El sombrío escenario de la selva de Shakahola, en Kenia, es el lugar donde se desarrolló la espeluznante historia de la “Masacre de Shakahola”. En abril publicamos un artículo sobre la tragedia. Sin embargo, tres meses después las autoridades siguen buscando fosas comunes mientras el número de muertos ya supera los 400. De hecho, esperan que el total de muertes siga aumentando conforme extiendan la zona de búsqueda en esta región de África.
El líder de esta secta cristiana que ayunó hasta la muerte es Paul Nthenge Mackenzie, un ex-taxista, que logró atraer a cientos de seguidores a la selva de Shakahola con promesas de salvación religiosa a través de la muerte por inanición. Una multitud de personas abandonó su vida, creyendo que aquella propiedad se convertiría en un refugio del inminente Apocalipsis. Y el lugar donde encontrarían a Jesucristo.
Lamentablemente, la fe ciega en esta promesa de salvación derivó en una lamentable tragedia. Los miembros de la secta murieron de hambre o dañaron gravemente su propia salud, con la esperanza de alcanzar la redención espiritual. De hecho, las autopsias a los cadáveres recuperados revelaron que algunas víctimas, incluidos menores de edad, perecieron estranguladas, golpeadas o asfixiadas.
Aunque la magnitud del número de muertos es perturbadora, se hace comprensible gracias a que las actividades de la secta pasaron desapercibidas durante mucho tiempo. La Masacre de Shakahola solo salió a la luz cuando se localizaron a las primeras víctimas. Hasta ese momento, pese a las sospechas de que Mackenzie había desaparecido a varias personas, las autoridades iniciaron una investigación de la secta.
Los responsables de la Masacre de Shakahola.
Desde el 14 de abril, Paul Nthenge Mackenzie está bajo custodia y en espera de un juicio formal. Se dice que las autoridades le imputarán cargos de terrorismo. Además, otras 16 personas también fueron acusadas de formar parte de un grupo de vigilancia. La misión de estos individuos era asegurarse de que los seguidores no interrumpieran el ayuno ni escaparan de la selva.
Ante la conmoción causada por la Masacre de Shakahola, el ministro del interior anunció que la selva homónima se declarará “memorial”, en homenaje a las víctimas inocentes que perdieron la vida en este triste episodio de la historia de Kenia. Pero, no todas las acciones de las autoridades kenianas son bien vistas. En junio, procesaron legalmente a 65 personas bajo el cargo de “intento de suicidio”, después de que se negaran a alimentarse cuando los rescataron de la selva.
La medida recibió la condenada de grupos defensores de los derechos humanos, incluida la Comisión Nacional de Derechos Humanos de Kenia, que denunció la decisión como “inadecuada”. Principalmente por la “posibilidad de traumatizar aún más a los sobrevivientes que necesitan desesperadamente comprensión y apoyo”.
Lee también: Roch Thériault: el abominable falso profeta
La Masacre de Shakahola es otro trágico episodio de fanatismo religioso y desesperación humana. El sombrío acontecimiento en esta remota selva de Kenia nos recuerda la importancia de estar alerta ante signos de comportamiento extremista. Y que debemos promover la comprensión y empatía para evitar que tragedias como esta vuelvan a suceder.
Todos los seres vivos (plantas y animales) son mortales.
«víctimas mortales» es una frase mal formada gramáticamente, o una tautología. ¿existen las víctimas inmortales?…
Existen las víctimas no mortales.
Si, existimos.