¿Por qué nos gusta el olor de nuestras flatulencias?

Si te has descubierto a ti mismo disfrutando el bouquet de tus propias flatulencias, no te avergüences, es algo bueno para tu supervivencia. A las personas les suele gustar el aroma de sus propias flatulencias pues el olor es familiar para la mayoría. Y el hecho de que los hedores de otras personas nos desagraden tiene que ver con la forma en que está conectado nuestro cerebro.

Cuando recibes una dosis de gas después que una persona se ha pedorreado frente a ti, el subconsciente te avisa que estás en peligro pues los malos olores son señales de peligro para tu cerebro, esto según un video publicado por el popular canal de AsapSCIENCE.

Las flatulencias y el sesgo de olor.

Nos gustan nuestras flatulencias, bueno, por qué son nuestras. “Puesto de forma simple, entre más familiar te sea algo, ya sea una imagen, canción o incluso un olor, más tendemos a preferirlo”, se afirma en el video. “Dado que la población bacteriana en tu cuerpo encargada de producir las flatulencias es única para cada individuo, nuestras flatulencia tiene ciertos distintivos que la nariz es capaz de percibir”.

Pero cuando otra gente expulsa gases, tendemos a apartarnos pues nuestro cerebro interpreta el olor negativo como una amenaza potencial. “Cuando se piensa en ello, la mayoría de las cosas que no huelen bien no son buenas para ti”, afirma el narrador del video. “Entre mayor sea el riesgo de enfermar, más intensa es la respuesta”.

Créelo o no, algunas flatulencias pueden esparcir patógenos vinculados con la amigdalitis, fiebre escarlatina, enfermedades del corazón y fascitis necrotizante que viajan en pequeñas partículas de materia fecal a través del aire, según el video. Afortunadamente, la mayoría usamos ropa interior por lo que esto deja de ser una preocupación, pero probablemente fue un problema para nuestros antepasados desnudos, cuyos cerebros les indicaban que debían huir a toda prisa de donde quiera que se haya producido una flatulencia.

Así, los humanos evolucionaron para preferir ciertos olores. “Es importante que nos hayamos adaptado a nuestros propios olores pues así podemos mantener una higiene adecuada”, dice el narrador. “De la misma forma, las madres perciben los desechos de sus hijos de una forma menos ofensiva que otros, algo que les permite ocuparse de ello sin ningún asco”.

En nuestro cerebro, el cortex del cíngulo anterior se encarga de procesar las señales de sorpresa y también tiene un papel en la forma en que respondemos a las flatulencias de otras personas. Es decir, cuando nos peemos, sabemos lo que está por llegar y podemos anticipar un mal olor. Sin embargo, cuando otros se peen en silencio y aquello apesta, nos toma totalmente desprevenidos.

“Cuando alguien se revienta un pedo silencioso pero letal en una habitación repleta de gente, la expectativa de la realidad en el cerebro es perturbada por el estímulo negativo, lo que hace que todo parezca mal”, se explica en el video.

Porqué algunas flatulencias son más olorosas que otras.

Algunas flatulencias pueden ser más penetrantes debido a los alimentos que consumimos. Los alimentos con un alto contenido en azufre pueden generar gases particularmente malolientes, y lo mismo sucede con los alimentos con grandes cantidades de sulfato.

Purna Kashyap, un gastroenterólogo de la Clínica Mayo, dijo a NPR en el 2014 que los pedos malolientes pueden resultar útiles reduciendo la cantidad de aire en el propio estómago. Las flatulencias también pueden indicar que los microbios en el intestino funcionan a la perfección.

“Ingerir alimentos que provocan gases es la única forma que los microbios en el intestino tiene para obtener nutrientes”, dice Kashyap. “Si no los alimentamos con carbohidratos, será difícil para ellos vivir en el intestino”.

Aunque existe cierto estigma social en torno a las flatulencias, que a menudo son vistas en la cultura pop como una cosa vergonzosa (especialmente entre parejas románticas), la realidad es que pueden ser buenas para todos. Además, todos lo hacen, de la misma forma que todo mundo hace caca. De hecho, nos pedorreamos un promedio de 14 veces al día, por lo que si trabajas en una oficina repleta de personas, hay una gran probabilidad de que tus colegas se estén peyendo a tu alrededor todo el día. Despierta y disfruta de ese olor a rosas.