Muchos fieles de la Iglesia Católica ven a los santos como personas cuya vida fue tan ejemplar y digna, que les parece apropiado celebrarlos y solicitarles milagros o favores por su cercanía con el Todopoderoso. Sin embargo, algunos personajes que alcanzaron la santidad hicieron de su vida un monumento al pecado. Por supuesto, esto no resta mérito a las admirables acciones que realizaron una vez que se arrepintieron de corazón. Hoy te presentamos cinco santos que, de santos, no tenían nada.
San Calixto I, el estafador.
Antes de convertirse en papa y allanar el camino a la santidad, Calixto se metió en problemas a causa del dinero o, mejor dicho, por dinero ajeno. Era tesorero en una caja de ahorro destinada a la ayuda de huérfanos y viudas cuando, sin previo aviso, desapareció con todo el capital. Había cometido un fraude y lo atraparon por esto.
Sin embargo, fue puesto en libertad por solicitud de sus propios acreedores. Los incautos guardaban la esperanza de que, en libertad, Calixto lograría reunir el dinero que debía y pagarles. No podían estar más equivocados. Regresó a la cárcel tras protagonizar una pelea en una sinagoga, donde lo acusaron de intentar robar el dinero de los judíos. Lo condenaron a trabajos forzados, pero se las arregló para salir adelante.
Se convirtió en pontífice tras recuperar su reputación entre la comunidad cristiana al administrar sabiamente las catacumbas de Roma, en la Via Ápia, donde solían resguardarse importantes reliquias de santos antiguos. No hay registros sobre mal manejo de estos bienes durante su administración.
San Dimas, el Buen Ladrón.
Ningún otro personaje alcanzó la santidad tan fácilmente como Dimas. Se supone que Dimas fue uno de los ladrones crucificados junto a Jesús. En una charla rápida donde los malhechores preguntaban por qué, siendo hijo de Dios, Cristo no pedía que su padre lo salvara de aquel suplicio, Dimas es el primero en resignarse al no ver que un ángel baja del cielo para rescatarlos.
En las sagradas escrituras, su última frase es: “Señor, acuérdate de mí cuando entres a tu reino”. A lo que Jesús responde, tranquilizando a su compañero de martirio: “En verdad te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso”. Y listo.
Esta conversación con Jesucristo fue suficiente para que el ladrón se convirtiera en santo. En la Biblia no se hace mención alguna de los condenados a muerte junto a Jesús. El nombre Dimas apareció por primera vez en un texto apócrifo, uno de múltiples relatos que pudieron ingresar a la Biblia, pero fueron vetados por resultar muy fantasiosos o por contrariar el mensaje que la Iglesia pretendía transmitir.
Santa María Egipcíaca, la ninfómana.
Santos importantes, como San Ignacio y San Agustín, son recordados por las aventuras sexuales que tuvieron en la juventud. Pero, estas parecen un juego de niños frente al libertinaje de María de Egipto. Con apenas 12 años, se habría mudado a Alejandría para vivir el pecado de la lujuria al máximo.
Algunos escritos la refieren como una mujer dedicada a la prostitución. Pero el teólogo Sofronio I de Jerusalén, en su libro La vida de Santa María de Egipto, afirma que la joven nunca recibió dinero a cambio de sus favores sexuales. En palabras de la propia María, tenía “un deseo insaciable y una pasión imparable”. Padecía ninfomanía.
La única vez que se prostituyó fue para recaudar el dinero que le permitiría hacer un viaje muy especial: deseaba peregrinar a Jerusalén para seguir la Exaltación de la Santa Cruz. Sin embargo, se engaña aquel que piensa que sus motivos eran religiosos. María de Egipto dedujo que encontraría una multitud de peregrinos dispuestos a mantener relaciones sexuales con ella. Sin embargo, sus planes salieron terriblemente mal… o bien, desde el punto de vista de la santidad.
Cuando pretendía ingresar a la iglesia del Santo Sepulcro, una fuerza invisible a la detuvo. La mujer simplemente no pudo entrar, y comprendió que ese fenómeno sobrenatural estaba relacionado con el estilo de vida impuro que llevaba. Inmediatamente se arrepintió de sus pecados, se metió en el Río Jordán (el mismo donde San Juan Bautista bautizó a Jesús) y desde entonces vivió como ermitaña en el desierto, donde se habría quedado alrededor de cinco décadas, lejos de cualquier tentación.
San Camilo de Lelis, el jugador.
La leyenda de Camilo de Lelis es por demás fantasiosa. Empecemos porque fue concebido cuando su madre tenía 60 años, para muchos el milagro que lo predestinada a la santidad. Pero, la juventud de Camilo fue totalmente opuesta al camino del bien. El joven se volvió adicto al juego. Esa clase de viciosos que pueden quedarse sin nada y vuelven a apostar a las primeras de cambio. Llegó a quedarse sin camisa durante una mala racha.
Como muchos alcohólicos que buscan en la religión voluntad para dejar de beber, San Camilo terminó alejándose del juego cuando “encontró a Jesús”. Arrepentido, se unió a una orden religiosa que curaba enfermos sin cobrar nada a cambio: la Orden de Clérigos Regulares Ministros de los Enfermos, y los miembros se hicieron conocidos como camilianos. ¿Te habías preguntado por qué tantos hospitales y clínicas llevan el nombre de San Camilo?
Santa Olga de Kiev, la despiadada.
Por el nivel de crueldad que exhibió al aplastar a sus enemigos, en los últimos años la han comparado con Cersei Lannister, la despiadada reina de Game of Thrones. Sin embargo, el combustible que impulsaba a Olga de Kiev era la venganza en su estado más puro, quería aniquilar a todos los que masacraron a su familia.
En el siglo X, en una zona donde actualmente se ubica Rusia, la joven Olga contrajo matrimonio con el príncipe Igor, hijo del fundador de una dinastía de zares. La pareja tuvo un hijo y su vida transcurría relativamente tranquila hasta que, al requerir impuestos a la tribu de los drevlianos, Igor fue asesinado. Pero, Olga no se quedaría de brazos cruzados.
Como su hijo, el heredero al trono, tenía apenas tres años, Olga escuchó la propuesta de los drevlianos sobre aceptar un matrimonio de conveniencia con un príncipe de la tribu, quien quedaría a cargo de todos sus dominios. Para intentar convencerla enviaron veinte embajadores. Los pobres desgraciados jamás regresaron con una respuesta. Apenas llegaron, Olga ordenó que los enterraron vivos.
A continuación, Olga comunicó a sus enemigos que aceptaba la propuesta bajo la condición de que las principales autoridades drevlianas fueran a buscarla, para que el pueblo atestiguara sus buenas intenciones. Cayeron en la trampa, y Olga fingió ser una excelente anfitriona en el primer momento. Incluso les preparó una casa de baño para que se refrescaran tras el largo viaje.
Una vez que todas las autoridades drevlianas ingresaron a la casa de baño, Olga aseguró la puerta y prendió fuego a la estructura. Todos perecieron entre las llamas.
Esta matanza terminó apaciguando el deseo de venganza de Olga. Una vez que su hijo cumplió edad suficiente para quedar a cargo del trono, Olga se convirtió al cristianismo. Se bautizó, construyó iglesias y empezó a ayudar a los necesitados. Cuando su nieto Vladimir ascendió al poder, instituyó el culto a su abuela, que empezó a ser venerada con derecho a reliquias y fiesta litúrgica.
A mi no me engañan, ese San Camilo es Adam Sandler
¿O sea que aún tengo esperanzas de ser venerado como un santo a pesar de mi vida pecadora? Vaya 🙂
Just as every cop is a criminal
And all the sinners saints
As heads is tails
Just call me Lucifer
‘Cause I’m in need of some restraint…