Cuando tienes el estrés encima, dejar de imaginar lo peor resulta extremadamente complicado. La mayoría sufrimos esto alguna vez en la vida, especialmente cuando se aproxima un evento importante. Imagina que mañana te citaron a las 9:00 a.m. para una entrevista de trabajo. Algunas personas consideran la clase de preguntas que les pueden hacer para prepararse. O imaginan un escenario donde todo sale bien.
Hablemos de la catastrofización.
Sin embargo, otros pasan la noche en vela dando vueltas a la idea de la entrevista e imaginando el peor escenario posible. Si eres de estas personas, tienes una propensión la catastrofización. El término engloba ese comportamiento donde, al imaginar un evento futuro, asumimos que sucederá lo peor. Pese a que no tenemos la más mínima evidencia para inferir tal resultado.
A menudo, el catastrofismo es una característica distintiva de los individuos a los que les gusta tener el control. Aquellas personas que no toleran la incertidumbre. De hecho, la conducta se ha relacionado con la ansiedad. Lo que sugiere que el catastrofismo frecuente pueda ser un factor subyacente a ciertos padecimientos mentales.
Imaginar el desarrollo de un evento futuro de ninguna forma es una conducta perjudicial. De hecho, la reacción emocional que experimentamos en esa historia ficticia influye mucho en lo que sentiremos a futuro. Se trata de una forma incorrecta de “predecir el futuro”, pues somos incapaces de imaginar todos los escenarios posibles.
El ciclo vicioso de la catastrofización y por qué no puedes dejar de imaginar lo peor.
El problema surge cuando creamos una respuesta emocional equivocada a situaciones que todavía no suceden. Y es que nuestra suposición de lo que sucederá en el futuro influye mucho sobre nuestro comportamiento. Por ejemplo, es más probable que los individuos optimistas o realistas sobre el futuro se animen a probar cosas nuevas. En consecuencia, resulta más probable que se den cuenta de lo que salió bien en esas nuevas experiencias.
Mientras tanto, las personas que tienden a catastrofizar sobre aquello que podría salir mal, presentan menos probabilidades de experimentar cosas nuevas. Y cuando se animan a probar algo nuevo, es más probable que se percaten de lo que salió mal. El “error” se estampará en su memoria como una razón más de porque no deberían probar cosas nuevas en el futuro.
Es así como el catastrofismo produce estrés y ansiedad que te impiden disfrutar o aprender cosas nuevas.
1. Toma decisiones temprano.
Una de las mejores cosas que puedes hacer para dejar de imaginar lo peor es tomar decisiones por la mañana. Es común que nos preocupemos por situaciones futuras durante la noche. Y para muestra la expresión “consultar con la almohada”. Durante las noches, la parte racional de nuestro cerebro disminuye su actividad y la parte emocional la aumenta.
Así, tendemos a evaluar situaciones futuras desde una perspectiva emocional cuando estamos despiertos en la cama. Para empeorar la situación, la falta de sueño aumenta nuestra sensibilidad ante situaciones o cosas que consideramos amenazantes. Esto puede llevarnos a enfocarnos en lo que podría salir mal facilitando la catastrofización.
Quizás resulte provechoso recordarte a ti mismo que, esa madrugada donde te invade la preocupación, no estás pensando racionalmente. Y que lo mejor es esperar a que amanezca para tomar alguna decisión, cuando tu cerebro ya recibió su merecido descanso.
2. Sé más compasivo contigo mismo.
La catastrofización es impulsada por nosotros mismos. A menudo, recurrimos a ese crítico interior que usa palabras duras y termina despertando nuestro lado emocional (temor, inseguridad, frustración). En estos casos, puedes imaginar a tu crítico interior como si observara a través de los ojos de otro individuo. ¿Qué palabras está usando? ¿Le hablarías así a otra persona que se encuentra en una situación parecida?
A menudo, las respuestas a estas preguntas son “NO”. Toma conciencia de las palabras que usa ese crítico interior cuando estás preocupado o estresado. Si son palabras duras, procura hablarte a ti mismo con más compasión.
3. Imagina una mejor historia.
Pese a lo que puedas decirte a ti mismo, es poco probable que las cosas salgan tan mal en el futuro. Incluso si la regaste en el pasado. Si sueles catastrofizar eventos futuros, intenta imaginar escenarios donde esos eventos pudieran salir bien. A menudo, esto te hará sentir menos ansioso. Otro abordaje efectivo es imaginar varias historias plausibles sobre lo que podría suceder.
Al hacerlo, te ayudas a ti mismo a darte cuenta de que las historias que fabrica tu mente son solo eso: historias. Cuando te enfocas en las historias con resultados positivos, ayudas a reducir tus niveles de estrés y preocupación. Así, puedes dejar de imaginar lo peor.
4. Sé empático contigo mismo.
Además de compasivo, procura ser empático contigo mismo y no te exijas demasiado. Incluso para aquellos que son compasivos y empáticos con el resto, esto puede ser muy difícil de lograr. Y es que estos aspectos del comportamiento humano evolucionaron para facilitar la interacción social. Por lo mismo, la compasión y la empatía no están diseñadas para que las usemos en nosotros mismos.
Pero, hay algunas cosas que pueden ayudarte a contactar con esa voz compasiva en tu interior. Por ejemplo, preguntarte qué consejo le darías a un amigo si estuviera en tu situación. A menudo, esto te permite encontrar soluciones donde, de otra forma, solo estarías enfocado en el problema. Planificar escenarios futuros y considerar aquello que podría salir mal tiene un propósito evolutivo: mantenernos a salvo.
Pero, si a menudo te descubres catastrofizando al imaginar los peores escenarios, es importante recordar que esas cosas que te preocupan puede que jamás sucedan. Especialmente si esto afecta tu salud mental. Además, si llegaran a ocurrir los peores escenarios, probablemente resulten mucho mejor de lo que temes.