Los humanos y el queso viven una eterna relación de amor y odio. Si bien es cierto que amamos ponerlo en toda clase de comida: quesadillas, pizzas, elotes, papas fritas, hamburguesas, enchiladas, espagueti, carnes, etc. No se puede negar que la mayoría muestra disgusto por el tradicional proceso de fabricación del queso. Esta repulsión hacia las culturas microbianas en torno al queso es lo que sustenta la exhibición del “queso humano” en Londres, un proyecto maloliente que busca la reflexión en la sociedad sobre el maravilloso mundo de las bacterias.
La exhibición presenta diversos tipos de quesos fabricados a partir de las bacterias recolectadas en cinco famosos británicos. Esta sección forma parte de un proyecto todavía más ambiciosos titulado Food: Bigger Than the Plate que se presenta en el Museo de Victoria y Alberto. La intención es reformular el debate en torno al mundo de los microbios, pues generalmente domina el estereotipo donde se sugiere que resultan perjudiciales para la salud humana.
Se trata de un error enorme pues, desde hace décadas, se sabe que los microorganismos son imprescindibles para nuestra existencia e incluso para nuestro bienestar. En el portal del museo se puede leer el siguiente párrafo:
“[Los microorganismos] interactúan entre sí, desempeñando roles diferentes, ayudando en nuestro desarrollo, alimentación y protección. Hoy, se cree que la composición de nuestro microbioma puede repercutir incluso en nuestro estado de ánimo, peso, inteligencia y personalidad. Y a medida que la ciencia desarrolla nuevas técnicas para el estudio de los microorganismos, la creencia de que son dañinos o un motivo de vergüenza (por los olores no deseados) abren paso a una comprensión mucho más amplia de las cosas extraordinarias que hacen por nosotros”.
¿Cómo se hace el “queso humano”?
Hacer queso a partir de las bacterias presentes en famosos británicos es un proceso simple, aunque desagradable. El proceso empezó con la recolección de bacterias, hecha por científicos y queseros que hurgaron en las grietas corporales de las celebridades: ombligos, narices y orejas. Después, hacen cultivos en placas de Petri hasta que se puede hacer una recolección de las cepas adecuadas para añadirlas a la leche y hacer el queso.
Como la bacteria empleada normalmente en la fabricación del queso es similar a la que puede encontrarse en el cuerpo humano (de ahí que algunos pies huelan a queso añejo), el proceso de fabricación del “queso humano” es muy parecido al método tradicional. Tal vez una exposición así no sea para estómagos débiles, pero esta curiosa exploración de la repulsión humana se ha ganado varios adeptos.
Ruby Tandoh, subcampeona del programa de televisión The Great British Bake Off, fue una de las celebridades que contribuyó al proyecto con un hisopo repleto de bacterias cultivadas de su cara, microorganismos destinados a la producción de queso Stilton. Desde su punto de vista, “no es algo asqueroso, es arte”.
Selfmade.
El título original del proyecto es “Selfmade”, producto de una colaboración entre la artista Sissel Tolaas y la bióloga sintética Christina Agapakis. Ambas se unieron a la Universidad de Stanford y la Universidad de Edimburgo para desarrollar esta combinación de arte, ingeniería y biotecnología. Curiosamente, el queso hecho a base de bacterias humanas no presenta un olor similar al de la persona que proveyó dichas bacterias. Por eso, el queso mozzarella producido con microbios del rapero Professor Green no tenía su olor corporal.
Otras celebridades que contribuyeron a la causa son el famoso chef Heston Blumenthal (comté), Alex James, bajista de Blur (queso Cheshire directo de la axila) y Suggs, líder de la banda de ska Madness (cheddar).
Esta no es la primera ocasión en que Agapakis y Tolaas colaboran en un proyecto de quesos. En 2013, llevaron a cabo un proyecto similar donde produjeron once “quesos humanos”, uno de los cuales se hizo a partir de las bacterias presentes en el ombligo del activista Michael Pollan.
En 2013, durante una entrevista para la revista The Verge, Agapakis declaró que “las personas tienen una mezcla de repulsión y atracción por el queso. Esto nos da la oportunidad de generar un conversación verdaderamente importante sobre las bacterias y los olores”.
Que quede claro: se trata de una exposición artística y no se determinó que las rebanadas de queso del proyecto Selfmade fueran aptas para consumo humano. Quizá muchos empezaron a salivar mientras leían el artículo, pero comer estos quesos no será posible… por ahora.
Qué asco.
Seguro no falta el que se lo traga.
Como tú, que te lo tragas todito.
Pensé que se refería a algo que empieza por S y termina en megma.
si son de Emily Blunt me lo comeria aunque fuera kk