Cómo arruinar el sabor de una galleta con dos palabras

Existen dos palabras infalibles para arruinar el sabor de una galleta en la mente del consumidor. Algo tan simple como “consumer complaint” (queja del consumidor), puede arruinar el sabor de las galletas más exquisitas. Así lo concluye una investigación publicada en la revista Food Quality and Preference. Aunque se trate de productos del mismo paquete, basta con que las etiquetas difieran para producir este efecto.

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En el estudio se concluyó que la galleta no tiene el mismo sabor en el paladar de quién la come si presenta esta etiqueta en el empaque a comparación de otra que diga “new and improved” (nueva y mejorada). Otra etiqueta involucrada en el estudio de las galletas fue “factory typical” (prototipo de fábrica).

El experimento de las galletas y las etiquetas.

Para llegar a estos resultados, los investigadores contaron con la participación de 120 personas entre los 18 y 70 años de edad. Todos los cuales se encontraban en una base de datos del Centro de Evaluación Sensorial de la Universidad Estatal de Ohio. Básicamente, el experimento consistió en hacer que los voluntarios probaran muestras de galletas saladas y con chispas de chocolate. Los productos provenían del mismo paquete, y lo único que cambiaba eran sus etiquetas.

Tras cada bocado, los participantes tuvieron que evaluar el sabor en general de las galletas. También calificaron otros atributos específicos, como la intensidad del sabor o si estaba crujientes. Todas aquellas galletas con la etiqueta de “queja del consumidor”, recibieron una calificación significativamente menor en comparación con aquellas que se etiquetaron como “nuevas y mejoradas”. Evidentemente, esto confirma la enorme influencia que tienen las etiquetas en la percepción de los consumidores.

“Detectamos sesgos negativos y positivos, aunque el sesgo negativo resultó más evidente. El contexto negativo produjo un mayor impacto que el de la etiqueta de ‘nuevo y mejorado’ tuvo en evaluaciones positivas. Tal vez no resulte tan sorprendente. Pero la enorme diferencia llama mucho la atención”, mencionó Christopher Simons, el autor del estudio que trabaja como profesor de ciencia y tecnología de los alimentos.

El fracaso de los productos.

Simons dice que, incluso cuando las pruebas iniciales indican que tendrán éxito, hasta el 80% de los productos alimenticios que se introducen al mercado terminan fracasando. Para el profesor, los métodos empleados para evaluar el apoyo del consumidor deben actualizarse. “Hoy, las compañías ven a los humanos como un instrumento para identificar propiedades sensoriales de los alimentos y cómo hacen que sean del agrado del consumidor. Buscamos desarrollar una herramienta que nos permita reducir los fracasos en los productos y ayudar a las empresas a crear cosas que el consumidor realmente quiera”, explica Simons.

El experto advierte que estos resultados son una advertencia para aquellos que desarrollan nuevos productos. Pues en lugar de buscar una mejora en cada creación, deberían enfocarse en entender lo que los consumidores perciben como negativo y ajustar el producto según la respuesta.