5 investigaciones científicas dolorosas o poco éticas

En la actualidad vivimos una realidad de descubrimientos científicos constantes. Sin embargo, no todos estos se hacen por razones bondadosas o de las formas más éticas. Algunos investigadores suelen creerse la falacia de que todo se justifica en el nombre de la ciencia, cometiendo actos realmente vergonzosos, carentes de ética o simplemente estúpidos. Conoce cinco de ellos a continuación.

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1 – Los guatemaltecos contagiados de sífilis por John Cutler.

En el transcurso de la Segunda Guerra Mundial, el gobierno de los Estados Unidos estaba realmente preocupado de que sus soldados llevaran sífilis y gonorrea como suvenires a casa. La penicilina fue la solución más rápida para estas enfermedades, pero un “héroe médico” llamado John Cutler estaba determinado a resolver los problemas de ETS al precio que fuera, pasándose por el arco del triunfo cosas insignificantes como la ética.

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En el año de 1943, Cutler se dirigió a Indiana e intentó infectar un grupo de prisioneros con gérmenes colectados de prostitutas locales aplicados directamente sobre el paquete. (¿Afortunadamente?) Este método no tuvo el mismo porcentaje de éxito que habría tenido el sexo. Para complicar las cosas, a estos presos voluntarios nunca se les dijo qué les habían colocado en la punta del pelón. Pero no hubo repercusiones de ningún tipo y, por increíble que parezca, Cutler siguió con su trabajo.

Habría sido lamentable que acabara así, pero la cosa empeoró. Un médico guatemalteco llamado Juan Funes extendió una invitación a Cutler para que visitara su país y perfeccionara su particular forma de hacer ciencia usando como conejillos de indias al pueblo de Guatemala. En esa época, la prostitución era una actividad legal en Guatemala y las profesionales del área eran obligadas a visitar una clínica dos veces a la semana. Si crees que era para evitar la propagación de ETS, pues no. Con el estandarte de la ciencia en alto, John Cutler estaba dispuesto a ponerle fin a esto.

Funes proporcionó a Cutler una lista de prostitutas conocidas por sus infecciones con enfermedades venéreas, pero como era un hombre del método científico impecable, decidió crear sus propias prostitutas infectadas. Así, eligió ocho mujeres no infectadas y las contagió a través de inyecciones en el líquido cefalorraquídeo.

Después de esto se les ordenó sostener relaciones sexuales con soldados guatemaltecos (probablemente confundidos de que alguien les ofreciera servicios de esa clase gratis) y prisioneros (que probablemente no hicieron demasiadas preguntas). Evidentemente, eso no se detuvo allí. Las prostitutas también infectaron a pacientes psiquiátricos e inocentes desprevenidos. Como era una constante en los trabajos de Cutler, nadie dio ningún tipo de consentimiento.

En total, Cutler terminó exponiendo a 558 soldados, 486 pacientes psiquiátricos, 219 prisioneros y otros 39 infelices a toda una variedad de enfermedades. Y todo esto para que el “equipo de investigación” nunca obtuviera un resultado sólido. Después de todo, lo único que se aprendió con esta atrocidad fue que John Cutler era un auténtico imbécil.

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Pero ni así aprendieron la lección. Dos décadas después, el auténtico malnacido de John Cutler estaba involucrado en los infames experimentos de la sífilis en Tuskegee, una reverenda barbarie en la que se vieron involucrados hombres negros de Alabama rural y un falso programa de salud gratuito ofrecido por el gobierno mientras que, seguramente ya adivinaste, eran secretamente infectados con sífilis.

 

2 – Nicholas Senn, el sujeto que infló un globo en su trasero.

En la recta final del siglo XIX, un renombrado cirujano de la época llamado Nicholas Senn decidió hacer algo asquerosamente extraño: meterse un globo por la puerta trasera y bombearlo con quince litros de hidrógeno, todo en nombre de la ciencia.

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Senn inventó un fetiche y al mismo tiempo descubrió una forma de diagnosticar intestinos rotos. Pero no fue fácil llegar hasta ese punto. Los experimentos anteriores del Dr. Senn se hicieron en perros y no salieron bien, a menos que consideres que hacer estallar o incendiar perros es un resultado positivo.

Lo anterior es algo que vuelve mucho más descabellada la decisión de experimentar en sí mismo. Olvidemos el dolor durante un segundo. Para él, el dolor era solo una forma que tenía su cuerpo de decirle que aún había espacio para el aire en su trasero. Medicamente hablando, es una forma absurda de tratar las lesiones de guerra que Senn pretendía curar.

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Los colegas de Senn le dijeron que inflar a sus pacientes con gas inflamable y presurizado para verificar si tenían un agujero en el intestino o si sus puntos quirúrgicos estaban bien aplicados era algo impracticable y enfermo, pero el hombre decidió hacerlo consigo mismo, en su propio trasero. Me arriesgaré a sugerir que sus intenciones iban más allá de los resultados médicos.

 

3 – Claude Barlow, el hombre que se infestó de parásitos para llevarlos a Estados Unidos.

Claude Barlow tenía una obsesión especial por la esquistosomiasis, una terrible enfermedad parasitaria endémica de África, que entre sus efectos más desagradables provoca diarrea sanguinolenta. Es esparcida por gusanos que eligen como hogar el trasero de un caracol especifico durante uno de sus ciclos de vida. Los intentos por traer el gusano al continente americano para estudiarlo habían fallado hasta entonces, principalmente debido a la falta de traseros apropiados de caracoles.

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Por eso, en 1944 Claude Barlow ideó la solución perfecta, una que no requería de ningún caracol: decidió infectarse y llevar los gusanos a casa usando su cuerpo como contenedor.

Dos meses y medio después de comer los caracoles infestados, Barlow experimentó una fiebre que le duró varias semanas. Entonces, notó algo extraño saliendo de su orina. En esa solución había huevos de esquistosomiasis. También estaban en sus heces. Sus testículos aún estaban abarrotados de huevecillos y pus sangriento. Para complementar este horror, se hizo una cortada y de esta salieron gusanos adultos.

La fiebre de Barlow empeoró. Tenía que orinar de forma constante, prácticamente cuatro veces cada hora, y los huevecillos seguían saliendo por su orina, esperma y heces, hasta el punto en que estaba produciendo 30,000 por día. Además de la diarrea y otros síntomas, el científico solo podía conciliar el sueño bajo una fuerte sedación, pero siguió anotando el progreso de la enfermedad para no perder de vista su meta.

Diez meses después de la infección de Barlow, se decidió no estudiar al schistosoma. ¿Por qué? Básicamente porque aún no tenían los caracoles para producir los huevos. Claude Barlow transformó su cuerpo en una granja de gusanos postapocalíptica para nada.

Entonces, el investigador necesitaba curarse. El estándar en ese tiempo era tratar la esquistosomiasis con fuadin, una mezcla de medicamentos más toxica que la mayoría de las quimioterapias actuales. Tres meses después del tratamiento, los huevecillos regresaron. Claude Barlow tuvo que repetir la terapia incontables veces.

Disculpa, pero no existe un final feliz para esta historia.

 

4 – Michael L. Smith, el hombre que se dejó picar por abejas para descubrir donde duele más.

Michael L. Smith es famoso por haber hecho algo absolutamente estúpido: dejarse picar por abejas en todo el cuerpo.

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Un hermoso día este sujeto se llevó, sin querer, una picadura en los testículos (no sabemos cómo, pero podemos adivinar lo que estaba haciendo). La reacción de Michael fue la más normal de todas. “Oye, no dolió tanto como debería. Voy a arrancar un proyecto de investigación para descubrir qué parte del cuerpo humano duele más cuando pica una abeja”.

El proceso no resultó muy difícil: durante 38 días dejó que las abejas lo picaran en diferentes partes del cuerpo. Sí, incluida la penecilina intrapiernosa. Y aunque “el socio” no alcanzó el primer lugar, si quedó en el podio con un tercero.

Aparentemente, es más dolorosa una picadura de abeja en la nariz o labio superior. La próxima vez que te rodee un enjambre de abejas, ya sabes: tapate la cara.

 

 

5 – Hooman Soltanian, el hombre que fotografió pechos de gemelas por la “ciencia”.

Un cirujano llamado Dr. Hooman Soltanian se presentó en el Twins Day Festival (una convención de gemelos en Twinsburg, Ohio, Estados Unidos, y solicitó a algunas gemelas permiso para fotografiar sus senos. Probablemente no fue el primer pervertido en intentar esto, pero quizá sí fue el primero en tener éxito.

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Hooman tenía curiosidad por saber qué factores afectaban la seguridad en los implantes de mama. 161 pares de mujeres estuvieron de acuerdo en dejarlo fotografiar sus gomas. Soltanian tomó las fotos y pidió a sus colegas cirujanos evaluar los valores estéticos como la calidad de la piel, caída y simetría.

¿Qué terminó descubriendo Soltanian? El hecho subjetivo número 1 fue que fumar, beber y los embarazos múltiples pueden hacer unos senos menos atractivos. El 2 fue que la hidratación, amamantar y la terapia de reposición hormonal pueden hacer los senos más atractivos. El 3 fue que la ciencia puede ofrecerte acceso a placeres inconmensurables.

5 comentarios en “5 investigaciones científicas dolorosas o poco éticas”

  1. Pues la verdad como que el título del tema está mal empleado debido a que poco éticas las primeras 2, de ahí en fuera los otros sólo me dicen que la palabra científico no va ligada al sentido común, bueno por lo meto con estos tipos a excepción del último ese si gozó con su experimento

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