Partamos de la premisa de que nada en este mundo (y en otros) sucede por casualidad. Nada ocurre sin ninguna explicación, sin ningún orden de evolución, sin un conjunto de factores que se alternan para concluir en ese momento o fenómeno.
Los métodos de investigación y estudio científico son un buen ejemplo. Estos no surgieron de forma espontánea tal y como los conocemos en la actualidad. Estos, al igual que todo lo que conocemos, pasaron por un proceso de evolución. Y antes de que la tecnología pudiera levantar en hombros a nuestros científicos que se arrastraban por los suelos, algunos experimentos por demás extraños fueron realizados con un solo objetivo: saber más. Bueno, el conocimiento tenía que venir de algún lugar, ¿no?
Un glorioso experimento sexual hecho en el siglo XVIII.
Este fue llevado a cabo en Italia, en la década de 1760, cuando un estudioso y sacerdote católico llamado Lazzaro Spallanzani curioseaba y ansiaba saber más sobre el esperma. Para intentar comprender mejor aquellos “grumos blancos”, este hombre decidió vestir ranas con pantalones ajustados de seda. Así como lo lees, pantalones.
Spallanzani fue un filósofo natural bastante respetable (lo que hoy en día llamaríamos un “científico”), pero era un prisionero de un pensamiento muy divulgado de su época: él también creía que la vida, en ocasiones, se generaba de forma espontánea a partir de una no-vida, la (hoy) absurda teoría de la generación espontánea.
Esta idea vino a flote a partir de una observación con, literalmente, el único equipo de estudio científico disponible en la época: la vista. Las personas observaban que, cuando un trozo de carne se mantenía al aire libre durante una cierta cantidad de tiempo, los insectos comenzaban a aparecer. De la carne de vaca, se creía, nacían las moscas. Y nadie sabía cómo. Aquello era una cosa de “no sé cómo, pero sé que así es”. Como por arte de magia, surgía la vida. La descomposición, incluso de cosas inorgánicas, fue fundamental para desarrollar el conocimiento de la época. Las personas también creían que si se mezclaban un poco de cascaras de trigo y prendas íntimas sucias (y su característico hedor) y dejaban esta mezcla en el suelo durante 21 días, el sudor y el trigo se combinarían para generar, espontáneamente, un ratón.
Entretanto, Spallanzani creía que, en los animales superiores, no únicamente se requería de un huevo, sino también de una cantidad de esperma. Él creía que la vida sólo podía venir de la vida, y no de la no-vida. Los estudiosos ya habían visto espermatozoides producidos por el órgano sexual disueltos en una solución. Evidentemente, aquellos grumos tenían alguna función. Lo único es que, Spallanzani no sabía exactamente cuál era. Y fue entonces que llevó a cabo el experimento de las ranas.
¿Pantalones o condones?
Para hacer la prueba que tenía en mente, el biólogo adquirió una vasta cantidad de ranas macho y hembra. Los separó y, a continuación, vistió a los machos con los pantalones de tafetán de los que hablamos al comienzo del artículo. Después de vestirlos apropiadamente, los machos fueron liberados para que se unieran a las hembras. La expectativa era que procuraran a las hembras e hicieran la fecundación de forma habitual. Sin embargo, por razones que hoy nos son bastante obvias, las ranas macho encontraron algunas dificultades. El pantalón de tafetán se interponía entre ellos y el paso a la prosperidad reproductiva.
Las ranas macho de forma instintiva entraban en frenesí cuando encontraban a las hembras, pero el esperma no conseguía atravesar el tejido. Luego, no había reproducción. Spallanzani, por su puesto, tenía un grupo de control y se dio cuenta de estos resultados. Los pantalones ajustados habían eliminado un ingrediente clave. Después vino la conclusión de que el esperma, aparentemente, era un elemento necesario para que de esas uniones resultaran nuevas ranas.
Los renacuajos, claramente no fueron generados espontáneamente, como algunos (la mayoría, a decir verdad) creían. Con el experimento de los pantalones de tafetán, Spallanzani mostró que los bebés venían de sus padres, lo que fue todo un descubrimiento histórico.
Como una forma de homenaje al biólogo, hay una estatua de Spallanzani en Scandiano, Italia, sosteniendo una lupa en una mano y una rana en la otra. La rana, lamentamos decirlo, no está vestida con pantalones.
Fuente: npr
Nada mas que Lazzaro no leia la biblia:
Genesis 38:8 (RVA) Entonces Judá dijo a Onán: Llégate a la mujer de tu hermano, y despósate con ella, y levanta descendencia a tu hermano.
38:9 Y sabiendo Onán que la descendencia no había de ser suya, sucedía que cuando se llegaba a la mujer de su hermano, vertía en tierra, por no dar descendencia a su hermano.
se verian vaciadisimas las ranas con pantalones…y por un momento pense que a las hembras les pondrian vestidos jajaja
Me gusto mucho este artículo gracias.
Muy buen articulo, es increible como tenemos todo ese conocimiento ahora y lo vemos como algo de todos los dias, cuando se necesitaron siglos, e infinidad de mentes ingeniosas, para que todo eso pudiera llegar a nosotros . Muy entretenido.
quien lo hubiera imaginado jjajaja