Groserías comparten patrones sonoros en diversos idiomas

Las groserías están presentes en cada uno de los idiomas hablados en este planeta. A menudo, estas maldiciones suelen hacer referencia a temas considerados tabú: partes íntimas, sexo, secreciones corporales, heces y otro tipo de situaciones desagradables. Sin embargo, un reciente estudio encontró que las groserías comparten patrones sonoros en diversos idiomas. Por lo que este aspecto podría influenciar la expresión de estos tabús en diferentes culturas.

Groserias comparten patrones sonoros1

Según la teoría lingüística, en la mayoría de los casos el vínculo existente entre el significado de una palabra y su sonido es completamente arbitrario. Pues el artículo, firmado por Ryan McKay y Shiri Lev-Ari, parte de una premisa que contradice la noción anterior.

El experimento.

Además de las onomatopeyas, palabras que “emulan” el sonido de sus significados, tenemos otros elementos sonoros con características similares. Por ejemplo, la palabra “nariz” que, en la mayoría de los idiomas, aparece con una sonoridad nasal muy marcada en la “N”. También están las palabras “papá” y “mamá”. Pues, según esta investigación, el sentido ofensivo de una grosería también puede encajar en un fondo sonoro común.

La mayoría de las groserías en inglés abusan de los fonemas plosivos, la clase de sonido que producen las consonantes cuando se bloquea el aire en la salida de la boca. Tal es el caso de las letras “K”, “T”, y “P”. Aunque, esta clase de recurso no es tan recurrente en otros idiomas. En realidad, los investigadores encontraron que las groserías en diferentes idiomas no suelen presentar una clase de sonoridad denominada “aproximante”.

Los sonidos aproximantes, que rara vez se encuentran en las groserías, se producen mediante una leve obstrucción del aire a través de las letras “L”, “R”, “W” e “Y”. Por eso, se le considera menos ofensivo que otros tipos de sonido.

Patrones sonoros de las groserías.

Para demostrar la hipótesis, los investigadores convocaron a un grupo de voluntarios para adivinar, entre múltiples pares de palabras con sonoridades semejantes, cuál era la grosería. Cabe destacar que estas personas no dominaban el idioma en el que estaban estas palabras. Sorpresivamente, la gran mayoría identificó como groserías a las palabras que no incluían sonidos aproximantes.

Más de 215 voluntarios colaboraron con este experimento, hablando una variedad de idiomas como el francés, árabe, mandarín, finlandés, alemán, español, etc. Es una conclusión interesante, principalmente porque ayuda a explicar por qué el inglés cuenta con versiones de groserías adaptadas, suavizadas y aceptadas.

Estas maldiciones, alteradas en el sonido, pueden decirse en cualquier contexto y no tienen la misma carga ofensiva que las originales. Tal es el caso de “darn”, una especie de “caramba”, adaptado directamente del “danm”, que significa “maldita sea”, y es vista como una grosería más grave. Otro caso es la expresión “frigging”, la versión correcta y suavizadas del famoso “fucking”, la grosería más popular de este idioma.

Sonoridad de una grosería.

“En muchos países, las groserías están reguladas por la ley. De hecho, algunas groserías se consideran tan ofensivas que en los espectáculos de televisión solo se permite su difusión en horario nocturno. Parte de lo que proporciona potencia a una grosería es el tabú al que hace referencia. Entre los sospechosos habituales destaca el sexo y las secreciones corporales”, apuntan los investigadores.

“Sin embargo, estos hallazgos sugieren que las sonoridades juegan un papel esencial en las groserías. También que las maldiciones tienen patrones de sonido universales”, concluye el artículo.