La ilusión óptica del agujero negro en expansión consiste de una mancha negra difuminada al centro de un fondo con un patrón de otros pequeños agujeros bien definidos. Según los resultados de un estudio, casi 9 de cada 10 personas informan que el agujero negro aumenta su tamaño mientras lo observan. ¿Qué mecanismo interpreta esa expansión? ¿Son nuestros ojos o es cosa del cerebro? Un grupo de investigadores se dio a la tarea de averiguarlo.
Como es sabido, las ondas de luz que captan las células de nuestros ojos a menudo son mal interpretadas por el cerebro. De hecho, las ilusiones ópticas surgen de estos “errores”, haciendo que el observador vea cosas que no son lo que aparentan. Es la misma lógica tras la ilusión óptica del “agujero negro en expansión”.
Según un estudio divulgado la semana pasada en la revista Frontiers in Human Neuroscience, el protagonista de esta imagen es el patrón de fondo. El equipo de expertos a cargo de la investigación lo identificó como la clase de patrón que “promueve un movimiento ilusorio mediante sensaciones dinámicas consientes, pese a que siempre es estático”.
Gracias a este fenómeno se explica que, aparentemente, el agujero negro cambie de forma y tamaño. En el estudio, los investigadores analizaron la función de nuestros ojos al observar la ilusión. Tras presentar a los voluntarios imágenes de un agujero negro que parece expandirse mientras observa, evaluaron la respuesta del ojo. Se concentraron especialmente en las variaciones del tamaño de la pupila.
La ilusión óptica del agujero negro bajo la lupa de la ciencia.
Registraron los movimientos oculares, contracciones y dilataciones inconscientes de medio centenar de voluntarios. Tras presentar la ilusión óptica en una gama de colores, los investigadores encontraron que el tono del punto, así como de los puntos que lo rodean, influyen en la intensidad con que el observador percibe la expansión del agujero. Y el color negro resultó el más potente para efectos de la ilusión óptica.
Según el estudio, 86% de la muestra observó una expansión del agujero cuando se presentó un patrón negro con fondo blanco. Ese porcentaje cayó un 6% cuando los puntos se cambiaban a cualquier otro color. Además, los agujeros negros propician una mayor dilatación de las pupilas, mientras que los de otro color provocan su contracción.
“Entre mayor era la percepción subjetiva de la ilusión en el participante, mayor era la variación en el diámetro de sus pupilas”, señalan los expertos.
La conclusión de los científicos es que el reflejo de dilatación o cierre no es un mecanismo cíclico. Es decir, no funciona como una fotocelda que abre una compuerta, impermeable a cualquier otra información que no tenga que ver con la cantidad real de luz que alcanza al fotorreceptor. De hecho, más allá de la energía física el ojo se ajusta a la luz percibida e incluso imaginada.