El artista noruego Edvard Munch es considerado por muchos expertos de las artes plásticas como uno de los precursores del expresionismo. Munch es conocido en todo el mundo principalmente por una pintura de 1893 con atmósfera macabra titulada “El grito”, que siembra dudas y perturbación desde hace más de un siglo.
Sin embargo, no se trata de la creación más enigmática del expresionista. Existe una pintura titulada “La Madre Muerta” que, a pesar de ser menos conocida, está rodeada por una historia bastante extraña, al punto que ha llevado a muchas personas a creer que está maldita.
La trágica infancia del pintor.
No cabe duda que algunas pinturas de Munch encontraron inspiración en anécdotas propias, curiosamente pareciera que son aquellas consideradas más macabras. Munch fue un ser humano con una vida bastante difícil.
Nació en Noruega en el siglo XIX, y su proceso de educación fue tan dedicado como abusivo. Su padre fue un hombre religioso que pisaba los límites del fanatismo, una conducta que se agravó tras la trágica muerte de su esposa, cuando Edvard tenía tan sólo 5 años, y posteriormente de su hija. Su padre jamás llegó a alcanzar la resignación por estas muertes y solía culpar al pequeño Edvard por la enfermedad que terminó llevándose a las dos.
Edvard fue el primer miembro de la familia que enfermó de tuberculosis, y por razones del destino fue el único que logró recuperarse del grave cuadro clínico, a pesar de esto Munch siempre fue un individuo frágil, sufría de diferentes afecciones, algo que parecía una regla para toda su familia que tenía una hermana confinada a una institución para enfermos mentales, un primo hemofílico y otros familiares con enfermedades graves.
El dolor que inspiró sus creaciones.
Sus pinturas están marcadas por una fuerte energía negativa y son el reflejo de la preocupación que Munch tenía por los aspectos transitorios de su existencia y sufrimiento. Aunque alcanzó cierta fama al ser uno de los primeros en incursionar al expresionismo, muchos consideraban que las obras de Munch eran perturbadoras y eso limitó mucho su carrera, logrando alcanzar la cima de su popularidad sólo después de su muerte.
En el año de 1885 comenzó una pintura de un cuadro al que tituló “El niño enfermo”. Esta obra marcó el inicio del estilo que seguiría durante su carrera artística. Ejecutó diversas variantes sobre este trabajo, de la misma forma que lo hizo con otras de sus obras, con sentimientos que hacían referencia a la enfermedad y la muerte, mismos que habían marcado su infancia. Aquella obra en particular era una representación de la muerte, en 1877, de su hermana Sophie, víctima de la tuberculosis cuando tenía apenas 15 años de edad.
Otras obras oscuras pintadas por el artista son: Melancolía (1891) y Junto al lecho de muerte (1895).
La Madre Muerta y su maldición.
Este cuadro parece reflejar algunos de los pesares más recurrentes en la carrera de Munch: angustia, desesperación y locura, elementos que surgen en una imagen profundamente perturbadora y difícil de apreciar de una forma pasiva. Muchos dicen que cuando presentó la pintura por primera ocasión ante el público, generó una reacción tan visceral que se produjeron varios desmayos y personas llorando de forma desconsolada.
En la obra se retrata a una pequeña, supuestamente la hermana de Munch, de espaldas a una cama sobre la que descansa el cuerpo sin vida de una fémina, su madre. La niña se tapa los oídos con las manos y transmite una expresión donde se mezcla la incredulidad, el miedo y la sorpresa. En aquella época, Munch describió la obra con su particular sentido de amargura: “enfermedad, locura y muerte son los ángeles negros que rondan mi vida desde la cuna”.
Esta pintura ya es lo suficientemente perturbadora por sí sola, pero la historia que la rodea la vuelve mucho más extraña.
La leyenda tras la pintura.
Las personas que alguna vez fueron dueñas de la obra, mencionan que los ojos de la pequeña eran excesivamente realistas. Los ojos logran traducir en una imagen todo el dolor y el colosal sentimiento de pérdida de la niña.
Además, aseguraban que en determinados momentos las sábanas de la cama parecían moverse y que toda la pintura emanaba una especie de aroma que evocaba a un cuarto de hospital, lo que quizá llevó a las personas a creer que el cuadro guardaba una maldición, y que sus propietarios estaban condenados a sufrir alguna enfermedad incurable inevitablemente mortal.
Existe un rumor de que el cuadro estaría asociado a una maldición que hace proliferar la pestilencia y la muerte en aquellos que lo contemplan en exceso.
Pintada en 1899, la obra sirvió como un mal presagio para las décadas venideras de pandemias, como la gripe española, que terminaron con la vida de millones de personas.
Muy interesante, todas sus obras transmiten una oscuridad unica.
No hay anécdotas de alguien que haya experimentado algo raro con la pintura?
Maestro!!!
Y en donde se encuentra el cuadro en este momento
.?
La primera versión de la pintura está en el Museo Munch, en Oslo.
Obsevando con detenimiento la pintura en especifico los ojos de la niña es cierto que estos tienen un aspecto un tanto realista de hecho su estilo pareciera no concordar con el del resto del cuadro ,un detalle curioso
Lo que me gusta es que los rostros de los adultos no existen solo el de la mujer en la placida muerte y el contraste de los ojos llenos de terror y desesperanza de la niña.