Los pilotos kamikazes comprenden uno de los sucesos más enigmáticos de la Segunda Guerra Mundial. Por eso, sus cartas de suicidio son una pieza fundamental que ayuda a comprender la otra cara de la moneda. Estos pilotos japoneses llegaron al extremo del suicidio para destruir al enemigo. Sin embargo, también eran seres humanos cuyos sueños quedaron rebasados por el cumplimento del deber.
Tus ojos no te engañan: estás viendo un gato de seis metros descansando en la fachada de una tienda en Japón. De hecho, se trata de una enorme pantalla con resolución 4K y en 3D. Y aunque las imágenes de este gato se viralizaron en Internet, la cosa no resulta tan llamativa cuando se ve desde el otro lado de la calle.
En Japón, una compañía de helados ofreció una disculpa pública a sus clientes por subir el precio de un producto. Se trata del Garigari-kun, un helado muy popular entre los pequeños nipones. La empresa Akagi Nyugyo aumentó el precio de esta paleta congelada de 60 a 70 yenes (aproximadamente $1.9 pesos mexicanos). ¿Lo más curioso? Desde hace 25 años, esta es la primera vez que suben el precio del producto.
El cine de terror encontró en Japón tierra fértil para florecer de forma excepcional. Pero, así como el mundo tuvo la primera película de terror en la historia, los japoneses también empezaron en algún punto. Incluso antes de que la industria cinematográfica existiera, los elementos sobrenaturales ya formaban parte importante del folclor japonés.
Hablar de un influencer siempre es caer en polémica. Sin embargo, en este caso en particular la situación se puso extraña. En Japón, una influencer local fue desenmascarada por un popular programa de televisión. La investigación reveló que, además de no ser mujer, la “joven” realmente era un hombre de 50 años. Se hacía pasar por una mujer en las redes sociales para obtener más alcance y seguidores.
En 2011, un poderoso tsunami devastó las costas de Japón. Ha pasado una década y, desde entonces, Yasuo Takamatsu no ha dejado de buscar a su esposa, Yuko. En aquella época la pareja vivía en la ciudad de Onagawa, en la prefectura de Miyagi, y la mujer desapareció en medio del desastre. Sin embargo, antes de eso alcanzó a enviar un último mensaje de texto a su esposo que decía: “¿estás bien? Quiero ir a casa“.
