En la región de Asia Menor, al sudeste de Turquía, sobre un área remota y salvaje que se extiende cientos de kilómetros encontramos la ancestral ciudad de Çatalhöyük (se pronuncia Cha tal uy uk). En la planicie de Konya y al margen de un río que se secó hace más de mil años, el inusual asentamiento es fuente de toda clase de misterios y enigmas.
Desapareció de los registros históricos hace muchos siglos y se redescubrió en 1958 cuando, accidentalmente, el arqueólogo James Mellaart buscaba huellas de ocupación humana en la región. El descubrimiento de fragmentos de vasijas antiguas sugería que se trataba de un hallazgo importante. Sin embargo, el equipo responsable de las excavaciones no tuvo una idea concisa de lo que había descubierto hasta que desenterraron las primeras ruinas.
La ciudad más antigua del mundo.
Lo que encontraron en ese lugar era mucho más antiguo y extraño de lo que podían imaginar. Poco a poco, los trabajos de excavación revelaron muros, artículos y restos de una civilización que habitó este rincón aislado del planeta en una época donde la propia humanidad era muy joven. Aquella ciudad desconocida no sólo figuraba como una joya de la antigüedad y el extraordinario escenario de un pasado remoto, también supuso un desafío a todo lo que se creía sobre los pueblos prehistóricos.
El aspecto más inusual de Çatalhöyük es, sin duda, la dimensión del asentamiento. Según los arqueólogos, la ciudad estaba habitada durante el período Neolítico, en algún punto del 7500 a.C. En las proximidades del lugar, las ruinas romanas construidas más de 6000 años después, resultan mucho más modernas en comparación. De hecho, la famosa Necrópolis de Guiza, en Egipto, se construyó en el 2700 a.C.
Tras el descubrimiento, inmediatamente Çatalhöyük pasó a considerarse uno de los asentamientos organizados más antiguos de nuestro planeta, recibiendo el título de “La ciudad más antigua del mundo”. Sin embargo, lo realmente extraño es que en esa época la mayor parte de la humanidad se organizaba en tribus nómadas.
Agricultura y ganadería en Çatalhöyük.
En los límites del complejo habitacional, los investigadores encontraron indicios de que la tierra se empleó para la agricultura, práctica revolucionaria para aquella comunidad de cazadores-recolectores. Una actividad prácticamente desconocida por los otros humanos de la época. Por si fuera poco, las excavaciones revelaron multitud de osamentas provenientes de ovejas, caballos, cabras, conejos, cerdos, perros y otros animales domésticos.
Esto sugiere que los habitantes de Çatalhöyük no sólo sabían domesticar animales, también los reproducían y criaban en cautiverio. En lugar de cazar animales salvajes, se dedicaban a la crianza para el sustento de la comunidad. Esta ciudad es un testimonio de la transición que hizo el nombre de un estilo de vida basado en la caza y recolección hacia la agricultura y domesticación de especies animales. Probablemente, este lugar fue escenario de la transición del hombre de nómada a colono, un hito en la evolución humana.
Estructura urbana compleja.
Sin embargo, los impresionantes hallazgos en la ciudad quedaron opacados por revelaciones aún más sorprendentes. A medida que la investigación avanzaba, Mellaart y otros arqueólogos encontraron que la estructura urbana de Çatalhöyük era extremadamente compleja. En primer lugar, la ciudad no contaba con calles normales: los habitantes solían transitar por muros de barro de baja altura y sobre los tejados de las casas. Las edificaciones se construyeron a base de ladrillos y yeso, sin ventanas ni puertas, con entradas en la parte superior.
El plano de la ciudad asemejaba a una colmena, incluyendo una red de laderas y rampas que conectaban los edificios y permitían a los habitantes desplazarse por encima de las construcciones donde también existían áreas comunes. Se desconoce si los habitantes manejaban el concepto de propiedad. De hecho, la organización social de Çatalhöyük es muy distinta a lo que se ha descubierto antes.
El arte de los habitantes en Çatalhöyük.
Por si fuera poco, al interior de cada vivienda se encontraron elementos artísticos que las diferenciaban entre sí, características que probablemente reflejaban el gusto personal de los ocupantes. Pinturas, diseños geométricos y glifos complejos son evidencia de que estos humanos reflexionaban sobre el mundo que los rodeaba.
Los cráneos de animales, especialmente toros y bueyes, se apreciaban y exponían en nichos sobre las paredes. El interés por estas piezas no es particularmente inusual en muchas culturas; sin embargo, para los habitantes de Çatalhöyük eran elementos relevantes. La inclinación artística de estas personas también se demuestra a través de huesos pulidos y fragmentos de obsidiana tallada. Dedicaban tiempo y esfuerzo a construir figuras y estatuas.
Una ciudad adelantada a su época.
Los arqueólogos también se sorprendieron por hallazgos anómalos en la ciudad, como un mural donde se retrata una vista aérea o panorámica de la ciudad y el monte Hasan, a unos 12 kilómetros de distancia. Para muchos, este mural es el mapa más antiguo del mundo pues revela la posición relativa de la ciudad y sus alrededores.
Otro hallazgo anómalo es una pieza de arte, la representación de una cabeza humana construida de yeso y piedra con ojos de obsidiana. Este artículo no se desechó, se encontraba cuidadosamente dispuesto en una urna de piedra tallada que depositaron en un nicho al interior de una casa, como si la hubieran guardado.
Muchas casas estaban equipadas con una especie de chimenea rudimentaria que les permitía mantenerse calientes y preparar alimentos. Además, cada propiedad contaba con una especie de ventana o extractor que mantenía el ambiente fresco y protegido del polvo. Los habitantes de Çatalhöyük llevaban una vida completamente distinta a otros humanos de la época, gozaban de seguridad y tenían comodidades únicas.
Otro aspecto exclusivo de esta civilización fue la forma en que disponían de sus muertos. Al comienzo, los arqueólogos no encontraron indicio alguno sobre la existencia de cementerios comunales, lo que llevó a suponer que los muertos eran sepultados en el desierto o cremados en algún lugar distante. Algo así indicaría que a los habitantes de esta ciudad no les interesaba tratar a los muertos con devoción.
La cultura de la muerte.
Sin embargo, estas suposiciones estaban completamente equivocadas. Los habitantes de Çatalhöyük no sepultaban a sus muertos en cementerios, sino en los cimientos de sus casas, probablemente como una forma de mantenerlos cerca.
El tratamiento dado a los cadáveres también es digno de mención. En varios casos se observó el cráneo removido y sepultado posteriormente, probablemente como parte de un ritual. En las tumbas encontraron indicios de que algunos cráneos desaparecieron o los llevaron a otros sitios, tal vez al interior de las propias viviendas.
Siguiendo la lógica de que utilizaban los cráneos de animales como adornos, es de suponer que algunas familias quisieran conservar los cráneos de sus seres queridos al interior de sus casas. Se mantenían exhibidos, a la vista de todos, hasta que regresaban a las sepulturas con los otros restos. Se desconoce el significado de esta práctica, pero, la costumbre se extendió por muchas generaciones. Tal vez la consideraban una forma de mantener a los seres queridos en sus vidas, aunque nos resulte un poco extraño imaginarlo.
Salud e higiene.
Más allá de esta peculiar costumbre, los ciudadanos se preocupaban mucho de la higiene pues existe evidencia de que la basura y el desperdicio se quemaba o enterraba. En las construcciones también se observan señales claras de restauración y mantenimiento preventivo. Por eso, no es de extrañar que los habitantes de Çatalhöyük mostraran estándares de salud muy superiores a los observados en el Neolítico. La expectativa de vida de estas personas era casi 15 años mayor a la de cualquier otro lugar en el mundo.
En pleno auge, Çatalhöyük albergó al menos 10 mil habitantes, lo que también la convierte en la ciudad más grande de la época. En aquel último período de la Edad de Piedra, una ciudad de ese tamaño sería equivalente a una metrópolis, como Nueva York, en la actualidad.
La utopía de Çatalhöyük.
Además de enorme, la ciudad era muy antigua. En las excavaciones se encontraron al menos 18 capas de ocupación humana, por lo que se había construido y reconstruido durante miles de años agregando toda clase de mejoras. Las estimaciones más conservadoras apuntan a que este lugar estuvo habitado al menos mil años, mientras otros sugieren que su existencia se extendió durante más de dos milenios.
Aunque no existe ningún tipo de registro, el análisis de los restos humanos reveló muy poca diferencia en la calidad de vida que tenían hombres y mujeres, además que las viviendas eran similares y en algunos casos prácticamente idénticas. Esto nos habla de una sociedad igualitaria con pocas divisiones sociales.
Tampoco se encontró indicio alguno de gobierno o centro administrativo encargado de regular la vida de los ciudadanos. Aparentemente, todos los habitantes tenían la misma importancia, nivel de salud, y acceso a los productos, lo que ilustra una auténtica utopía alcanzada en la prehistoria.
Aunque las hipótesis de los arqueólogos defiendan la existencia de una sociedad igualitaria en Çatalhöyük, ciertos indicios nos muestran que la ciudad no era completamente libre. Los habitantes estaban obligados a vivir bajo un control social muy estricto y, si se negaban, los expulsaban de la ciudad. Para que la sociedad funcionara en Çatalhöyük, se necesitaba cierta homogeneidad. Estas personas conservaron con tenacidad sus costumbres durante generaciones, y cualquier desvío se consideraba inaceptable.
Decadencia en Çatalhöyük.
La pregunta obvia: ¿si existía tanto equilibrio, por qué una ciudad como Çatalhöyük terminó desapareciendo? ¿Por qué una ciudad ocupada durante más de dos mil años quedó abandonada por familias que vivieron en total paz y tranquilidad durante generaciones?
Diversas teorías pretenden resolver esta cuestión, pero ninguna parece definitiva. Probablemente una serie de conflictos internos, motivados por la acumulación de riquezas, fue la causa del rompimiento entre los sectores de la población. Las viviendas más “nuevas” eran más grandes y revelan la posibilidad de que algunos habitantes se volvieran «más importantes» o «más ricos» que otros.
Disputas sociales y religiosas.
Otra teoría para la desaparición de Çatalhöyük culpa a la aparición de diversas religiones, cada una con sus propios dogmas y principios. En las excavaciones se encontraron varias estatuas de índole religioso. Las más antiguas son representaciones de una diosa de la fertilidad, ilustrada por la imagen de una Gran Madre que provee vida. Sin embargo, pareciera que estas imágenes se abandonaron en favor de otras deidades, la mayoría antropomórficas. Sobre todo, una deidad con una cabeza de toro que se volvió muy popular.
Es posible que la llegada de estas nuevas deidades causara un rompimiento en la armonía de esta ciudad. La construcción de al menos dos templos “recientes” en honor a ese dios Toro sugiere que las religiones en ascenso empezaron a demandar porciones cada vez más importantes de la ciudad. Esta teoría está reforzada por los hallazgos de objetos lujosos decorando la indumentaria de sacerdotes, que construyeron una clase social independiente.
Es imposible afirmar con certeza que este fue el principal motivo para la caída de esta ciudad, aunque tiene sentido. A lo largo de la historia, las disputas motivadas por diferencias ideológicas y religiosas se han convertido en un factor de turbulencia social. Y parece que en el Neolítico las cosas no eran distintas.
Probablemente algún día sepamos lo que sucedió con aquella gran ciudad. En la actualidad, una pequeña fracción de Çatalhöyük está desenterrada y es posible que las respuestas para todos estos enigmas se encuentren bajo tierra.
Lo han hecho los persas, los turcos de entonces eran unos salvajes
Eres la ciudad de Caín, que fundió después de haber sido expulsado por matar a su hermano Abel. 🤔
Al principio y a la mitad de la lectura sentí que Rousseau tenía razon, pero la última mitad y el comentario de @CAOS me recordaron que Hobbes tiene siempre la razon. Y es por eso que no podemos tener cosas bonitas.
«Violencia creciente:
El análisis de 93 cráneos del yacimiento ha evidenciado que unos 25 tenían facturas cicatrizadas; doce de ellos presentaban pruebas de haber sido atacados más de una vez, ya que tenían entre dos y cinco heridas producidas en momentos diferentes. Al parecer, estas heridas fueron hechas con objetos contundentes. Curiosamente, la mayoría de las víctimas son mujeres y las investigaciones revelan que fueron atacadas normalmente por la espalda. Larsen opina que la presencia de estos actos violentos podría ser el resultado de las inevitables tensiones que provocó en el asentamiento el constante aumento de la población y los retos que presentaba la convivencia entre tantas personas.»
FUENTE: NATGEO.
Al parecer la conducta violenta del ser humano esta bien definida desde nuestros ancestros.
PD: Desde el neolítico las mujeres ya eran jodidas. xD
Me resulta muy interesante la historia humana y este post lo demuestra fielmente gracias por la página Hery