Después de hacer una copia de la fotografía, entregué el contenido del paquete que había recibido a la policía. Hasta donde pude observar, las huellas dactilares estaban demasiado dañadas como para obtener algún tipo de identificación. Los oficiales revisaron la caja para buscar algún tipo de ADN, pero evidentemente la habían limpiado muy bien antes de enviármela. Las únicas huellas dactilares que encontraron fueron las del personal de correo. Me dijeron que mantendrían la investigación abierta, exactamente lo mismo que me habían dicho meses antes. Estaba decidido a investigar por mi cuenta para llegar al fondo de todo esto.
Le dije a mi esposa que tendría que salir del estado para realizar una investigación sobre mi proyecto actual. Estoy prácticamente seguro que se dio cuenta de mi mentira, pero simplemente dejó que me fuera para evitar el conflicto. Para no dejar a mi familia sin su protector principal, elaboramos un meticuloso plan para transportar a los niños a diferentes lugares. Nuestra hija fue a casa de mi hermana en Wisconsin, y nuestro hijo se dirigió a casa de sus abuelos en California. Digo que fue meticuloso pues contamos con la participación de otras personas que nos ayudaban a cambiarlos de automóvil en cada estado para asegurarnos de que nadie los estaba siguiendo. Una vez que sentí que mis hijos estaban a salvo, me aseguré de que mi esposa se sintiera cómoda quedándose en casa. Me aseguré que tuviera acceso inmediato al arma que guardábamos en casa, sólo por si acaso, y emprendí mi camino hacia el medio oeste.
Tras aproximadamente 15 horas conduciendo, finalmente llegué a la pequeña ciudad donde se encontraba Daisy’s Diner, que decidí sería mi primera parada. Me detuve en el mismo cajón de estacionamiento donde ingresaron al auto aquella primera vez. Estaba mucho más sucio de lo que recordaba, el terreno estaba lleno de toda una variedad de basura. Momentos después me dirigí frente a un largo ventanal del edificio, pues así podría ver mi automóvil desde el interior. Caminé hasta el restaurante y la primera cosa que vi fue a la misma camarera que atendió a mi familia durante nuestra primera visita, sólo que esta vez tomé nota de su nombre, Roberta. Había otras personas en el restaurante: dos hombres comiendo juntos en una misma mesa, un hombre y una mujer en otra y tres hombres comiendo por separado en el mostrador. No pude reconocer a ninguno de los presentes. Por su manera de comportarse, me di cuenta que Roberta no me recordaba. Me senté y preguntó si quería algo de beber. Le dije que no estaba allí para comer.
Tomé la copia que le había sacado a la fotografía de la pequeña y le pregunté a Roberta si, por casualidad, tenía alguna idea de quién era la niña. La observó durante un buen tiempo, pero al final me dijo que no la reconocía. Mientras me entregaba la foto, uno de los jefes gritó «¿qué demonios está sucediendo allí?». Lo regresé a ver, y entonces me di cuenta que dirigía su atención hacia el exterior. Seguí la línea de su mirada, y entonces me encontré con un hombre encapuchado parado justo al lado de la puerta del conductor en mi automóvil. Inmediatamente me levanté y salí corriendo, tan pronto como llegué a la salida el hombre salió a toda prisa.
Intenté seguirlo por una de las esquinas de Daisy’s y ahí fue donde me desmayé. Lo último que recuerdo es haber reconocido una máscara bajo la capucha, y algo sólido golpeándome a un lado de la cabeza, dejándome completamente inconsciente.
Cuando finalmente volví en sí, estaba en una completa oscuridad. No me habían atado o amordazado, pero era incapaz de distinguir el entorno. Me creí capaz de ponerme de pie, y cuando lo hice, aproximadamente 25 televisores se encendieron de una sola vez. En cada una de las pantallas había estática, con el volumen al máximo. Murmuré «¿hola?», pero el sonido de mi voz fue barrido por la estática. Entonces, de una forma tan repentina que me hizo saltar, cada una de las pantallas pasó a mostrar una imagen. Era la misma habitación que había visto en el video del asesinato de la niña. La misma bufanda blanca estaba colgada, arrastrándose en el piso, pero en esta ocasión con un fragmento manchado de sangre. Asumí que era sangre de la pequeña, pero no había manera de saber si sólo había una víctima. Algo me hacía dudar.
Un hombre apareció a cuadro, pero me dio la espalda durante todo el video. Me habló con una voz aguda y grave. La mejor forma de describir su tono de voz es que resultaba infantil, como un pequeño niño emocionado.
“Hola papá de Katie. Me da gusto que tengas mi regalo. No quiero hacerle ningún daño a tu hija, la gran artista, sólo quiero que sea mi amiga y dibuje para mí. Regresé aquellos dibujos que no fueron mis favoritos y me quedé con los que me gustaron, que ahora son míos. Todo lo que busco es una amistad con Katie. Katie, Katie, Katie. Es una excelente artista. (Ahora con un tono más agresivo) Pero tú has impedido que seamos amigos. Estás provocando que te saque del camino pero no quiero hacerlo pues los amigos no lastiman a los padres de sus amigos. Quiero ser un buen amigo y no un mal amigo. Entonces, hagamos las cosas simples. Si prometes dejar que tu hija la artista sea mi amiga, te dejaré en paz. Pero si continúas siendo desagradable, me enojaré mucho. ¿Prometes qué serás agradable?».
Apenas murmuré «¿Si?» con la incertidumbre de si se trataba de un video o una transmisión en vivo, si estaba siendo observado o no.
Hubo un momento de silencio, y entonces volvió a hablar, esta vez más tranquilo.
«Bien. Pero ya que eres tan atrevido, no te diré cómo salir». Entonces dejó salir una risa repugnante e infantil. Después, el video simplemente se cortó.
Ahora, otra vez completamente a oscuras, empecé a sentir las paredes a mí alrededor buscando alguna especie de salida. Me di cuenta que por detrás de los televisores el espacio iba mucho más allá de lo que podía observar. Hice mi mejor esfuerzo para mover los televisores, pero la mayoría eran antiguos y difíciles de desplazar. Entonces pensé en palpar el techo, pues se encontraba a unos centímetros de mi cabeza, y en algún punto fui capaz de empujar, momentos después la luz del Sol se deslizó a través de las grietas.
Retenido por nada más que un débil pestillo, salí rápidamente del lugar y me encontré en medio de un denso bosque. Había una bolsa justo al lado de la escotilla de salida donde encontré todas mis pertenencias. Me dirigí inmediatamente al teléfono celular pero no tenía ningún tipo de cobertura, después utilicé su brújula incorporada para intentar hacer una llamada al 911 sin éxito. Después de caminar hacia el oeste (no estoy seguro de por qué elegí ir en esa dirección) durante alrededor de una hora y media, salí a una carretera. Después de avanzar hacia el norte durante otros 45 minutos, un camionero se detuvo y me preguntó a dónde iba. Le dije que a Daisy’s Diner.
Desde ese punto nos encontrábamos a tan sólo media hora del restaurante. Supongo que, después de todo, había ido en la dirección indicada. El hombre se mostró muy tranquilo y, para mi tranquilidad también, no me hizo preguntas. Me dejó en Daisy’s y se despidió asintiendo con la cabeza, negándose ante mi oferta de dinero, después aceleró. Me metí al auto y miré mi frente en el espejo, tenía un corte de tamaño considerable que había sido cocido y curado, pero aún dolía bastante.
Me di cuenta que finalmente tenía señal en mi teléfono, así que llamé a la policía. Fueron hasta donde estaba y los llevé al sitio donde me tenían prisionero. Lo primero que dijeron fue que no había nada en kilómetros a la redonda en ese lugar. Ni negocios, cabañas, casas, nada. Buscaron la escotilla por donde había salido, pero encontraron que todos los televisores estaban destrozados y los cables cortados. Buscaron por la parte trasera de los televisores, donde sospechaba que había un túnel, pero tras una pequeña curva se detenía. Era como el inicio de un túnel que jamás fue terminado. Otra vez tomaron mi declaración y examinaron mi herida diciendo que había sido correctamente tratada. Finalmente me dejaron en mi auto en Daisy’s y dijeron que llamarían si tenían cualquier información extra, pues se mantendrían vigilando el área donde me tenían retenido.
Para ese entonces ya empezaba a oscurecer y el dolor de cabeza me estaba matando, al grado que me parecía imposible conducir largas distancias, así que me dirigí al único lugar que conocía para poder descansar, quizá allí obtendría alguna respuesta. Me dirigí de nuevo al motel donde me habían entregado el primer dibujo.
Cuando ingresé, miré a través de la ventana de la oficina y me encontré con el hombre de hacía algunos años. No puedo afirmarlo con seguridad, pero me pareció que al verme, el hombre tomó el teléfono para realizar una llamada, dijo algunas palabras y colgó. En ese momento creí que era parte de mi paranoia, pues cuando ingresé no mostró alguna señal de recordarme. Parecía auténticamente interesado cuando le conté lo que sucedió durante aquella primera incursión en su lugar de trabajo. Tras una breve charla me dirigí a la habitación y caí rendido antes que pudiera tomar alguna medida de seguridad. Afortunadamente, desperté y descubrí que no había sucedido nada. Al menos hasta que salí.
Cuando salí de la habitación vi que los 4 neumáticos habían sido pinchados. Todo lo que podía hacer era reírme, esto parecía algo tan patético en comparación con la tortura psicológica que mi familia y yo habíamos soportado. Llamé a un mecánico de la localidad y en el transcurso de una hora había cambiado todos los neumáticos. Entonces regresé a la carretera, tomando todos los atajos y vueltas que pude para asegurarme que no me seguían. Regresé a casa tras aproximadamente 20 horas de conducción y logré tener a mi familia reunida otra vez. Resultaron ilesos durante mi ausencia.
La vida sucedió normal durante un largo tiempo. Aproximadamente durante un año, según puedo recordar. Entonces, una noche, me despertaron tocando a la puerta. Tomé el arma y me acerqué cuidadosamente a la entrada, donde tocaban repetida e incesantemente. Desactivé el sistema de alarma, abrí la puerta y me encontré con un pequeño trozo de papel plegado bajo una pequeña roca. Pasé por encima del dibujo y me metí en el césped para ver de quién se trataba, pues no pudo haber ido muy lejos entre el último golpe y el momento en que abrí la puerta. Miré por la calle en ambas direcciones y no había nadie.
Admito que en ese momento no pensaba muy bien. Incluso con la adrenalina en mi sistema, todavía estaba medio dormido, así que me di la vuelta y regresé a la puerta. Tomé el trozo de papel del suelo y entré. Después de cerrar la puerta y reactivar la alarma, abrí el papel para ver de qué se trataba en esta ocasión.
Esta imagen tan particular era un autorretrato que había hecho Katie, un dibujo de cuerpo entero de sí misma. En esta ocasión el acosador agregó una versión delgada de sí mismo, sosteniendo la mano de mi hija. Katie había escrito en la parte superior del dibujo «YO», pero ahora había una X remarcada sobre la palabra y a continuación «NOSOTROS». Creyendo que se trataba de otro intento por aterrarnos, puse el dibujo en un cajón y decidí llamar a la policía, pero primero me dirigí ver a Katie.
Subí hasta su habitación y empujé la puerta que estaba casi cerrada. Sentí el momento exacto en que palidecía mi cara y esa sensación tan familiar de que el corazón se hundía en mi estómago. Pero esta vez era mucho peor. Esta vez sentí que nunca dejó de hundirse. Katie no estaba en su cama, la ventana estaba abierta y las cortinas ondeaban. Había secuestrado a mi hija.
Parte V
por cuestiones de la universidad, no pude seguirle el hilo a la historia. Pero, que esta de la p*ta madre! muchas gracias Hery voy por el último capítulo. Esto del secuestro de la nena era de esperarse.
¡¡Es la casa de los Simpsons!!
con un demonio esto se esta poniendo intenso. ojala y no la mate…
Tuvo mas solides que el relato pasado, es que enserio lo senti muy apresurado al final, este recobra la esencia.
Muchas gracias por estos buenos momentos Hery.
ya se prendio esta mierd@!!! jaja
cuantos capitulos faltan jajaa estoy muy entretenida
Falta solo uno
No se si esté en lo correcto, pero la cantidad de personas que estaban en la cafetería eran exactamente las mismas que cuando hicieron el primer viaje ahi, aunque tendré que corroborarlo al leer nuevamente la parte I.
maldita seaaaaaaaaa ya que termine esta angustiaaaaaaaaaaaaaaaa
Alguien notó que es la casa de los simpsons?
es verdad, no lo habia notado, se ve bart, lisa y marge,
exelente el relato! no puedo esperar por el desenlace!!
AAAASOPOTAMAMAAA YA SUBAN EL VI EL VI EL VI EL VI EL VI EL VI
La ptm que lo parío al secuestrador, ni modo, solo queda esperar al otro jueves…
Carajoooo!!!!!! Maldito suspenso, me esta matando. Ching0n relato.
Excelente relato!!! Soy fiel seguidor de marcianos y cada vez mas de tus relatos. Felicidades, espero la siguiente entrega