Babilonia figuró como la capital del imperio oriental más grande en la antigüedad, fue cuna de la escritura, las leyes y la astronomía. Un centro urbano que destacó como el principal polo cultural de su época, y la ciudad donde la vida era una fiesta (cosa que los babilonios se tomaban muy en serio).
Sadam Husein, el extinto dictador iraquí, realizó una visita en 1987 a las ruinas de un palacio que se ubicaba aproximadamente a 80 kilómetros al sur de Bagdad pues pretendía reconstruirlo. Allí, Sadam preguntó al director del lugar, el arqueólogo Donny George, cómo habían descubierto la época en que fue construido el palacio. En respuesta, el arqueólogo mostró varios de los ladrillos originales al gobernante. Sobre estas piezas habían estampado un nombre: Nabucodonosor II, que de acuerdo con los registros históricos habría existido en torno al año 605 a.C.
Aunque escuchó mucho sobre la historia del lugar, Sadam evitó pronunciarse demasiado en aquel encuentro. Eso sí, exigió un par de cosas al equipo: la primera era que la reconstrucción del palacio arrancara en el marco de un festival artístico que tendría lugar en septiembre de ese año. La segunda, que su nombre fuera grabado en cada uno de los ladrillos, como lo había hecho Nabucodonosor hacía más de dos milenios y medio en el pasado.
Estas exigencias dejaban entrever el grado de megalomanía que padecía el dictador. Y también la fascinación que provocaba la avanzada civilización que floreció en aquel sitio no sólo a él, sino a toda la humanidad. Aunque sus épocas de gloria desaparecieron con el paso del tiempo, Babilonia, el nombre tanto de una ciudad como de un imperio, volvía a ubicarse en el centro del interés del mundo.
Ciudades de Mesopotamia.
Esta civilización que floreció en la planicie entre los ríos Tigris y Éufrates no fue la primera. Los sumerios ya habían levantado un imperio en la región conocida como Mesopotamia mucho antes que los babilonios. Y varias otras civilizaciones existieron de forma sucesiva en estas regiones: los asirios, hititas y acadios. Su historia inició en torno al 4000 a.C., cuando varios de los grupos poblacionales que existían en Mesopotamia llegaron a establecer alianzas.
Había grupos que pastoreaban a sus rebaños en el desierto, otros que pescaban en los pantanos y los dedicados a cultivar sobre las planicies. En la búsqueda de materias primas que no existían al sur de la región, como madera, metal y roca, integraron un núcleo de contacto con pueblos de las áreas montañosas distantes. Fue así que empezó un proceso de jerarquización en la sociedad, un fenómeno donde un grupo llegaría a conquistar el monopolio sobre la producción de la riqueza en la comunidad.
Templos y dioses de Babilonia.
Gracias a esto fueron apareciendo los primeros centros urbanos, como Uruk, donde los templos fungían como institución principal. En estos sitios se concentraban los temas religiosos, pero también abordaban asuntos económicos y administrativos. Desde el punto de vista de los habitantes de Mesopotamia, las ciudades eran las residencias de los dioses. Cada divinidad del panteón tenía una residencia principal, su ciudad favorita. Por ejemplo, la figura de mayor jerarquía en el panteón, Marduk, tenía como casa principal a Babilonia.
Diversas ciudades-estado que aparecieron empezaron a concentrar el poder. Se produjo un éxodo en las zonas rurales debido a la hegemonía política. El sitio más seguro se encontraba en las ciudades, donde se levantaban muros y construían fuertes para hacer frente a las invasiones. Las frecuentes rencillas también exigían fortalecer el ámbito político y militar, motivo por el que aparecieron los palacios.
Evidentemente, Babilonia tuvo que pasar por todos estos altibajos de las ciudades-estado. Pero tuvo dos épocas de grandeza en las que se fortaleció tanto que llegó a transformarse en un imperio: en el período paleobabilónico (entre 1792 y 1595 a.C.) y en el neobabilónico (entre el 626 y 539 a.C.).
El Imperio paleobabilónico.
El primer periodo imperial de Babilonia surgió en una de esas ruletas rusas que jugaban las ciudades-estado en Mesopotamia. Después que los sumerios figuraran como el pueblo más influyente en la región entre el 2900 y 2000 a.C., los amorreos se hicieron con el control de una gran parte de la región. Básicamente, centralizaron su gobierno en las ciudades-estado y eligieron como capital a Babilonia. Esta ciudad, hasta entonces muy modesta y sometida a otro pueblo, cobró importancia en la configuración política y social de la región.
Hammurabi: el primer gran gobernante de Babilonia.
Parte de la grandeza durante este periodo se debe a Hammurabi (1792- 1750). Este gobernante, poseedor de grandes habilidades militares y políticas, no sólo extendió los límites de Babilonia, también elaboró un código de leyes que hasta nuestros días es referido como uno de los primeros en la historia de la humanidad, tallado sobre una placa de diorita negra. En aquella época Babilonia ocupaba los territorios que actualmente corresponden a Siria y el sur de Irak.
El derecho y la justicia fueron tan importantes que se ocuparon de documentarlos ampliamente a través de miles de tablillas de arcilla descubiertas en los sitios arqueológicos de Mesopotamia, aunque la mayoría de estas inscripciones tenían un carácter administrativo o contable. Además, esta historia heredada de los antiguos babilonios se debe a que fue uno de los primeros pueblos en utilizar la escritura, llamada cuneiforme, que se hacía con punzones sobre arcilla blanda.
La epopeya de Gilgamesh.
Uno de los textos literarios más antiguos conocidos hasta la fecha, la epopeya de Gilgamesh, se escribió en torno al año 1300 a.C. El escrito relata la historia de un personaje legendario que, al mismo tiempo, fue histórico. Gilgamesh fue rey de Uruk en el siglo 28 a.C. y la epopeya es un relato de sus aventuras en busca de la eternidad.
En el escrito se ponen de manifiesto los principios éticos y morales de aquella sociedad, así como el dolor y la soledad de los hombres frente al sufrimiento que representaba la muerte. Para los babilonios no existía vida después de la muerte, por lo que debían aprovechar al máximo su paso por el mundo.
Los grandes banquetes babilonios.
Por eso se tomaban la diversión muy enserio, y en la vida de estas personas los banquetes tenían un papel fundamental. Las fiestas se basaban en la hospitalidad, la abundancia de alimento, bebida música y diversión. Se sabe que en aquellos tiempos las mesas estaban bien servidas, pues en Mesopotamia ya se conocían varios tipos de cereales, legumbres, frutas, raíces, hongos y hierbas. También se alimentaban de los frutos del mar, peces, leche, manteca y miel.
Y ni siquiera debían importar estos productos. Producían una extensa variedad de cerveza, desde la clara hasta la endulzada con miel, pues era la bebida del pueblo. Las personas solían ingerir el líquido de una misma jarra.
Los banquetes eran rebosantes y los invitados siempre bien recibidos. Las costumbres de la época imponían cierta etiqueta para la recepción de un invitado: las debidas presentaciones, el intercambio de palabras amistosas, el ofrecimiento de vestimenta limpia y nueva, la unción de aceites perfumados en el cuerpo y, evidentemente, comida y bebida en abundancia.
En el transcurso del banquete podía tener lugar un brindis a través del cual se anunciaba una especie de duelo, un combate que podía ser de oratoria o armas, cuya culminación era, en principio, pacífica. Después de la comida venía la diversión: combates de luchadores, acróbatas realizando piruetas y músicos tocando. Los hombres y mujeres que tocaban tambores y el laúd salían al escenario sin ropa y, de vez en cuando, sostenían relaciones mientras tocaban sus instrumentos.
El Imperio neobabilónico.
Samsu-iluna, el sucesor de Hammurabi, terminó perdiendo el control de varias zonas al sur del imperio. En el 1595 a.C. la capital sería tomada por los hititas, pueblos de Anatolia (actual Turquía). Y Babilonia empezó a perder importancia. Posteriormente cayó en manos de los asirios, fue parcialmente destruida y después reconstruida por el rey asirio Asurbanipal.
Babilonia, el “centro del mundo”.
Sin embargo, Babilonia no recuperaría su grandeza hasta la llegada de la dinastía neobabilónica. Una tablilla que data del siglo 7 o 6 a.C. literalmente refiere a la ciudad como el centro del mundo. En la imagen puede observarse un planeta circular limitado por agua, y justo al centro se encuentra Babilonia, dividida por el río Éufrates.
Los caldeos, bajo la dirección de Nabopolasar, fueron responsables por el segundo éxito del imperio babilonio. La tribu avanzó sobre la ciudad de Nínive y derrotaron a los asirios. Nabopolasar se convirtió en rey del Imperio neobabilónico y fue sucedido por su hijo, Nabucodonosor II (604-562 a.C.), el conquistador más grande y exitoso en la historia del imperio. Dominó a los fenicios y conquistó Jerusalén, lo que generó un gran éxodo de judíos y la destrucción del templo de Salomón. Se estima que unas 10,000 personas fueron deportadas por Nabucodonosor.
El gran reinado de Nabucodonosor II.
Nabucodonosor II transformaría a Babilonia en una de las ciudades más bellas de la antigüedad. Construyó palacios y largas calzadas, además de encomendar la construcción de los famosos jardines colgantes. Aunque célebres, tal vez no fueron más que una leyenda. De cualquier forma, resultan interesantes.
Se dice que estos jardines albergaban plantas exóticas y contaban con sistemas avanzados de irrigación. Se trataría de un oasis en medio de la región y estarían abiertos completamente al público, independientemente del estatus social, que acudía para disfrutar de sus banquetes.
Los zigurats.
Otra de las construcciones asociadas con Nabucodonosor II fueron los múltiples zigurats que ordenó construir. Un zigurat es una especie de templo en forma piramidal de varios niveles. El más famoso de todos apareció en la época en que gobernó el rey, el Etemenanki, que supuestamente inspiró a la Torre de Babel que aparece en la Biblia. También se dice que la estructura original fue construida por Hammurabi, pero Nabucodonosor se encargó de la reconstrucción.
Si los babilonios consideraban que su ciudad era el lugar donde vivían los dioses, los zigurats equivalían a sus residencias. Los dioses de Babilonia fueron creados a imagen y semejanza de los hombres. Tenían la misma apariencia, cualidades y defectos que los humanos, y también se veían motivados por sentimientos como el odio y la pasión. Toda la vida en la tierra obedecía a la voluntad de los residentes de los cielos y los infiernos. Una de las más célebres dos diosas de Mesopotamia fue Ishtar.
En honor a ella, el rey encomendó la construcción de la puerta de Ishtar, una famosa entrada decorada con ladrillos azules y bajos relieves de figuras de animales y de la diosa. Marduk figuraba como el patrón de Babilonia, al punto que la Torre de Babel estuvo dedicada a él.
Babilonia como centro comercial.
Gracias a su privilegiada posición, Babilonia terminó convirtiéndose en un importante centro comercial, base en una ruta que cortaba a Mesopotamia por completo y continuaba hasta Egipto. Aunque los habitantes de cada ciudad hablaban un dialecto ligeramente distinto, eran capaces de entenderse fácilmente unos a otros.
Los comerciantes babilonios dominaban esta ruta a través de la cual se intercambiaban granos, cultivos y artesanías por algodón del sur de Mesopotamia, especias y perfumes de Egipto, cedro de las montañas sirias y otras maderas del Golfo Pérsico que utilizaban para adornar los templos.
Debido a la concentración de la élite política e intelectual, en Babilonia se hablaban todos los idiomas conocidos en la época. Y es que los reyes, científicos, escribas, príncipes y altos sacerdotes de los pueblos conquistados terminaban exiliados aquí. De esta forma, los babilonios también aprendieron a realizar la apropiación intelectual del trabajo de aquellos a los que dominaron.
La caída de Babilonia.
Nabucodonosor II murió en el 562 a.C. y esto desencadenó un proceso de aniquilación en el imperio del que jamás volvería a levantarse. Amel-Marduk, su hijo y sucesor, gobernó tan sólo un par de años antes de morir a manos de su cuñado Neriglisar, quien terminaría muerto tres años después, y su hijo Labashi-Marduk, que probablemente era tan sólo un niño cuando ascendió al trono, sólo recibió el respaldo de algunas de las ciudades de Babilonia. Como resultado, los nobles del imperio tramaron una conspiración que terminó con la vida del joven apenas un mes después de convertirse en rey.
Los persas conquistan Babilonia.
Nabonido, un héroe de guerra que no pertenecía a la nobleza, reclamó el trono. Nabonido también tenía un hijo ya crecido, Bel-shar-usur (referido en la Biblia como Baltazar). Aunque no fue aceptado inmediatamente por algunas ciudades del imperio, rápidamente demostró su talento diplomático: intentó enviar a su hija para que sirviera como sacerdotisa del dios de la luna Sin en la ciudad de Ur y ordenó la reconstrucción de un templo importante en Harran, Siria.
Nabonido tomó la decisión de acercarse a los árabes por lo que se mudó al sur de la península arábica durante una década. En este lapso Bel-shar-usur quedó a cargo del gobierno de Babilonia.
En la misma época, los persas empezaban a emerger en la región. Los ejércitos de los dos imperios protagonizaron varias batallas hasta que Ciro, el rey persa, tomó prisionero al rey Nabonido y se apoderó de la capital. Ciro ordenó la libertad de los descendientes de los antiguos hebreos expulsados de Jerusalén por Nabucodonosor II y declaró a Cambises, su propio hijo, rey de Babilonia. Sin embargo, un año después los territorios de Babilonia terminaron convertidos en una vasta provincia bajo el control de gobierno persa.
El centro del mundo oriental terminó mudándose a Susa, la capital persa.
La llegada de Alejandro Magno.
En torno al año 332 a.C., Alejandro Magno deseaba apoderarse de Persia, en ese entonces gobernada por el rey Darío. Cuando Alejandro arribó a Babilonia, lo recibieron como un héroe pues los habitantes estaban realmente hartos de los tratos humillantes a los que fueron sometidos durante el dominio persa, lo que incluyó la destrucción de sus símbolos sagrados. Fue precisamente en Babilonia donde Alejandro Magno perdió la vida, se sospecha que a causa de un virus. Y con el paso del tiempo el otrora gran imperio de Babilonia enfrentaría el mismo destino.
Buen articulo
Waooo pareciese como si los que escribieron esta historia estuvieron ahi … ohh esperen es solo su imaginacion! es solo una vana ilusion!
HENRY, te felicito enormemente por esta investigación (o donde sea que hayas tomado la fuente) pues está perfecta, contiene un extracto de la historia muy bien escrito y sin decir de más te menciona los puntos importantes, tomo muchas de tus historias de aqui para mostrarlas en la congregación, ese es tu aporte indirecto a la enseñanza de los demas. Y además confirma todo lo que siempre hemos sabido sobre la Biblia, este es un trabajo excepcional, sigue así!
Numeros 6:24-26 (Léelo, es mi deseo para tí) – 😉
Para ustedes esto es «historico» supuestamente hay «evidencias» que confirman la existencia de «babilonia» pero cuando se refieren a JESUCRISTO dicen que es imaginario que es cuento de unos locos, de verdad que la doble moral de la humanidad me desconcierta, JESUS fue tan real que si aceptan que babilonia existio y lo dan como un hecho historico lo mismo pasa con JESUCRISTO
P¡nches blasfemos, el diablo de les meterá hasta por el cu lo a todos los de este maldito post
Que todo lo que respire Alabe a Dios! Amen!
Los persas siempre han figurado en la historia como los invasores.Invadieron y subyugaron a Babilonia y quisieron imponerse en Grecia.Pero las derrotas que sufrió Jerjes los obligó a retraerse a su nativa Persia. La valentía de los 300 en el paso de Las Termópilas es simbolo de entrega y patriotismo.
Hoy día, 3600 años después, los mismos persas, hoy llamados iranios, ya están envalentonados con el conocimiento de la ciencia nuclear y muy posiblemente inicien la tan temida Tercera Guerra Mundial. Los Jerjes y Atajerjes modernos se llaman Ayatolas.
Como dato curioso, la caida de Babiliona y persia estaban «profetizadas» en la Biblia, hay 3 partes en las que aparecen, una y la más fácil de entender es el Sueño que tiene el propio Nabucodonosor, iba a ser conquistados por los persas, quienes a su vez serían conquistados por los Romanos y al final estos serían conquistados por otro reino que no tendría fin. Interesante diría yo, y te pone a pensar mucho.
He aqui una vez mas la importancia del gobernante para mantener la hegemonia de un imperio , no importa que tanto logre conseguir uno si su sucesor no es lo suficientemente apto para el cargo, partiendo de aqui queda una vez mas la grandeza del imperio romano , mas de 10 siglos y un sin fin de gobernantes( aunque claro, pasaron por diferentes tipos de gobierno, desde republica hasta el imperio) , se dice facil .
Excelente lectura, para olvidarme que estoy trabajando.