¿Sabías que existe una isla de los gatos en territorio japonés? Aunque Aoshima está invadida de estos pequeños felinos, no es como el reino de los gatos que aparece en la película animada El regreso del gato. Estos animales gozan de mucha popularidad y cada vez más personas deciden criarlos como mascotas. Desafortunadamente, la irresponsabilidad de algunos provoca que las poblaciones de gatos callejeros se salgan de control. Como sucedió en este lugar.
La isla de los gatos en Japón.
Empecemos por un dato perturbador: en esta isla, el número de gatos supera ampliamente al de personas. Para los no nativos, el concepto de una isla para gatos parece francamente extraño. Sin embargo, entre los japoneses resulta mucho más normal, pues en el país existe alrededor de una docena de «islas de gatos».
Durante mucho tiempo, estos lugares fueron completamente ignorados por el resto del mundo. Sin embargo, con la popularización de los gatos en Internet el interés por estos sitios creció. Aoshima y otras islas de los gatos son el escenario de diversas publicaciones en redes sociales. Los creadores de contenido aprovechan la abundancia de animales en las calles para mantener a su audiencia entretenida.
Por supuesto, esto ha venido generando un aumento significativo en el flujo de visitantes extranjeros a la isla. El turismo resulta beneficioso, pues ayuda a impulsar la modesta economía del lugar.
¿Cómo se llenó de gatos este lugar?
Como sucedió en muchas otras islas alrededor del mundo, en Aoshima los habitantes se sostenían gracias a la pesca. Esta pequeña villa de pescadores se mantuvo a flote gracias al comercio de sardinas. La constante navegación entre la isla y la parte continental no solo transportaba sardinas y personas. Eventualmente, una infestación de roedores alcanzó a Aoshima y metió en serios problemas a sus residentes.
Atormentada por las ratas, la comunidad de pescadores en la isla estaba totalmente desesperada y requería de una solución inmediata. Muchos terminaron adoptando gatos callejeros en los puertos donde atracaban. Se percataron de que estos felinos también resultaban extremadamente eficientes para eliminar roedores en la isla.
Así, los habitantes de Aoshima dieron la bienvenida con gran reverencia y entusiasmo a los gatos. Al paso del tiempo, los gatos terminaron domesticados y muy cómodos en la isla. El alimento y los cuidados que proporcionaban los habitantes sirvieron para mantener índices de reproducción constantes.
Eventualmente, la pesca de sardina en la isla se hizo cada vez más difícil y el sustento para los habitantes de Aoshima se complicó. Conforme el comercio de pescado se redujo, los habitantes migraron a la parte continental para ganarse la vida y abandonaron definitivamente la isla. Unos pocos ancianos se quedaron y ellos siguieron alimentando y cuidando a los gatos.
A mediados de la década de 1940, Aoshima contaban con 900 habitantes. El último censo, realizado en 2019, dice que solo seis personas habitan la isla.
La isla de los gatos está condenada.
La enorme población de gatos en este lugar se volvió de interés científico, particularmente para la etología. Por ejemplo, los investigadores encontraron que los pequeños felinos se organizaron en jerarquías donde los machos compiten por el territorio, mientras las hembras lo hacen por la comida.
La competencia entre estos animales es tan intensa, que sus condiciones de vida dejan mucho que desear. Un gran porcentaje de gatos muere antes de llegar a la adultez, principalmente de hambre. Sin embargo, también se observó la prevalencia de enfermedades y prácticas como el infanticidio.
Para estos animales, las estaciones más amenas son la primavera y el verano. Épocas donde los turistas les llevan alimento constantemente. Sin embargo, una vez que empieza a instalarse el invierno la situación se vuelve estresante. Más allá del frío, las embarcaciones evitan los viajes a Aoshima por la agitación en el mar. Así, los felinos empiezan a desesperar por comida.
Muchos amantes de los gatos ven este lugar como un paraíso natural. Pero, la verdad es que la isla ni siquiera es sustentable a largo plazo. Aunque el flujo turístico aumentó en los últimos años, esto no es suficiente para cuidar de la próspera población de gatos. Peor aún: el flujo de personas podría terminar súbitamente cuando las balsas salgan de servicio.
Como este es el único medio de transporte a Aoshima, la población de gatos quedará condenada a su eventual extinción.