Usando fructosa como reserva de energía, la simpática rata topo lampiña se burla del peligro, pudiendo sobrevivir en ambientes donde el aire es escaso. Quizás sea fea, pero es muy intrigante. Un verdadero alien en la familia de los roedores, y la rata topo lampiña es un ser extraño no sólo por su inusual apariencia. Dentro de ese cuerpo arrugado, sin pelo y con dientes enormes, reside una capacidad de supervivencia increíble.
Investigaciones anteriores ya habían descrito su maravillosa habilidad de nunca contraer cáncer, y los resultados de un estudio realizado por científicos estadounidenses agregan un tópico más a la lista de extravagancias que la rodean: logra sobrevivir sin oxígeno durante largos 18 minutos. Mucho más intrigante que esta habilidad, es el proceso que desarrolla para lograrla – imitando un mecanismo metabólico hasta entonces exclusivo de las plantas.
El roedor que se convierte en planta.
De la misma forma que el resto de los mamíferos, las ratas topo lampiñas (Heterocephalus glaber) obtienen energía a partir de la quema de glucosa. Ante la presencia de oxígeno, la glucosa es transformada por el cuerpo en ATP, una molécula menor que es la fuente primaria de energía para las células.
Cuando se presenta una emergencia, la ruptura de glucosa sin oxígeno puede mantenerse durante cortos periodos de tiempo, pese a que resulta 20 veces menos eficiente. Pero la vida bajo tierra no es de las más fáciles – al grado que el aire en abundancia podría considerarse un artículo de lujo. La solución que encontró la rata topo lampiña simplemente consiste en pasar a producir ATP a partir de la fructosa, un proceso que implica cero inversión de oxígeno.
La fructosa es el principal carbohidrato de reserva para las plantas. Es uno de los subproductos de la fotosíntesis, junto con la glucosa y la sacarosa. Estas dos últimas son transformadas en fructosa a partir de una serie de reacciones químicas, y son almacenadas en los frutos o semillas de las plantas, que después pasan a los animales a través de la alimentación.
La rata topo lampiña logra utilizarla como fuente energética porque posee moléculas y enzimas capaces de romper la fructosa – que tiene mucha menos energía, pero puede representar esa sutil diferencia entre la muerte y la vida.
Privación de oxígeno.
Un experimento llevado a cabo en la Universidad de Illinois, en los Estados Unidos, concentró en un ambiente con cero disponibilidad de oxígeno a las ratas topo lampiñas y a otros conejillos de indias, usados como control. Ante la ausencia de aire, ambos grupos se “apagaron” por instinto. Pero a diferencia de los ratones comunes, que al desmayarse ya han pasado a una mejor vida, la ratas topo lampiñas se mantienen en un estado de «animación suspendida» durante aproximadamente 18 minutos.
En dicho estado los procesos vitales se desaceleran casi por completo, sin provocarles la muerte. A pesar de que órganos vitales como el cerebro y el corazón se mantienen intactos, siguen funcionando a un ritmo bastante diferente a lo habitual – por ejemplo, el corazón pasa de 200 latidos por minutos en un estado normal a 50 latidos en la animación suspendida.
A consecuencia de los reducidos niveles de oxígeno estos animales entran en una especie de trance: dejan de moverse, se mantienen con los ojos semi-abiertos, y el pulso se reduce drásticamente. Al mismo tiempo aparecen picos de fructosa en la sangre – según se especificó en el estudio publicado por la revista Nature.
Dicha estrategia pudo haber evolucionado a consecuencia del estilo de vida un tanto precario que las ratas mantiene, explica Thomas Park, autor del descubrimiento y profesor de la Universidad de Illinois. Las madrigueras de las ratas topo lampiñas suelen ser muy reducidas, y tienen que convivir e incluso dormir con un gran número de vecinos.
En el siguiente video, los investigadores dan más detalles sobre este increíble mecanismo, tan extraño como la apariencia de las propias ratas topo lampiñas.
Las ratas topo ¿se comen?
Piensen en las ventajas… no hay pelos, punto para los chinos!
Sí se comen: Asadas, fritas, en caldo, etc.,
Pero lo recomendable es comérselas crudas, ya que así conservan la mayoría de sus proteínas. Lo que sí no me parece bien, es que no tengan pelos, porque los pelos le da un mejor sabor a la carne.