Álvar Núñez Cabeza de Vaca: contra viento y marea

El conquistador español Álvar Núñez Cabeza de Vaca pecaba de tres cosas: era ingenuo, curioso y muy valiente. Nació en 1490 en el seno de una familia noble en la localidad de Jerez de la Frontera, España. Empezó su carrera militar a muy temprana edad, lo que le permitió embarcarse en una serie de expediciones por el norte y sur de las Américas.

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Este hombre escribió la primera narrativa europea sobre Norteamérica. Sus obras proporcionaron al Viejo Mundo un panorama antropológico sobre la cultura de los nativos americanos. Gracias a su excepcional habilidad de observación, Cabeza de Vaca logró adaptarse a las enigmáticas condiciones del Nuevo Mundo.

La exploración de Pánfilo de Narváez.

La gran travesía del explorador comenzó en 1527, con una expedición al Nuevo Mundo donde figuraba como el segundo al mando. Aquella expedición financiada por el Imperio Español buscaba reclamar un territorio que abarcaba desde Florida hasta México. Por supuesto, el objetivo también eran las riquezas como el oro.

El capitán Pánfilo de Narváez, Álvar Núñez Cabeza de Vaca y una tripulación de 600 hombres zarparon de España con rumbo a la Florida. Y tras pasar por Cuba alcanzaron la bahía de Tampa en 1528. Al llegar a Florida, la tripulación prácticamente se quedó sin suministros y sacrificaron a sus propios caballos para no morir de inanición.

Narváez dividió a sus hombres en dos grupos: uno exploraría el este a lo largo de la península de Florida por tierra. Mientras tanto, el otro iría al oeste en barco. La decisión de dividir fuerzas resultó en la destrucción de tres barcos españoles y la muerte de cientos de hombres, incluido Narváez.

Esclavizado por los karankawa.

Mientras tanto, el grupo comandado por Cabeza de Vaca viajaba por tierra hacia Texas. La empresa resultó traicionera y peligrosa ante los incesantes ataques de los nativos. Así, Cabeza de Vaca decidió que cruzarían el Golfo de México. Aquella tripulación carecía de conocimiento en la construcción de embarcaciones. Sin embargo, con las herramientas y recursos disponibles confeccionaron sus propios barcos.

El explorador sabía que era una apuesta riesgosa, pero dadas las circunstancias concluyó que valía la pena. Los exploradores cruzaron el Golfo de México y terminaron en la Isla de Galveston o, como la apodó Cabeza de Vaca, la isla de la mala suerte. La tribu local, los karankawa, terminó esclavizando a los españoles y gran parte de la tripulación murió a causa de enfermedades y hambre en el transcurso de los próximos años.

Aunque padeció enfermedades y hambre, Álvar Núñez Cabeza de Vaca mantuvo intacta su fe en Dios durante aquellos años de reclusión. De hecho, la religión le permitió convertirse en una especie de sanador entre la tribu. El explorador transformó una situación difícil en una experiencia de aprendizaje. Al convivir de cerca con los karankawa, aprendió sus excepcionales habilidades de supervivencia.

Álvar Núñez Cabeza de Vaca vuelve a España.

Eventualmente, Cabeza de Vaca y sólo tres hombres de la tripulación original, abandonaron la tribu para dirigirse a México. En el camino encontraron a otros españoles y se unieron al grupo en su camino hacia la Ciudad de México. Tras pasar una década fuera de España, Cabeza de Vaca regresó a su tierra natal y reclamó el trato que los españoles daban a los nativos americanos.

Álvar Núñez Cabeza de Vaca expedicion

Aquel tiempo que pasó en Norteamérica abrió sus ojos a otras culturas y permitió desarrollar respeto por los nativos. Sus opiniones se consideraron extremadamente progresistas en la época, y España ni siquiera las tomó en cuenta.

Aquella expedición de Cabeza de Vaca en Norteamérica no sería la única en el Nuevo Mundo. Años después de la expedición de Narváez, se embarcó en otra empresa entre Brasil y Paraguay. Llegó a convertirse en gobernador de Río de Plata, pero terminó derrocado por los ciudadanos.

Al regresar a España se le acusó de malversación en el cargo, probablemente porque seguía abogando por un mejor trato a los nativos americanos. Finalmente, todos los cargos fueron desestimados y pasó el resto de su vida como juez en Sevilla.

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