Este artista callejero de origen británico se identifica con el seudónimo de My Dog Sighs, como todo artista urbano pinta sobre diversas superficies, pero lo que lo destaca y lo ha dado a conocer son sus pinturas sobre latas; ya sean latas oxidadas, aplastadas, viejas y torcidas, de cerveza, conservas o salsas de tomate. El contenido es lo de menos, lo que importa para este artista es el marco, donde imprime cientos de rostros, que al paso del spray descubren miradas, expresiones y naturaleza común. Todo un mundo en el fondo de una lata vieja. Sus obras fueron llevadas a exposición el pasado mes de abril en la galería londinense Pure Evil.
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