Un innovador descubrimiento a través de técnicas de radar espacial sacó a la luz un antiguo canal fluvial de 100 kilómetros, trazando una conexión subterránea entre las pirámides de Egipto. Eman Ghoneim, al frente de un equipo de arqueólogos espaciales de la Universidad de Carolina del Norte, reveló este hallazgo que podría ofrecer pistas importantes sobre enigmas milenarios de la civilización egipcia.
La vía de las pirámides.
Este canal, oculto bajo las arenas del Sahara y los fértiles suelos del valle del Nilo, parece extenderse desde Faiyum, en el sur de Egipto, hasta el norte en Guiza. Curiosamente, su alineación precisa con las icónicas pirámides apunta a que la vía resultó esencial en el transporte de materiales y trabajadores implicados en la erección de estas maravillas del mundo antiguo.
Presentado recientemente en una conferencia en Leiden y publicado en agosto, este estudio podría refinar nuestra comprensión de la organización y logística del Antiguo Egipto. La sincronización de la estructura con las pirámides sugiere un uso directo en las monumentales operaciones de construcción.
El canal que impulsó a una civilización.
Este gran canal, conocido como Ramo Ahramat o «La Vía de las Pirámides», pudo mantenerse navegable gracias al Período Húmedo Africano. Este periodo climático aumentó los niveles del Nilo y permitió que este canal se utilizara incluso durante la construcción de la Gran Pirámide de Guiza, dedicada a Keops hace aproximadamente 4,500 años.
La Gran Pirámide, una estructura colosal originalmente de 146.6 metros de altura y compuesta por 2.3 millones de bloques de piedra, suscita preguntas sobre cómo los antiguos egipcios construyeron semejante prodigio sin la tecnología moderna. La relevancia del Nilo en este proceso ahora parece indiscutible y ofrece una explicación más plausible sobre el transporte de estos enormes bloques de piedra.
Ramo Ahramat.
La implicación del Ramo Ahramat en la ubicación de otros vestigios como la Gran Esfinge también se ha puesto de manifiesto, posiblemente señalando su función más allá de lo que se conocía previamente. Además, la interpretación de que este canal también podría haber llegado hasta la propia Esfinge, agrega otro nivel de significado al descubrimiento.
Más allá de su impacto en la historia de la construcción, la ubicación de estos antiguos canales del Nilo arroja nueva luz sobre el posible sitio de ciudades perdidas y templos sepultados bajo la acumulación de sedimentos a lo largo de miles de años. Este descubrimiento no solo esclarece algunos de los secretos del antiguo Egipto, también promete abrir puertas a futuras exploraciones arqueológicas.