Cadáveres en descomposición y su ecosistema universal

La muerte humana, un fenómeno inevitable y natural, abre paso a una cadena de eventos que culmina con la transformación física y química del cuerpo, un proceso conocido como descomposición. Un estudio recién publicado en la revista Nature Microbiology arroja luz sobre este intrigante proceso, revelando detalles revolucionarios sobre la consistencia y universalidad de las comunidades microbianas que participan en la degradación de los cadáveres.

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Los investigadores descubrieron que ciertos microorganismos, poco comunes en entornos donde no hay descomposición, convergen de manera sistemática y específica en cuerpos humanos en descomposición. Formando lo que denominaron “ecosistema de descomposición”.

Los microorganismos de la descomposición.

El descubrimiento emerge de un meticuloso experimento donde científicos enterraron 36 cadáveres humanos donados a la ciencia para descifrar cómo y cuándo se establecen comunidades de bacterias y hongos descomponedores. Al tomar muestras de la piel y el suelo circundante durante un periodo de 21 días tras la muerte, hallaron una composición microbiana notablemente uniforme, independiente del ambiente o de la temporada en que se realizó el estudio.

Devin Finaughty, entomólogo forense que contribuyó a la interpretación de los hallazgos, resaltó la importancia de este proceso natural, no solo por su papel el reciclaje de restos orgánicos y la prevención de su acumulación. Sino también como un factor crítico en el mantenimiento de los ecosistemas. La descomposición, según Finaughty, se distingue muy claramente de la mera degradación que ocurre por fuerzas físicas erosivas, brindando nutrición y refugio a una gama de organismos que participan en ella.

Implicaciones en la ciencia forense.

Este estudio no solo tiene implicaciones ambientales, sino también prácticas dentro de la ciencia forense. Los datos recabados ofrecen un mapa temporal de la colonización microbiana que surge después de la muerte, proporcionando pistas vitales sobre el tiempo transcurrido desde el deceso de un individuo. Los autores del estudio incluso desarrollaron un modelo de aprendizaje automatizado que estima con alta precisión la antigüedad de un cadáver, práctica que podría revolucionar el campo forense gracias a la precisión temporal de la descomposición microbiana.

El estudio sugiere que los insectos podrían ser actores clave en la dispersión de estos microorganismos de un cadáver a otro, añadiendo una capa de complejidad al rol de la fauna en este proceso natural. Tal descubrimiento podría proporcionar nuevas técnicas para establecer el momento de la muerte, lo que representa un avance significativo en la investigación forense.

Estos descubrimientos no solo desentrañan aspectos de la ecología microbiana de gran importancia para la comprensión de los ciclos de la vida y la muerte, sino que también facilitan herramientas novedosas para la ciencia forense en la resolución de crímenes. Nos encontramos en el umbral de una nueva era donde la muerte, lejos de ser el final, es solo el principio de un viaje científico apasionante.   

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