Marcos Rodríguez Pantoja tenía tan sólo siete años cuando fue rechazado por su familia y, completamente solo, se las arregló para sobrevivir en las montañas. Esta es una historia más de niños ferales, pequeños que fueron criados por animales. Aunque existen casos auténticos como el de John Ssebunya, es importante aclarar que muchas de estas historias poseen un origen dudoso, y se sospecha que fueron inventadas para sacar algún tipo de provecho económico.
Desde siempre, cuando se conoce un caso de este tipo la atención de la prensa y los curiosos se vuelca al desarrollo de la historia. Por eso, no es de extrañar que la historia ficticia presentada en «El libro de la selva» llegara a la pantalla grande como una producción animada y, más recientemente, en forma de live action.
El niño lobo.
La figura principal de esta historia, Marcos Rodríguez Pantoja, tenía apenas tres años cuando perdió a su madre. Su padre contrajo matrimonio con otra mujer, y durante mucho tiempo el pequeño Marcos fue víctima de abuso por parte de ambos; sin embargo, lo peor estaba por llegar. En 1953, su padre decidió deshacerse de él vendiéndolo como esclavo a un pastor ermitaño. Cuando este hombre murió, el pequeño se encontró en el completo abandono y tuvo que hacer hasta lo imposible para sobrevivir.
Marcos vivía en la Sierra Morena, una cordillera situada al sur de España, y en ese momento buscó refugio en las montañas. Se adentró en un lugar inhóspito lleno de animales salvajes.
Años más tarde el niño salvaje fue entrevistado por Gabriel Janer Manila, un antropólogo que estudió de cerca el caso. En esa ocasión Pantoja mencionó que solía beber leche de cabra, comer raíces en las mañanas y pasar la mayor parte del día con lobos. Este último detalle, el más peculiar de su travesía, fue el que lo dio a conocer al mundo como «el niño lobo».
Volviendo a la civilización.
En 1965, dos guardias forestales localizaron a Marcos y, contra su voluntad, lo ataron y amordazaron para llevarlo de vuelta a la civilización. Pasó 11 años en el bosque y no dejaba de aullar solicitando ayuda a la manada. En 1976, Manila escuchó sobre este niño feral y decidió investigarlo. Rodríguez Pantoja no tuvo mayor problema en concederle una entrevista.
Pantoja recordó una de sus primeras noches en las montañas. «Les robé un trozo de carne y aparecieron gritos por todas partes. Mamá me lo quitó de la boca mientras dormía. Pensé que me mataría, pero no. Me dio un trozo, me lamió y me envolvió con su cuerpo. Hoy, esa es la única madre que conozco».
A medida que pasaba el tiempo en las montañas, el niño olvidaba el comportamiento y los hábitos humanos. Dejó de hablar y pasó a comunicarse exclusivamente con aullidos y ladridos. Mencionó que al poco tiempo logró entender a los animales. «Los animales me orientaron sobre la comida. Lo que ellos comían, yo lo comía», dijo en 2013 durante una entrevista para BBC.
El joven tuvo mucha dificultad para retomar la vida en sociedad. Una vez que lo rescataron de las montañas, lo enviaron al Hospital de Convalecientes de Fundación Vallejo, en Madrid. En este lugar, las monjas lo enseñaron a vestir, caminar erguido y hablar de nuevo.
Abandonado.
Cuando las autoridades españolas localizaron al padre, no ejercieron ningún tipo de acción en su contra y este hombre simplemente volvió a rechazar a su hijo. Ahora, Pantoja tenía que trabajar para sobrevivir, cosa que no fue nada fácil. Aprovechándose de su ingenuidad, lo engañaron muchas veces e incluso hicieron vender drogas sin su conocimiento. Harto de tantas decepciones, el joven se mudó a Málaga, otra ciudad al sur de España.
Aunque la identidad de Rodríguez se mantuvo en el anonimato mucho tiempo, la película Entre Lobos (2010) rescato su trágica travesía en la Sierra Morena. Desde entonces le llovieron solicitudes de entrevistas en varios programas de televisión, pero Marcos siempre optó por una vida tranquila en el campo. No le interesaba la fama y mucho menos la exposición. En 2018 dijo que estaba decepcionado de la naturaleza humana y que preferiría regresar a las montañas.
Como su padre nunca mostró interés por cuidarlo, Marcos encontró cierto cariño en un policía retirado que le mostró apoyo desde el principio. Manuel Barandela Losada estuvo al pendiente de Pantoja hasta el momento de su muerte. El niño lobo solía llamarlo «jefe» y lo consideraba un miembro de su familia.
Actualmente, Marcos Rodríguez Pantoja tiene 74 años y vive gracias al apoyo financiero de una familia neerlandesa. Ocasionalmente acepta invitaciones para dar conferencias y recordar su experiencia en las montañas. Aunque tiene ganas de volver a la vida salvaje, por ahora el niño lobo dice que seguirá donde está.
Algo parecido me pasó con las gatas… son mi perdición… es la cruz que tengo que cargar… de hecho, estoy decepcionado de la naturaleza humana, y preferiría estar con unas gatotas justo ahora… de esas de moral olvidadiza… las gatas…