Para empezar, no duermen. Al menos no como las personas. Para los peces no existe un periodo largo de descanso dedicado al sueño. En lugar de ello, estos animales disminuyen su actividad durante algunos segundos, varias veces, en el transcurso de todo el día.
Esto sucede porqué el acto del sueño es un fenómeno relacionado al nivel del metabolismo del animal. Los humanos poseemos un metabolismo elevado y un desgaste de energía mucho más grande. Por eso, un descanso largo y profundo resulta esencial para nosotros, pero no así para los peces. Además, para estos animales dormir podría significar la muerte, ya que frecuentemente se ven rodeados de depredadores.
Pero no todos los peces descansan de la misma forma.
El pez payaso recurre a la protección de sus enemigos cuando quiere relajarse. Logra esto pues el moco que secreta no reacciona químicamente con los tentáculos venenosos de las anemonas. De esta forma, se las arregla para pasar desapercibido y protegerse entre estos depredadores en los momentos de menor actividad.
Cuando cae la noche, el pez loro secreta una capa de moco tan espesa que automáticamente lo vuelve incomestible para sus depredadores. Así es que pasa la noche con mayor seguridad y puede disminuir su actividad durante periodos más largos.
Algunas especies de atún y tiburón no pueden dejar de nadar, ¡nunca! Y es que si lo hacen, pueden morir ahogados. Para estas criaturas marinas, nadar no solo es una forma de locomoción, sino también parte del movimiento natural de respiración, haciendo que el agua circule a través de sus branquias.