Una barrera física entre la frontera de México y Estados Unidos podría dividir poblaciones de osos y ocelotes, de la misma forma impediría que pájaros e insectos polinizadores circulen entre ambas naciones. En el imaginario popular, la frontera entre México y Estados Unidos está representada por un terreno desértico inmenso dividido por una línea imaginaria.
Mientras el sol se oculta marcando otro final del día al sur de la Ciudad de México, un grupo de campesinos se abre paso a través de estrechos canales anegados repletos de pastizales para entregar la producción del día. Es el mes de enero, justo a mitad de la temporada seca, pero sobre las laderas de aquellos terrenos irregulares pueden observarse lechugas y espinacas gobernando los campos entre las lagunas de Xochimilco.
El año pasado fue particularmente complicado para la democracia mundial. Arrancamos el 2017 con Donald Trump en la Casa Blanca salpicando odio y xenofobia a través de la primera potencia mundial, le siguió el dictador norcoreano Kim jong-un prometiendo desatar un pandæmonium nuclear, no se hicieron esperar las represiones ante un referéndum de independencia en Cataluña, los movimientos religiosos extremistas se volvieron más fuertes, y más localmente, el presidente mexicano obtuvo el peor índice de aprobación en todo el continente americano. Estos son sólo algunos de los casos que nos muestran la fragilidad de los regímenes democráticos.
Tras una constante serie de escándalos de corrupción a lo largo de los últimos seis años, y sobre todo después de aprobar reformas que no han resultado más que en el descontento social, el partido del gobierno en turno ha optado por desplegar una campaña de “terror” contra el candidato favorito en las elecciones presidenciales del próximo mes de julio.
Las imágenes, dignas del popular filme de terror “Destino final”, fueron registradas en las calles del estado de Puebla. De acuerdo con la descripción del video, los hechos acontecieron cuando un cable, propiedad de una empresa de telefonía, fue arrastrado por un camión cisterna de tal forma que terminó enredándose en torno al cuello de una niña a la que casi decapita.
Cuando se leen los datos sobre la vida de Joaquín “El Chapo” Guzmán, muchos parecen sacados directamente de un guion para cine: intentos de asesinato, dominación mundial del tráfico de droga, intrépidos escapes de prisión y encuentros con estrellas de cine en el anonimato de la jungla.
