucho por aprender sobre la forma en que funciona nuestro cerebro. Ya sabemos que tiene algunos poderes impresionantes, pero estamos bastante lejos de llegar a comprender todo lo que es capaz de hacer. Clive Gifford señala algunas teorías que pueden explicar cómo este órgano tan absolutamente complejo se deja engañar.
Las ilusiones ópticas más antiguas se valen de colores y formas simples para engañar a nuestro sentido de la escala y perspectiva. Vemos círculos de igual tamaño que parecen diferentes, líneas paralelas que parecen converger y escaleras infinitas. Otras, como la del elefante de ocho patas, confunden nuestra tendencia a visualizar patrones y rellenar los vacíos de la visión.
Pero, de todas las conocidas, las ilusiones ópticas que aparentan movimiento son, en nuestra modesta opinión, las más interesantes.
“Continuamente nuestro cerebro está examinando y renovando las cosas que ve”, explica Gifford, “más o menos como una cámara digital de enfoque automático que continuamente ajusta la lente. Establecidos correctamente, los contrastes de color y formas secuenciales pueden engañar ese proceso de “digitalización”, haciendo que las imágenes adquieran movimiento”. wired