Gypsy Rose Blanchard, la asesina que se volvió influencer

La historia de Gypsy Rose Blanchard, una mujer encarcelada por el asesinato de su madre, Dee Dee Blanchard, capturó la atención de millones en múltiples documentales y relatos mediáticos. Irónicamente, esa misma notoriedad la catapultó al estrellato en plataformas como TikTok e Instagram. Esta historia no solo resalta las complejidades del vínculo entre madre e hija, sino también los confusos entresijos de una enfermedad como el trastorno facticio impuesto a otro. Anteriormente conocido como Síndrome de Munchausen por poder (MSBP, por sus siglas en inglés.

Gypsy Rose Blanchard la asesina que se volvio influencer1

Las redes sociales, insaciables en su deseo de caras nuevas y escándalos recientes, encontraron en Blanchard una figura cautivadora. Tras ocho años en prisión, obtuvo libertad condicional el pasado 28 de diciembre de 2023. Y, de repente, su aura de infamia más la curiosidad pública la convirtieron en una celebridad en línea con casi diez millones de seguidores entre TikTok e Instagram.

Te recomendamos: El castigo para un parricida en la Antigua Roma

El asesinato de Dee Dee Blanchard.

El caso de Gypsy Rose es una historia trágica y compleja que involucra abuso físico y psicológico a manos de su madre durante muchos años. Dee Dee hizo creer a la comunidad y a los profesionales médicos que Gypsy Rose sufría de una serie de enfermedades y discapacidades, incluyendo leucemia, parálisis muscular, y trastorno del déficit de atención con hiperactividad (TDAH), entre otros. Esto llevó a Gypsy Rose a recibir tratamientos médicos innecesarios y vivir en una situación de control y manipulación constante.

Su madre la obligó a usar una silla de ruedas y una sonda alimentaria, también a ingerir medicamentos innecesarios, lo que llevó a la extracción de sus dientes y glándulas salivares, entre otras cirugías. El caso generó un frenesí mediático. Múltiples documentales y películas hicieron eco sobre Gypsy Rose y su madre, incluyendo la miniserie “The Act” (2019) y el documental “Mommy Dead and Dearest” (2017). Conforme pasó el tiempo, innumerables podcasts detallaron el caso.

El punto de inflexión llegó cuando Gypsy Rose, en colaboración con su novio Nicholas Godejohn, planeó el asesinato de Dee Dee Blanchard. La situación se tornó aún más complicada debido a la falta de comprensión de Gypsy Rose sobre su verdadera condición médica y la extensión del engaño de su madre. El asesinato ocurrió en junio de 2015, pero Gypsy Rose y Nicholas fueron arrestados más tarde. Durante el juicio, se revelaron los detalles de los abusos sufridos por Gypsy Rose y se discutió la complejidad de su situación.

La incómoda verdad de la popularidad de Gypsy Rose.

Blanchard, ya con 32 años a cuestas, admitió su culpabilidad en 2016 por homicidio en segundo grado. Se le acusó de conspirar con Godejohn, su entonces pareja, para asesinar a su madre. Godejohn recibió una sentencia de cadena perpetua mientras que Gypsy Rose encaró su propio destino en prisión. La historia les costó a ambos su libertad, pero para la dama, irónicamente, esta macabra acción la premió con una segunda vida como influencer.

Sin embargo, la fama tiene su precio, y en el caso de Blanchard, muestra cuán complejas y contradictorias pueden ser las dinámicas de un fandom. En los ocho años que pasó en prisión, la cultura de “stan“, o admiración obsesiva, ya estaba volviéndola una figura de adoración entre los más jóvenes. Con cuentas regresivas para su liberación y vídeos que la glorificaban. Ahora, tras su salida, los comentarios en redes sociales van desde declaraciones de amor hasta nombrarla “reina” y “la influencer favorita”, indicando una mezcla de apoyo y fascinación por su figura.

Expertos en comportamiento como Alison Joubert y Jack Coffin buscan entender cómo un fandom puede arraigarse tanto con la identidad y valor de un personaje. Ambos puntualizan que la mayoría de seguidores pueden girar bruscamente hacia la “cancelación” de sus ídolos si estos violan normas sociales relevantes. Por eso, la aceptación de Blanchard, contraria a estas normas éticas, resulta tan fascinante.

La controversia de su presencia en redes sociales.

La entrada de Gypsy Rose Blanchard al universo de las redes resultó meteórica, con un flujo de contenido que oscila entre promociones de su libro y un especial televisivo. También deleita a sus seguidores con vídeos de la vida cotidiana y otros tantos que hacen eco de las tendencias virales. En estos, demuestra tanto una consciencia aguda de las tácticas sociales en línea como el ingenuo encanto de una recién llegada a este mundo digital.

incomoda verdad de la popularidad de Gypsy Rose

Blanchard proyecta la imagen de una influencer en crecimiento. Su llegada a la libertad no pasó desapercibida: en una sincronía casi instantánea en redes, su figura emergió en TikTok e Instagram, alcanzando una comunidad de millones de seguidores en pocas semanas. Los números hablan por sí solos: casi diez millones en TikTok y más de ocho en Instagram son fiel testimonio de la curiosidad morbosa y el controvertido apoyo del que goza.

Esta fenomenal expansión en redes se apoya en un relato que, por lo trágico y controvertido, generó una cortina de seguidores que adeudan su devoción a la narrativa de su vida, más que a la influencia típica de una celebridad de redes. Los comentaristas no escatiman pícaros halagos y atribuciones de realeza virtual en sus vídeos. Signos de una admiración que anda de la mano con el morbo y el sensacionalismo.

Gypsy Rose: entre el sensacionalismo y la sensibilidad social.

La pregunta de si Blanchard buscará una carrera como influencer y se someterá al escrutinio público y a las posibles ofertas de marcas, o si optará por un perfil bajo, es algo que muchos esperan con interés. Veronica Skaia, una creadora de contenido de TikTok, ha especulado que a medida que Blanchard gane más notoriedad, es posible que la opinión pública se vuelva en su contra, deseando verla “humillada”. En el podcast Do We Know Them, la narrativa en torno a la ascensión a la fama de Blanchard recibe adjetivos como “perturbadora” y “extraña”, reflejando la ambivalencia que envuelve su presencia en el Internet.

Mientras tanto, entre el contenido que ofrece, Blanchard sumerge a su audiencia en una experiencia de especificidad y autenticidad debatible. Un vídeo sobre el Síndrome de Munchausen por poder, que excede los treinta y cinco millones de vistas, esboza el deseo de Blanchard de crear consciencia y redimir su imagen. Aquí, la influencer pide a su audiencia que comparta su percepción sobre lo que se debe mejorar en el sistema de salud para prevenir el padecimiento que ella misma sufrió cuando era una menor de edad.

La simbiosis de lo auténtico y lo curado.

Blanchard se aventura en la elaboración de contenido social con una perspicacia notable para ser alguien recién ingresada a la era digital. Sus publicaciones incluyen rutinas de belleza, atuendos del día, y vistazos genuinos a sus primeros días de libertad. Todo acompañado de etiquetas astutas y cápsulas de contenido que tienden un puente entre lo personal y lo promocional.

No cabe duda de que la trama de Blanchard se entrelaza irremediablemente con su vida real y con la percepción pública de la misma. ¿Es el caso de Gypsy Rose un estudio fascinante de la moralidad? ¿O es simplemente el dramático espectro del entretenimiento moderno? Una cosa es clara: está redefiniendo los límites de la notoriedad, la simpatía y la controversia en la era del dominio digital.

El intrincado laberinto del juicio público.

La historia de Gypsy Rose Blanchard y su interpretación en plataformas como TikTok ofrecen una nueva dimensión de activismo y personalidad que se sigue desarrollando en tiempo real. Es un caso sin precedentes que muestra cómo las narrativas personales complejas y complicadas se entremezclan con la cultura de las redes sociales y cómo la percepción del público puede ser influenciada, para bien o para mal, por el contenido que se comparte en línea.

Al reflexionar sobre el caso de Blanchard, nos enfrentamos inevitablemente a las preguntas más grandes de nuestra época: ¿qué significa realmente apoyar a alguien? ¿Es posible separar el artefacto mediático de la persona? Y, quizás lo más importante, ¿cómo define la sociedad el camino hacia la redención? Con la travesía de Gypsy aún en curso y su voz amplificada por millones de seguidores, la respuesta continúa esquiva, suspendida en el aire cargado de bytes y hashtags que define nuestra realidad digital actual.

Quizá te interesa:

Deja un comentario