La medicina es una de las disciplinas científicas que más evolucionó y se diversificó en los últimos 100 años, y con toda seguridad esto sucedió de forma más intensa en las técnicas de cirugía plástica. Nuevas técnicas quirúrgicas orientadas a la estética fueron apareciendo a medida que crecía nuestra preocupación por obtener el “cuerpo perfecto”. En nuestros días resulta un tanto difícil no conocer a alguien que haya pasado por algún tipo de intervención quirúrgica estética.
Uno de los procedimientos más populares en esta disciplina es el implante de prótesis de silicona en los senos – se estima que se trata del segundo tipo de cirugía más solicitado en el mundo entero. Pero no siempre fue así, y lo más interesante es que los orígenes de esta práctica resultan un poco escalofriantes.
La primera cirugía.
En la década de 1890, Vincenz Czerny se convirtió en uno de los pioneros en las técnicas de cirugía plástica. En 1895 llevó a cabo un procedimiento bastante inusual a una intérprete de 41 años que presentaba un tumor en el seno izquierdo.
Ante la preocupación de su apariencia física tras la remoción del tumor, le solicitó al médico que la ayudara de alguna forma. Czerny terminó descubriendo otro tumor, una formación del tamaño de una manzana ubicada en la región abdominal de la paciente y, como forma de solución al problema, retiró este último tumor y lo transfirió al seno de la paciente. Exactamente como acabas de leer, quitó un tumor del abdomen y lo “implantó” en un seno.
Por más extraña que parezca la idea en nuestros días, si consideramos la época y las técnicas empleadas por el médico, podría decirse que esta reconstrucción fue “sofisticada”. En los albores del siglo XX, la técnica de Czerny fue reproducida por médicos de varios países, y se volvió algo común que las mujeres se sometieran a cirugías para implantarse en los senos materiales como esferas de vidrio, parafina, esponjas, cartílago bovino y lana.
Idealizando el cuerpo perfecto.
Evidentemente, las consecuencias de estas prácticas fueron terribles. A medida que esta clase de cirugía se popularizaba, también lo hacían los casos de inflamación, necrosis, embolias pulmonares, problemas hepáticos, coma y, evidentemente, muerte.
Entre 1940 y 1950 el “cuerpo femenino perfecto” fue tierra fértil para toda clase de ideas, y aunque los estándares eran muy sencillos, difícilmente se encontraban en la naturaleza: cintura pequeña, senos prominentes y trasero aventajado. Marilyn Monroe se convirtió en la auténtica musa de aquella época, y su cuerpo repleto de curvas era un objetivo para muchas mujeres de ese tiempo. El interés sobre los procedimientos quirúrgicos para aumentar los senos no hacía más que crecer.
Todavía no existía una clase de prótesis considerada ideal por la generalidad de los médicos, muchos optaban por implantar diversos tipos de esponjas a sus pacientes, pero estas se pudrían en cuestión de semanas y provocaban inflamaciones graves y otros problemas de salud.
Durante la Segunda Guerra Mundial la obsesión por los senos grandes alcanzó a las niponas. En aquella época, las japonesas llegaron a inyectarse silicón industrial en los senos, siempre con la intención de adaptar su cuerpo a los estándares de belleza vigentes en los Estados Unidos. Otra vez, los resultados fueron necrosis, infecciones y muerte.
Las primeras prótesis de mama.
En 1961 se fabricó la primera prótesis de mama, y la primera en recibirla fue una perra llamada Esmeralda. Tras algunas semanas, a Esmeralda le removieron los puntos de sutura y se mostraba bien, sin ningún problema aparente.
Un año después, Timmie Jean Lindsey se convirtió en el primer ser humano en recibir un implante de silicona. En una entrevista que ofreció tras el procedimiento, confesó que jamás había ponderado la idea de aumentarse los senos y que, cuando buscó la ayuda médica, fue para remover un tatuaje de su pecho. Fue entonces que los médicos le preguntaron si deseaba someterse a un procedimiento quirúrgico.
Si aceptaba pasar por la operación, Lindsey sería “gratificada” por el equipo médico con otro procedimiento quirúrgico para sus orejas – un procedimiento que realmente le interesaba practicarse. “Cuando regresé de la anestesia, era como si un elefante se hubiera sentado sobre mi pecho pero, cuando me retiraron los curativos tras 10 días, mis senos estaban lindos. Todos los jóvenes médicos estaban de pie a mi alrededor para admirar la obra maestra”, le dijo Lindsey a la BBC.
En los últimos años de la década de 1960, las mujeres también tenían a disposición los implantes salinos, que fueron desarrollándose a lo largo de los años, para evitar rupturas y derrames.
Problemas legales y evolución de la mamoplastía de aumento.
Aunque las prótesis ya eran desarrolladas y estudiadas, no fue sino hasta el año de 1976 que la exigencia respecto a la calidad de estos dispositivos quirúrgicos empezó a tomarse en cuenta. Aún así, muchos de estos procedimientos se consideraban cuestionables, y en 1977 por primera vez en la historia una mujer ganó una demanda judicial contra un fabricante de prótesis mamarias. Su implante terminó rompiéndose, y la mujer presentó diversos problemas de salud desde entonces.
La indemnización fue por US$ 170 mil, pero el caso fue muy poco divulgado por los medios. Aún así, el número de mujeres que solicitaba indemnizaciones por rupturas y otros problemas relacionados a las prótesis no dejaba de crecer, de forma paralela aumentó la preocupación sobre este tipo de procedimiento.
En 1988 los implantes de silicona pasaron a formar parte de una categoría médica que exige, antes de implantarlos, comprobar su seguridad. Los años pasaban y, ya en 1991, todavía no había datos suficientes para comprobar que esta clase de material era totalmente seguro y no provocaba ningún perjuicio al cuerpo humano. En contraparte, los fabricantes no dejaban de recibir demandas debido a rupturas y problemas de salud.
Con el aumento de estas demandas, la recomendación de la silicona se hacía sólo en casos de extrema necesidad de reconstrucción mamaria. Una década después, nuevos implantes e investigaciones concluyeron que los implantes podían hacerse de forma segura.
Con el paso del tiempo el procedimiento fue visto como algo cada vez más usual e inofensivo. Es importante recordar que, en algunos casos, se debe hacer un cambio de prótesis tras algunos años. Todo en nombre de un busto grande.
Vivas las Shishotas
Por eso adoro la península de Yucatán, me encantan los senotes!