Hace 7 años, Juana Escudero llegaba a la sala de emergencia de un hospital cuando descubrió algo por demás extraño: la mujer “estaba muerta”. Al menos así lo indicaba el registro del servicio social, consultado antes de brindarle la atención.
Por fortuna, la médico que la atendió la conocía personalmente y siguió con el procedimiento en lugar de llamar a la morgue para avisar que uno de sus invitados había escapado. Y es que, ante todo, aunque requería de atención médica urgente, Juana estaba vivita y coleando.
Aunque la historia de “su muerte” le pareció graciosa en un principio, Juana desea nunca haberse involucrado en este enredo. Y es que enfrenta toda una serie de problemas burocráticos pues el gobierno no admite que todavía se encuentra en el plano de los vivos.
Una triste confusión.
Todo esto sucedió a causa de una triste coincidencia: otra mujer llamada Juana Escudero realmente murió en Málaga, España. Pero el deceso quedó asentado en el registro de su homónima que vive en Alcalá de Guadaira, a unos 200 kilómetros de distancia de la verdadera muerta. Peor aún, la información fue enviada a diversos registros y servicios públicos, lo que le ha provocado varios infortunios a esta pobre mujer.
Cuando su esposo falleció en el 2011, Juana se las vio negras para demostrar que era su esposa. En 2012, los problemas aparecieron cuando intentó renovar su licencia de conducir. El Tesoro Nacional la estaba acusando de robo de identidad. Pese a que han pasado 7 años desde que supo de su supuesta muerte, Juana todavía no logra regularizar toda la documentación para probar que está viva.
La burocracia de la muerte.
Y mira que incluso sugirió a los burócratas realizar una prueba de ADN a la difunta que estaba en la tumba de Málaga – algo que se complicó bastante, pues debido a la falta de pago en la cuota del cementerio se exhumó la osamenta de Juana Escudero y se envió a un osario, mientras que la Juana viva recibió una notificación de que su cuerpo estaba siendo transferido.
Las únicas instituciones que siguen considerando a Juana como una persona viva son los bancos: a pesar de que el gobierno la ha dado por muerta, las facturas no deja de llegar. Así se hace un poco complicado ser feliz en una muerte burocrática, ¿no?
y tenían los dos apellidos iguales también? incluso si en ese país no se acostumbra usar el apellido de la madre, tiene su nombre de pila y con eso las diferencían, no?
En Santo Domingo los muertos hasta votan en las elecciones… lamentable el caso.
En México también, es un mal común en países tercermundistas
Touché