En la década de 1970, investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) desarrollaron un programa de computadora titulado World One. En el mismo se predijo el fin de la civilización humana para el año 2040. Pero, ¿estas previsiones tienen algún fundamento o es puro sensacionalismo? El objetivo del proyecto era crear un software para modelar la sustentabilidad global y evaluar el impacto de la actividad humana en la Tierra.
World One resultó mucho más potente de lo que se estimó al principio y terminó “agendando” el fin de la civilización humana para el año 2040. Si disfrutas aprendiendo de la historia, es probable que ya conozcas algunas de las numerosas previsiones apocalípticas que surgieron a través de los siglos, pero que nunca se hicieron realidad. Sin embargo, las “visiones” de este software se han concretizado, hasta cierto punto.
Las primeras predicciones del World One.
El 9 de noviembre de 1973, la cadena de televisión ABC emitió un amplio reportaje sobre el World One. En aquella ocasión lo describieron como “una visita guiada electrónica de nuestro comportamiento global desde 1900 y hacia dónde nos encamina este actuar”. Las catastróficas conclusiones del software surgieron al combinar una variedad de factores. Tales como el crecimiento poblacional, los patrones en los niveles de contaminación, la cantidad de recursos naturales y la calidad general de vida en todo el mundo.
El software corrió en la computadora de mayor capacidad, por ese entonces situada en Australia. Elaborando una serie de gráficas que pronosticaban lo que sucedería a la Tierra en el futuro. Todas estas previsiones estadísticas surgieron de los patrones que presentaban los factores antes mencionados. Estas predicciones se simplificaron en gráficas que abarcaban el lapso entre 1900 y 2060, donde destacaba el crecimiento acelerado de la población mundial al inicio.
Igual de interesante era la curva que indicaba el aumento en la calidad de vida de la población, al menos hasta 1940. Después de eso, la línea comienza a caer casi hasta los niveles de 1900, donde comienzan los registros. En otra curva se aprecia la progresiva disminución de los recursos naturales, consecuencia directa del aumento en la población. Mientras tanto, la curva de la contaminación reveló que los niveles de contaminación en la Tierra aumentarían drásticamente a partir de 1980.
2020: el año que marca el principio del fin.
Quizás se trató de una simple coincidencia, pero una de las previsiones más importantes se ubicó en el año 2020. Época en que aparece una caída dramática en la calidad de vida, un escenario que conduce a la muerte de un gran número de individuos. Si la visión de World One te parece familiar, recuerda que 2020 fue el año en que inició la pandemia global de covid 19.
“Alrededor del año 2020, la condición del planeta será extremadamente crítica. Si no se hace nada al respecto, la calidad de vida descenderá a cero. La contaminación se volverá tan grave que empezará a matar directamente a las personas. Esto conducirá a una acelerada caída en la población, que será menor incluso que en 1900. En esa fase, entre el año 2040 y 2050, la vida civilizada tal y como la conocemos dejará de existir”, sentenció el narrador de la ABC.
La predicción del World One era que nuestra especie colapsaría para el año 2040 si mantenía el ritmo de expansión poblacional e industrial de 1970. Este colapso marcaría el fin de la civilización humana. Pero, ¿será que nuestro planeta solo soporte dos décadas más con los niveles de contaminación actuales? En 1972, el Club Roma publicó “Los límites del crecimiento”, una obra donde se detallan los pormenores de la investigación realizada en el MIT. El objetivo de este libro era desechar la idea de que los recursos de la Tierra son infinitos.
¿Podemos escapar a extinción?
El financiamiento para la creación del World One provino del Club Roma, una “plataforma” integrada por ex líderes de estado, pensadores, científicos y funcionarios de las Naciones Unidas. El objetivo de esta organización es “abordar las múltiples crisis que la humanidad y el planeta enfrentan”. El estudio fue liderado por Jay Forrester, un ingeniero de sistemas que también participó en la creación de la memoria de núcleos magnéticos.
Tras la divulgación del estudio, el Club Roma sugirió que las principales potencias mundiales debían frenar el uso y abuso de los recursos naturales. En esa época el principal responsable era Estados Unidos que, según el reportaje transmitido en ABC, consumía el 60% de los recursos naturales del planeta.
Por otro lado, cuando se les preguntó si los gobiernos deberían tener mayor control sobre las acciones de las empresas privadas y la exploración que hacen estas de los recursos naturales, se mostraron mucho más flexibles. Alexander King, uno de los líderes del Club Roma, ponderó la influencia del mercado en la solución de la problemática. “Algo tan simple como una nacionalización y cosas de esa clase no ayudarían del todo pues debe mantenerse un abordaje de incentivo. Muchos de los buenos aspectos en la iniciativa privada se necesitan aquí, pero no en la antigua forma de explotación donde las fuerzas del mercado controlan todo el panorama”.
¿Tiene sustento esta predicción del fin de la civilización humana?
Sin lugar a dudas, las previsiones hechas por el World One son alarmantes. Pero, ¿siguen teniendo sustento? En 1999, la ABC retomó el polémico informe e hizo nuevas predicciones bajo la asesoría de Keith Suter. La mayoría de las previsiones realizadas por el estudio sugerían que a principios de la década de 1990 la economía global sería catastrófica. Esto nunca sucedió.
En la ABC admitieron que el estudio presentaba “ciertas limitaciones”, aparentemente derivadas del uso de un modelo computacional. “Era la primera vez en que un modelo de computadora se empleaba para fines tan ambiciosos. El éxito de esta simulación depende de la calidad de información y de las capacidades computacionales del sistema. En 1970, los métodos para recopilar datos todavía eran rudimentarios”, se explicaba en la revisión del estudio. Además, los responsables reconocieron la falta de información para construir un modelo más detallado y preciso.
“Por ejemplo, muchos países ni siquiera sabían las verdaderas dimensiones de su población. Se hicieron numerosas mejoras en la recolección de datos nacionales, pero incluso hoy [en 1999] estamos lejos de contar con los datos necesarios para generar modelos más eficaces”. Por si fuera poco, la computadora sobre la que corrió el modelo de Wolrd One tenía numerosas limitaciones tecnológicas. Provocando que el número de ecuaciones a partir de las que surgieron las “predicciones” fuera pobre.
Además, es relevante la forma en que estas previsiones de los investigadores en el MIT contrastaron con el optimismo que prevalecía en los albores de aquella década. Donde todo parecía perfecto tras dos décadas de crecimiento económico acelerado tanto en Occidente como en Oriente. Simultáneamente, las consecuencias ambientales de este crecimiento económico no se dimensionaban correctamente.