En julio de 1889 tuvo lugar uno de los casos más notorios de asesinatos en la historia de Francia. Ese mes desapareció Toussaint-Augustin Gouffé, un agente judicial de la corte parisina. Un acontecimiento de este tipo provocaría un gran revuelo; sin embargo, coincidió con el clímax de la Exposición Universal de París y, con tanta gente en la Ciudad de las luces, inicialmente se le dio poca importancia a la ausencia de Gouffé. Tres semanas y casi 500 kilómetros después las autoridades empezaron a preocuparse cuando un cadáver fue encontrado en las cercanías de Lyon.
El descubrimiento del cuerpo lo hizo un trabajador de caminos, que siguió un olor muy desagradable hasta una bolsa de hule oculta bajo un arbusto en la calzada. Dentro encontró un cuerpo desnudo, enrollado en siete metros de cuerda y con un saco de tela negra sobre la cabeza. Los encargados de examinar el cuerpo concluyeron que aquel hombre había muerto estrangulado, en determinado momento entre las tres y cinco semanas antes de que el cadáver fuera descubierto.
Dos días después de este hallazgo, encontraron un baúl abandonado cerca del lugar. El mueble tenía un olor característico a descomposición, y exhibía una etiqueta de envío de París. Todo parecía indicar que estaba relacionado con la desaparición de Gouffé.
Sin embargo, en un primer momento el forense no encontró ningún indicio particular que sugiriera que el cadáver pertenecía a Gouffé.
Calcularon que el cuerpo correspondía a un hombre de entre 35 y 45 años, mientras que Gouffé en ese instante tenía 49. Además, Gouffé tenía el pelo castaño y la cabellera del muerto era negra. Un cuñado de Gouffé fue solicitado para que reconociera el cadáver, y él tampoco pudo identificarlo como su pariente. En última instancia llevaron el cadáver a la fosa común.
Pero no se quedaría en ese lugar por mucho tiempo.
La revelación del caso.
Unos meses después, la determinación del jefe de la Unidad de Investigación de París, Marie-François Goron, lo llevó a solicitar a las autoridades de Lyon la exhumación del cuerpo para practicarle un nuevo examen. Al principio mostraron reticencia, afirmando que después de cuatro meses no había forma de que un análisis adicional ofreciera resultados viables. Pero Goron tenía un as bajo la manga, se trataba del Dr. Alexandre Lacassagne.
Lacassagne era un famoso criminólogo y un pionero en el emergente campo de la ciencia forense. El 13 de noviembre de 1889 dio inicio una autopsia de una semana sobre los restos exhumados. Basándose en una muestra de cabello tomada del peine de Gouffé, así como en la descripción de una lesión en la espalda en el reporte para personas desaparecidas, el Dr. Lacassagne fue capaz de identificar positivamente el cadáver.
Una vez que determinaron que el cadáver pertenecía a Gouffé, las piezas restantes del caso se fueron acomodando en su lugar. Las autoridades investigaron las actividades de Gouffé justo antes de su desaparición, y notaron que había estado interactuando con un par de estafadores: un hombre llamado Michel Eyraud y su amante, Gabrielle Bompard. Este par había huido de París el 27 de julio: dos días antes de que se reportara la desaparición de Gouffé. Por otro lado, el baúl condujo a las autoridades hasta un carpintero londinense, quien confirmó haber vendido la pieza a Eyraud y Bompard.
Los asesinos.
Al final se supo que la pareja había orquestado un plan para atraer a un hombre acaudalado al apartamento de Bompard con el objetivo de robarle y asesinarlo. Gouffé era un viudo relativamente acomodado, además tenía fama de mujeriego, características que lo convirtieron en el blanco perfecto para el par de criminales.
Después de asesinar a Gouffé, la pareja embolsó el cuerpo y lo puso en el baúl, a continuación el baúl fue transportado en ferrocarril hasta una estación de tren en Lyon, donde Eyraud y Bompard recuperaron el paquete para trasladarlo al bosque donde se deshicieron de él.
El plan original no implicaba abandonar aquel baúl, que en última instancia los identificó como los asesinos. Pero el peso del mueble y el terrible hedor se hicieron tan insoportables que terminaron desechándolo.
Los delincuentes fueron detenidos y juzgados en diciembre de 1890. Eyraud fue condenado a la pena capital y lo guillotinaron en febrero de 1891. Bompard alegó que Eyraud la había obligado a delinquir a través de la hipnosis. A ella la condenaron a 20 años de trabajos forzados y le redujeron la condena por buen comportamiento. Murió a comienzos de 1920.
En cuanto al Dr. Lacassagne, su exitosa identificación del cuerpo de la víctima resultó un gran avance en la ciencia forense. La investigación subsecuente se convirtió en un caso de estudio en la formación de criminólogos. Muchos de los métodos que Lacassagne aplicó en su autopsia de una semana, hoy son practicados de forma rutinaria en los exámenes forenses.
buena historia, aunque falta explicar porque el cadáver tenia el cabello de distinto color??? eso no lo explicaron
Fue un error de los encargados del primer examen. Lacassagne, después de lavarle el pelo, descubrió que el color negro se debía a un recubrimiento de suciedad que se había formado por la descomposición.
y hasta ahora lo dices… muy sospechoso…muuuy sos-pe-cho-so… (lease con una pipa de tabaco en la mano)
Osea que para 1889 o.o ya existían las bolsas de plástico?
Al principio especifiqué que era de hule (para ese tiempo el caucho ya era popular), el término correcto es «oilskin cloth bag», que bien podría traducirse como bolsa impermeable (según yo era una bolsa de tela encerada, una bolsa de hule o un impermeable de hule).
El Henry educando pollitos desde tiempos antiguos.
Orale, chida historia