El horror de Auschwitz plasmado en las cartas de un prisionero

En 1944 un prisionero llamado Marcel Nadjari enterró unas cartas al lado de un crematorio destinado a incinerar los cadáveres humanos durante el Holocausto nazi. “Suelo pensar en seguir a los demás y poner fin a esto. Pero la venganza me lo impide. Quería y quiero vivir para vengar la muerte de mi padre, de mi madre y de mi querida hermanita”. Estas fueron las palabras plasmadas por el judío griego que, a los 26 años, sobrevivió al campo de concentración nazi de Auschwitz, gracias a su persistente y profundo deseo de venganza.

Auschwitz sombrio

Nadjari se encontraba entre los 2,200 miembros que integraban la Sonderkommando, una unidad integrada en su mayoría por judíos obligada a realizar una tarea infame: conducir a otros judíos a la cámara de gas para después incinerar los cadáveres, extraer los dientes de oro y arrojar las cenizas a orillas de un río. “Si lees sobre las cosas que hicimos, seguramente dirás: ¿cómo alguien pudo hacer eso, quemar a sus propios colegas judíos?”, escribió. “Fue lo mismo que me pregunté al comienzo también, y lo que pensé muchas veces”.

 

Un relato visceral del Sonderkommando.

Ante la certeza de que algún día sus propias cenizas también serían llevadas por la Sonderkommando a las orillas de un río, se dedicó a relatar su experiencia en el campo de concentración a través de unas cartas que sumaron 13 páginas, misma que guardó cuidadosamente al interior de una garrafa térmica y enterró en las cercanías del crematorio III en el año de 1944.

Aquella experiencia se mantuvo 36 años bajo tierra hasta que un estudiante de ingeniería forestal, por pura casualidad, descubrió los manuscritos sepultados a unos 40 centímetros de profundidad. La humedad del suelo y el paso del tiempo arruinaron buena parte del material, escrito en yidis. Cuando se encontró, apenas el 10% del contenido era legible.

Fue entonces que Pavel Polian, un historiador ruso, entró en escena. Se encontraba trabajando en una nueva edición del libro “Scrolls from the ashes”, que abordaba precisamente el tema de la Sonderkommando, y solicitó una copia de las cartas de Marcel Nadjari al archivo del Museo de Auschwitz. Sin embargo, el historiador se enfrentó a varias dificultades en la restauración de los documentos.

reconstruccion de las cartas

Mientras escuchaba una emisión de radio en Rusia, un experto en tecnologías de la información llamado Alexander Nikityaev supo de este tema y decidió ofrecer sus servicios. Empleó un análisis de imagen multiespectral, donde se analiza el objeto por la longitud de la onda magnética. De esta forma, casi todo el contenido de las cartas pudo recuperarse. Y a finales de noviembre de 1980 el texto fue traducido al inglés.

 

Una visión en primera persona del Holocausto.

Sólo 110 Sonderkommando lograron sobrevivir a Auschwitz. De estos, solamente cuatro dieron testimonio de aquella época, siendo el más completo el escrito por el judío polaco Salmen Gradowski. Sin embargo, ninguno resulta tan visceral como el de Nadjari. “Sufrimos cosas que la mente humana es incapaz de imaginar”, escribió.

marcel
Marcel Nadjari

“El crematorio es un edificio grande con una chimenea larga y 15 hornos. Abajo del jardín hay dos grandes salones. Uno es donde las personas dejan su ropa, el otro es la cámara de la muerte”, relata. “Las personas ingresan desnudas y cuando se completan tres mil individuos en el interior, la sala se cierra y el gas se libera. Tras seis o siete minutos de sufrimiento, finalmente mueren”.

“Los paquetes de gas siempre eran entregados por un vehículo de la Cruz Roja alemana con dos hombres de la SS. Arrojan el gas por unas aberturas y media hora después nuestro trabajo empieza. Llevamos los cuerpos de aquellas mujeres y niños inocentes hasta un elevador, que los conduce hasta el horno. Un ser humano termina convirtiéndose en 640 gramos de ceniza”.

hornos en Auschwitz

Contrario a sus expectativas, Nadjari salió con vida. “No me siento triste porque vaya a morir”, escribió. “Estoy triste porque no voy a tener oportunidad de vengarme como me gustaría”.

Se encontraba preso en otro campo de concentración, el Mauthausen, cuando la Segunda Guerra Mundial llegó a su fin.

Una vez concluido el conflicto, Nadjari regresó a Tesalónica, donde se casó y tuvo un hijo. Ya en 1951, cuando el niño cumple un año, se muda a Nueva York junto con su esposa Rosa. En 1957 tuvieron una hija, llamada Nelli en homenaje a su “querida hermanita”. Nadjari murió a los 53 años, en 1971, nueve años antes de que las cartas fueran encontradas, sin nunca haberlas mencionado.

12 comentarios en “El horror de Auschwitz plasmado en las cartas de un prisionero”

  1. Lo dije antes y lo repito, la historia la escriben quienes ganan las guerras.
    Si los nazis hubieran ganado la 2da GM habrian millones de historias sobre las atrocidades de los Aliados. Que esta gistoria no les quite el sueño, fue una guerra y estas cosas pasan, no todos los judios fueron inocentes y no solo los nazis hicieron cosas horribles, solo imaginen a los Aliados, hombres que pasaron mucho tiempo solos entre ellos llegando a Alemania y encontrarse con mujeres y niñas de ahí… creanme que tambien fueron vistos como monstruos. En la guerra no hay buenos ni malos.

  2. Ya nadie cree en las historias de Auschwitz o la matanza de seis miliones de judios, murieron como mucho 200,000 y ya esta, ¡era una guerra no una fiesta de Quinceañera!

    1. Los que niegan el Holocausto son una mezcla entre ateos, extremistas islámicos y testigos de Jehová. A fuerza te quieren meter el cuento de conspiración 🙄

      1. Ahi no hay nada solida para que uno se construye una conspiración, en estos últimos 70 años solo nos han dicho una parte pequeña de la historia y que pasa con el resto? porque se oye a los republicanos que perdieron la guerra civil en España pero no se oye a los de otra banda potencias del eje en la segunda guerra mundial? ya no vivimos como antes para que nos tomen el pelo, ahora si alguien quiere creer en estas chorradas y mamarrachadas típicas de los inframundo de tontos es cosa suya. hay que despertar ya.

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