En la comunidad científica les apodaron «Niños de las Estrellas». Aún recuerdo lo maravillosa que resultaba esta escena, al menos al principio. Por las noches, cada estrella brillando en el cielo tenía un doble: una réplica exacta distinguible a simple vista, aunque los dispositivos astronómicos indicaran que no había nada allí.
Aquellas primeras noches con Jane, mi prometida, nos tumbamos en el patio trasero de nuestra casa para observar el espectacular cielo doble. Un cielo reflejado. Como si alguien hubiera puesto uno a manera de transparencia sobre el otro. Fue una escena muy romántica. Y concebimos a nuestra hija bajo una de esas noches, iluminados por la luz doble.
Antes que finalizara la primera semana de este fenómeno, cada uno de los noticiarios en el país repetía las mismas indicaciones como si fuera un mantra. Quedarnos en nuestras casas mientras el Sol no iluminara. No debíamos salir después que cayera la noche.
En CNN organizaron una mesa de discusión con una docena de expertos. Estos científicos empezaron advirtiendo que observar directamente los Niños de las Estrellas causaría ceguera.
Nadie les creyó. De hecho, empezaron a circular cientos de teorías de conspiración sobre la verdadera naturaleza de los Niños de las Estrellas.
Al final, el gobierno comunicó que dependía de nosotros seguir o no las instrucciones. Sin embargo, el Congreso autorizó un toque de queda a nivel nacional para esas horas nocturnas. Jane y yo fuimos testigos de la forma en que otros gobiernos del mundo implementaban regulaciones similares.
Nos autorizaron salir con plena libertad durante el día, pero al anochecer debíamos confinarnos en nuestros hogares. Dijeron que evitáramos observar las estrellas.
La vida siguió su rumbo. Jane tenía muchas náuseas y toda clase de antojos extraños, como sucede con cualquier mujer embarazada. Las cosas mejoraron hasta los seis meses. En esa misma época le practicaron un ultrasonido para confirmar que se trataba de una niña sana, con un corazón que latía fuerte.
Aquellas noches de confinamiento solía recostarme sobre el vientre de Jane, procurando escuchar a nuestra hija mientras se movía o pateaba. Jane no dejaba de ponerle música. Creo que intentaba convertirla en una fanática de Stevie Nicks.
Instalamos la imagen del ultrasonido sobre la mesa de noche, junto a nuestra cama. No existía duda alguna de que amaríamos a nuestra bebé. Planeábamos llamarla Lucy.
Es imposible describir con palabras lo que sentimos cuando Jane entró en labor de parto. Fue terrible. Tuvieron que suministrarle fuertes dosis de sedantes. Yo terminé desmayándome y tuvieron que sacarme de la sala de partos para reanimarme.
No permitieron que observáramos a las bebés antes de llevarlas al incinerador, pero me las arreglé para hacerlo: era una masa de extremidades destrozadas y rostros agonizantes. Los Hijos de las Estrellas, como apodaron a esta clase de embarazos, son los bebés gemelos concebidos a la luz de estas extrañas estrellas dobles e indetectables, como sucedió con los gemelos en cualquier ultrasonido.
Nadie pudo especificar cuál era nuestra hija y cuál la copia. En el útero, ambas se convirtieron en agresoras. Cada una envolvió sus pequeños brazos en torno al cuello de la otra y apretó hasta que las venas estallaron, los ligamentos se rasgaron y los huesos se fracturaron.
Esta noche no pude soportar la pena y el dolor. Me alcoholicé y salí durante el toque de queda. Por primera vez en mucho tiempo, observé con los ojos llenos de lágrimas aquel hermoso cielo doble.
Por lo que pude apreciar a simple vista, todos los Niños de las Estrellas, sin excepción, empezaron a desplazarse lenta pero deliberadamente hacia las estrellas originales.
Pensé que se comería a la madre por dentro XD
Concuerdo contigo en la forma de narración del relato
Original, pobremente narrada, pero es una historia super original que daría para un libro.
Más Creepypastas así por favor :3
0.o