Aparición de la señorita Veal

Las circunstancias hacen de este asunto algo muy extraño; yo lo sé por fuentes autorizadas, nunca hubo lectura o conversación que me provocara estas sensaciones. La señora Bargrave, que padeció la aparición de la señorita Veal después de muerta, es mi amiga y en los últimos quince o dieciséis años ha tenido una conducta intachable y bastante normal; ha sido muy criticada, por el hermano y amigos de la señorita Veal, después de esta narración. Creen que es una invención y tratan de desacreditarla de cualquier forma.

cementerio

La señorita Veal tenía treinta años, tenía su casa en Dover, era mantenida por su hermano y durante algún tiempo sufrió de ataques. Era íntima amiga de la señora Bargrave desde la infancia. Su situación económica en esa época era mediana debido a que su padre los tenía abandonados. En cambio, la señora Bargrave vivía con un padre de carácter violento, pero que nunca dejó de proporcionar alimento y vestido a su familia; mientras que la señorita Veal carecía de todo esto. A eso se debía la amistad y consuelo que brindaba la señora Bargrave a la señorita Veal, lo que hizo que la segunda sintiera un gran afecto por la primera.

—No solo eres mi mejor amiga, sino mi única amiga —decía la señorita Veal. — Nada en la vida romperá mi amistad.

Se condolían por sus desgracias y juntas se acompañaban en lecturas de buenos libros. Unos amigos de la señorita Veal le consiguieron un empleo en la aduana de Dover; lo que enfrió poco a poco su relación al grado que la señora Bargrave, que vivía en Canterbury, dejó de tener noticias de su amiga por casi dos años.

En septiembre de 1705, el día ocho, la señora Bargrave estaba cosiendo y pensando en su vida cuando escuchó que llamaban a la puerta. Era la señorita Veal, en ese momento el reloj dio las doce del día.

— ¡Que sorpresa! —Expresó la señora Bargrave—. Después de tanto tiempo; me hace feliz volverte a ver — y se acercó a besar su mejilla.

Cuando estaba a punto de recibir el beso, se puso la mano en la frente y murmuro:

—No estoy bien —eludiendo el acercamiento— emprenderé un viaje y antes vine a saludarte.

— ¿Vas a partir? —Preguntó la señora Bargrave— ¿iras solas?, es algo sorprendente tomando en cuenta la amabilidad de tu hermano.

La señora Bargrave la llevó a un salón contiguo, y la señorita Veal descansó en un sillón.

—Querida amiga —dijo la señorita Veal— vengo a pedirte perdón y quiero recuperar nuestra amistad.

—No te preocupes —dijo la señora Bargrave— es algo que no tiene mucha importancia.

— ¿Qué pensabas de mí? —preguntó la señorita Veal.

—Que eras como los demás —respondió la señora Bargrave—, y que en la prosperidad te olvidabas de mí.

La señorita Veal recordó lo buenas que habían sido su amistad y sus lecturas.

—Señora Bargrave -inquirió—, ¿crees que estoy peor de mis ataques?

—No —respondió— parece que sigues igual.

La conversación duro como una hora, y cuando terminó la señorita Veal pidió a su amiga que escribiera una carta a su hermano donde le indicaba la forma en que repartiría sus sortijas, así como la entrega de dos doblones a Watson, su primo. Su hablar apresurado hizo que la señora Bargrave pudiera notar como su mano pasaba por la frente constantemente. La amiga supuso que sobrevendría un ataque y la sentó frente a ella para evitar que se cayera. Distrajo a la señorita Veal hablando de su vestido, ella respondió que era un trabajo especial de seda; nuevamente la visita hizo hincapié en el asunto de la carta.

—Es mejor si tú lo haces —dijo la señora Bargrave.

—Te puede parecer impertinente pero después sabrás mis razones —respondió la señorita Veal.

Para complacerla, la señora Bargrave estuvo a punto de buscar la pluma, pero la señorita Veal dijo- déjalo en suspenso por ahora. Hazlo cuando me haya ido. ¡Tienes que asegurarme que lo harás!

Fue una de las últimas cosas que le encomendó antes de despedirse y la señora Bargrave se lo prometió.

La señorita Veal pregunto a la señora Bargrave por su hija.

—No está en casa —respondió—, pero enviaré por ella para que la veas.

—De acuerdo —aceptó la señorita Veal.

La señora Bargrave salió a casa de la vecina para enviar un recado a su hija, al regreso su amiga estaba en la puerta de la calle; se disponía a marcharse apenas regresara ella. La señora Bargrave quiso saber la razón de su prisa, la amiga sólo dijo que debía marcharse aunque quizá emprendería su viaje hasta el lunes, a lo que agregó que tal vez se verían en la casa de su primo Watson antes de su partida, ella no dejo que la señora Bargrave se despidiera y se alejó. La siguió hasta perderla de vista en una esquina. Eran cuarto para las dos.

La señorita Veal murió el siete de septiembre a medio día, a consecuencia de un ataque. Al siguiente día de la aparición, la señora Bargrave estuvo en cama durante el fin de semana víctima de un ligero catarro, pero envió un mensaje el lunes a casa del capitán Watson para preguntar por la señorita Veal. La pregunta causó extrañeza en la casa y respondieron que no estaba allí ni la esperaban. Al recibir la respuesta y sintiéndose todavía mal, se arregló y partió a casa del capitán para ver si estaba o no la señorita Veal. En la casa dijeron estar extrañados porque si la señorita Veal hubiera ido a la ciudad los hubiera visitado.

—Estuvimos juntas el sábado —dijo la señora Bargrave

La familia estaba muy extrañada, en ese momento llegó el capitán Watson con la noticia de la muerte de la señorita Veal. Al comprobar que era verdad, la señora Bargrave narro la visita:

—Vestía un traje de seda especial con rayas.

—No dudamos de que la haya visto, pues solo ella y yo conocíamos esos detalles, yo ayudé a confeccionarlo —confirmó la esposa del capitán.

La señora Watson corrió la voz de la aparición de la señorita Veal a la señora Bargrave.

Algo que debí haber dicho es que la señorita Veal comentó a su amiga la llegada de su hermano a Londres.

— ¿Cómo los has dejado para venir aquí? —pregunto la señora Bargrave.

—Debía hacerlo —dijo enigmáticamente la señorita Veal.

Y así fue, pero cuando sus hermanos llegaron la señorita Veal había muerto. El tiempo en el que escuché la narración de boca de la señora Bargrave —durante varias horas— no hubo cambios en la narración. Es más, ella pudo recordar muchos detalles de la conversación con la señorita Veal. Como el hecho de que el señor Bretton le había dejado una pensión de diez libras al año, lo cual ignoraba la señora Bargrave. No entiendo las razones por las que el hermano no cree este relato y deja que un reconocido embustero diga que todo esto es mentira. Cuando la aparición fue para pedir perdón por el distanciamiento con su amiga.

Yo estoy convencido de su veracidad, considero estúpido que se le niegue lo positivo que esto trajo sólo porque hay cosas que no se pueden explicar. La sinceridad de la señora Bargrave no se hubiera puesto en duda en cualquier otra situación.

– Daniel Defoe

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