5 razones por las que es complicado cambiar de opinión

Cambiar de opinión es un proceso complejo que involucra factores psicológicos, sociales y cognitivos. La historia está llena de personas que fueron víctimas de un lavado cerebral e hicieron cosas absurdas como matarse o matar a otros. Por supuesto que eso nunca sucederá contigo, que has recibido una muy buena educación y eres inteligente, ¿verdad? Excepto que no funciona así. Incluso aquellas mentes despiertas y brillantes están sujetas a apoyar causas no tan brillantes y a nunca cambiar de opinión.

5. Las ideas no importan, a las personas solo les interesa que “funcione”.

La cienciología es un compendio de creencias y prácticas relacionadas con la autoayuda. Aunque sus cursos integran consejos interesantes, la cienciología también enseña que el gobernante del mal Xenu congeló a millones de víctimas y las ocultó en volcanes de la Tierra. ¿Por qué demonios las personas adoptan estas y otras creencias aparentemente tan extrañas? Bueno, porqué la cienciología tiene cosas que funcionan. Por ejemplo, ellos recomiendan que las personas se enfoquen en completar una tarea de forma rápida y correcta, olvidándose de todas las demás cosas que deben hacer. Entonces, una vez concluida dicha tarea, las personas tienen la confianza de avanzar a la próxima y hacer todo lo que les venga en gana.

La cienciología no inventó esto – probablemente adoptó y adaptó la idea de tanta otras que existen y que están en funcionamiento desde hace siglos. Pero aquí está la clave: cuando un cienciólogo (o cualquier otra persona que tenga cualquier otra creencia) dice que esto funciona, es verdad. Funciona. La mitología adyacente ya no resulta tan importante – si dice que la técnica funciona gracias a pequeños seres extraterrestres que viven dentro de tu cuerpo, perfecto para ti. Eso no cambia nada.

Cambiar de opinión tras la adopción de creencias extrañas.

No tenemos espacio en el cerebro para mantener control sobre la forma en que funciona el mundo – por eso, no estamos interesados en explicaciones científicas complejas sobre por qué ciertos consejos funcionan. Por ejemplo, quizá te sientas superior a un cristiano que no cree en la evolución, pero en algún sitio hay un ingeniero que se siente superior a ti por qué no sabes cómo funciona tu iPhone. Después de todo, la realidad es que no sabes cómo funciona tu iPhone porqué saber eso no cambiará la forma en que lo usas en tu día a día. De la misma forma, pensar que la Tierra tiene apenas 6,000 años de antigüedad no cambia demasiado tu vida cotidiana, pero otros consejos como tener autodisciplina y paciencia, pueden resultar de mucha ayuda, por lo que terminas aceptando el paquete completo y sanseacabó.

Y SÍ, todos HACEMOS ESO.

4. El otro lado siempre resulta peor.

Estás viendo El Señor de los Anillos. En la batalla, de un lado tienes a estas personas:

Del otro lado tienes esto:

¿A quién apoyarías? Sencillo. Si mañana te toparas con un grupo de hombres en un callejón luchando contra algunos orcos, te unirías a los hombres, sin siquiera preguntar por el motivo de la pelea. No importa – pelearías del lado de los humanos, aunque fueran neonazis. Y eso es lo que sucede con la mayoría de las personas que ves peleando por una causa realmente terrible al lado de personas horribles: están haciendo eso porqué creen que están peleando contra un enemigo que es mucho peor.

Las personas se definen principalmente por aquello que odian. Es más común escuchar a alguien hablando mal de Justin Bieber que defendiendo a su banda favorita, o menospreciando a un candidato político que exaltando a otro. La realidad es que un grupo de personas alimenta la adhesión a otro grupo de personas con ideas opuestas y existe una relación simbiótica extraña entre esos dos “lados”, que garantiza su supervivencia.

Ese también es el motivo por el que las personas siempre atribuyen características negativas a sus “enemigos” que no están realmente relacionadas con aquello en lo que no están de acuerdo. Por ejemplo, no es suficiente decir que los antifeministas están equivocados; es imprescindible decir que se trata de obesos frustrados asexuados (entonces la respuesta de esos gordos es que las feministas son mujeres irritables y flacas u hombres afeminados). Los de derecha son hípsters ignorantes, los de izquierda unos chairos soñadores y los priistas unas ratas – y así sucesivamente – esa es la clave para mantener la atención en lo inhumano que resulta el lado opuesto, de modo que nunca tengamos que mirarnos en un espejo.

Pasamos por alto cualquier cosa dentro de nuestro propio grupo, porque no importa lo mal, asqueroso o ilegal que sea, por lo menos no somos orcos.

3. Pertenecer a un grupo es más importante que tener una opinión sensata.

Si llegas a casa y ves a un extraño golpeando a tu madre, seguramente no te detendrías a preguntar: “¿Señor, cuál es la naturaleza de esta golpiza? ¿Qué le hizo ella?”. No, tomarías un cuchillo y lo hundirás en la espalda de ese hijo de toda su p. En aquel momento, la lealtad hacia tu madre supera cualquier otra cosa.

De la misma forma, si conversas con alguien que estuvo en una guerra y le preguntas cómo pudo hacer todo lo que hizo, esa persona probablemente no te dirá que fue por amor a su país o por su creencia en la causa (muchos soldados ni siquiera pueden dar una explicación razonable de aquello que los llevó a las batallas en las que pelearon). No. El soldado probablemente te responderá que aguantó con firmeza por el amigo que estaba a su lado. Necesitaba ayudarlo, de la misma forma que su colega lo protegía también. Es así como las personas en guerra sobreviven y no piensan en lo que están haciendo – porque necesitan cuidar unas de otras.

Por esa misma razón también disfrutamos tanto de apoyar a nuestros equipos deportivos, y la razón por la que los adolescentes se organizan en pandillas y las personas se unen a los cárteles del narcotráfico.

El sentido de la pertenencia al grupo.

Queremos pertenecer a un grupo, una “tribu”. Siempre que esa tribu no tenga cualquier creencia que sea absolutamente repulsiva para ti, la creencia en sí no importa. Por ejemplo, un ex neonazi relató que se unió a un grupo de cabezas rapadas incluso antes de saber que eran skinheads. Antes no eran más que un grupo de personas que salían juntas, fue como si un día de repente hubieran decidido odiar a los judíos. Y aquí está la clave: si alguien se apareciera y le dijera a ese ex neonazi que sus amigos eran idiotas vendedores del odio, él habría escuchado eso como una crítica a las personas más próximas a él. “¿Vendedores de odio? Confió en mis hermanos con mi vida”.

“Pero”, insistes, “yo nunca odiaría a un grupo étnico de personas solo para agradarle a mis amigos”. Quizá no, pero hay formas más sutiles de ser absorbido por un grupo sin estar totalmente de acuerdo con sus ideas y creencias. Seamos honestos: probablemente no conoces todas las propuestas que hizo tu candidato político, e incluso así votaste. Peor aún: lo defendiste sin saber lo que representaba.

Muchas veces, cuando surge una controversia de cualquier naturaleza, la mayoría de las personas no estudia cuidadosamente la cuestión para descubrir cómo se siente o qué piensa de ella. No. Se limitan a seguir a su tribu. Frecuentemente adoptan opiniones ajenas como propias. Además, creen que entienden algo por qué vieron una única información proveniente de una fuente desconocida (pero no necesariamente con credibilidad), cuando la realidad es que probablemente tienen muy poco conocimiento sobre el tema que están opinando.

El punto no es que todo mundo sea idiota e hipócrita. El punto es que no tenemos espacio en nuestros cerebros para mantener el control de tanta información, y nuestra prioridad es pertenecer a un grupo – eso garantiza compañía, apoyo y supervivencia. No es culpa de nadie, pero si es un hecho que se puede cambiar la mente de las personas apenas bombardeándolas con información.

2. Nos regimos por el mismo código moral, aunque lo usamos de forma diferente.

¿Te consideras moralmente superior a las personas que solían quemar a las brujas? Sinceramente esperamos que sí – tales personas secuestraban a hombres y mujeres inocentes y los ejecutaban basados en una ridícula superstición.

¿Pero, si en un sorprendente cambio de eventos, descubriéramos que las brujas no solo son reales, sino que todo lo que se dijo sobre ellas es verdad? Que tienen poderes mágicos obscuros que usan para torturar y asesinar a las personas. Y, como pertenecen al mundo de la magia, la única forma de detenerlas es asesinándolas. Es decir ¿Eres de los que aplaudió cuándo Voldemort murió, no?

Y así, como por arte de magia, queda bastante claro que no eres más tolerante que los cazadores de brujas – simplemente no compartes su creencia en las brujas. El código moral que sigues puede ser exactamente el mismo que el de ellos – simplemente no estás de acuerdo con ese hecho en particular. Y los hechos pueden estar bien o mal, pero no pueden ser morales o inmorales.

Esto es lo que sucede en prácticamente todo debate político. Las partes concuerdan con el principio moral de que la tiranía del gobierno es mala. Simplemente no están de acuerdo sobre si los ideales de uno o del otro son un ejemplo de tiranía del gobierno.

El bien contra el mal.

Pero somos incapaces de ver con claridad esta cuestión moral. Con el fin de preservar la narrativa del “bien contra el mal”, muchas veces las personas deciden que el otro lado del debate simplemente está mintiendo sobre lo que creen. “Los cazadores de brujas ni siquiera pensaban que las brujas existían, solo querían un pretexto para mutilar mujeres”.

Esto es, sin duda, cierto en algunos casos, pero no en la mayoría. Eso no impide en ambos lados el deseo de creer que su enemigo realmente es peor, aunque no sea el caso. Las personas de lados contrarios a ciertas cuestiones realmente poseen los mismos valores morales, aunque los priorizan de forma diferente.

Si quieres un ejemplo cotidiano de esto, basta pensar en aquel amigo molesto que es excesivamente franco con sus opiniones, arruinando el buen humor en cualquier lugar donde se presenta. No es que sea inmoral; sino que está dando prioridad a un valor moral (honestidad) en detrimento de otro (minimizar los daños emocionales). Y se hace aún más difícil odiarlo cuando te das cuenta que realmente está haciendo elecciones morales valientes todos los días – pudo haber tomado una decisión angustiante de decir que tu camisa parece algo que un oso cagaría después de comerse a un payaso porque vio eso como algo “correcto”, de acuerdo a su moral interna. Probablemente le gustaría que hicieran lo mismo por él, en caso de que un día lleve puesta una camisa que se parezca con algo que un oso cagaría después de comerse a un payaso.

1. La mayoría de las personas cae en su “tribu” accidentalmente.

Si buscas libros que expliquen por qué las personas blancas son la raza superior del mundo, encontrarás una coincidencia sorprendente cuando veas quienes son los autores: todos son blancos. ¿Loco, no? ¿Cuál es la probabilidad?

El año pasado, la revista TIME hizo un experimento donde anticipó con precisión las convicciones políticas de los norteamericanos simplemente solicitándoles que respondieran a una serie de preguntas completamente no políticas, como “¿Prefieres a los perros o los gatos?” y “¿Tu espacio de trabajo está organizado o desordenado?”. Otro estudio encontró que puede predecirse la posición política de alguien estudiando la forma en que su cerebro procesa los riesgos.

Apoyo a los grupos.

No es difícil prever el grupo en el cual una persona piensa que encaja. Generalmente, ellos creen que la peor característica que una persona pueda tener es precisamente algo que para ellas no resulta fácil no tener. Por ejemplo, muchas personas en forma creen que los gordos son “babosas perezosas” – para ellas, las personas no están al mismo nivel por culpa propia. Muchos ricos también creen que los pobres son inferiores por ser vagabundos que no quieren trabajar o estudiar. Y así sucesivamente.

Todo esto puede encasillarse como prejuicios – y probablemente lo sean –, pero también lo es la vida: apoyas a los grupos de los que por casualidad formas parte. Puedes pensar en ello como tú “Configuración moral estándar”, que está determinada en gran medida por el lugar donde naciste, como fuiste criado y el grupo de amigos que te tocó.

Si quieres ver tu Configuración moral estándar en acción, imagina que vas con tu madre a visitar un país extranjero. En el ingreso, exigen que todas las mujeres se quiten sus blusas y sostenes para que puedan ser fotografiadas con fines de identificación. Crees que esto es asqueroso y misógino – secretamente, ellos solo quieren ver senos y son una cultura extraña y machista.

El ambiente moral estándar.

Pero en realidad, ambas partes se están rigiendo por su “Ambiente moral estándar”, como si fuera una verdad absoluta dictada en la creación del universo. Que otras personas tengan diferentes estándares – y crean en ellos tan firmemente como tú lo haces – es un hecho casi imposible de comprender.

Admítelo. Si hubieras vivido en el México de los esclavos como un español blanco, habrías sido de los menos racistas. Y también habrías sido uno de los jóvenes que no fueron alienados por Hitler. Al imaginarnos en otro tiempo y lugar, siempre asumimos que nuestro Ambiente moral estándar de alguna forma viaja con nosotros, por qué no podemos concebir una vida sin él.

Es este ambiente lo que hace que sea prácticamente imposible realmente entendernos y respetarnos unos a otros. Cuando intentas hacer que alguien desvié sus estándares, mi amigo, es cuando todos los puntos anteriores de la lista se reúnen en un único Megazor que se opone a ti. Le estás solicitando a la persona que a) abandone todo lo que ha funcionado para él hasta ahora, b) deje que los bastardos maléficos del lado contrario ganen, c) que traicione a sus amigos y d) que abrace aquello que él ve como una inmoralidad.

Muchas personas prefieren, literalmente, morir antes que desviar su configuración moral estándar, popularmente conocida como cambiar de opinión.