El sol apenas empezaba a salir en el horizonte cuando el sepulturero observó que la tierra del cementerio se movía. Sobre la superficie irrumpieron dedos cadavéricos que empujaban con fuerza los cuerpos hacia la libertad. Sucedía por todo el camposanto. Cada centímetro de tierra sobre las tumbas era removido. En cuestión de minutos aparecieron miles de muertos vivientes, muchos más de los que ese lugar albergaba. Una horda de figuras esqueléticas rodeaba al hombre.
Sin soltar la pala, el sepulturero observó en silencio aquella escena que lo horrorizaba en la misma medida que le resultaba fascinante. Estos seres tropezaban por todas partes. Se movían con premura, aunque sus decrépitos cuerpos no resultaban de mucha ayuda. En medio de gritos y gemidos, aquel tumulto empezó a concentrarse en la parte central del panteón.
Aquellas almas malditas se revelaban.
Mientras el sepulturero se disponía a emprender la retirada, una mano lo tomó por sorpresa deslizándose por el hombro. Un líquido negro y apestoso le empapó la manga. Después corrió por su brazo. En la parte posterior, un hombre (o al menos lo que quedaba de él) miraba de frente al sepulturero. El cráneo de aquel cadáver había perdido la piel desde hacía mucho, pero todavía conservaba los ojos, como si los acabaran de poner en las órbitas, a través de los cuales expresaba un profundo temor. El muerto viviente habló, y el sepulturero escuchó con atención.
“Vete”, le imploró. “Por favor, vete”.
¿Qué clase de locura es ésta?, ¿qué truco del infierno es éste? Se preguntó el sepulturero mientras ponía en movimiento la pala para derribar al cadáver. El impacto fue espectacular, seguido de un sonido seco. La figura cadavérica se desplomó. Los dedos se le torcieron y el cráneo se soltó.
De la parte posterior surgieron otros tres cadáveres. Dos ignoraron al sepulturero y se limitaron a recoger la osamenta herida del suelo. Arrastraron a su compañero lejos de ahí con toda la fuerza que lograron reunir. Lo cargaban como si se tratara de un compañero herido en batalla. El tercer cadáver, que en vida fuera una mujer, habló con el sepulturero.
Con profunda desesperación volvió a implorar: “vete. Por favor. Cuéntales”.
El sepulturero ni siquiera se podía mover. No se iría. Aquellos muertos no eran sus patrones. ¿Entonces, porque le pedían que se fuera? ¡Necesitaba respuestas!
“¿Por qué?”, preguntó. “¿Por qué han abandonado la tierra?”.
La muerta viviente no tuvo reparo alguno en contar la terrible verdad: “el infierno ya no es seguro”.
El sepulturero era incapaz de comprender esa oración. ¿Qué significado tenía? ¿Un infierno seguro? ¿Qué clase de paraíso era el lugar de sufrimiento eterno?
“¿De qué estás hablando?”.
Si la mujer hubiera sido capaz de derramar lágrimas, seguramente lo habría hecho. Sin embargo, la voz trémula resultó suficiente para transparentar sus miedos.
“Lucifer ha muerto. Él lo mató. Ya viene”.
Como el sepulturero nunca había estado en ese lugar, aquellas palabras no tenían sentido alguno. No había visto los horrores que incluso los condenados al sufrimiento eterno eran incapaces de describir. Entonces, de entre las tumbas empezaron a surgir figuras oscuras con los ojos en llamas y repletos de odio. Se desplazaban como humo por el aire y contaminaban el ambiente con un vapor sofocante. El sepulturero observó a los demonios, los siervos de Satanás encargados de infligir dolor y sufrimiento, ayudar a esas pobres almas. Comenzaron a apilarse unos encima de otros. Uno por uno, los cadáveres empezaron a formar una torre.
El sepulturero no dejaba de preguntarse qué era todo aquello.
El lamento colectivo hizo eco en las colinas circundantes. El sepulturero los observó. Desde múltiples direcciones más y más muertos vivientes se desplazaban al unísono. El encuentro infernal había dejado sin palabras al hombre. Pero el cadáver de aquella mujer lo instruyó.
“Vete. Ve con tu familia. También necesitamos de ellos”.
“Mi…», cuestionó la solicitud. “¿Mi familia?”.
“Los vivos”, especificó la muerta viviente mientras observaba al cielo. “También necesitamos de ellos para poder llegar allá”.
“¿Llegar a dónde?”.
Mientras divagaba, el cadáver de aquella mujer sollozó. Sus palabras se llenaron de urgencia.
“Los portales. Tenemos que llegar a los portales del cielo”.
El sepulturero negó con la cabeza. La súplica había quedado clara, pero sus convicciones eran muy concretas. “Lo que fue juzgado, juzgado está. Él no te aceptará, ninguno de nosotros merece su perdón”.
Aquellas palabras detuvieron a la mujer. Ella volteó, pues sólo entonces comprendió que aquel hombre no lograba asimilar la situación.
“No vamos en busca de perdón”, le dijo. “Sólo queremos advertir a los justos”.
La honestidad con que la muerta viviente exclamó aquellas palabras trasladó un peso enorme al estómago del sepulturero. No podía soportar más. La tierra bajo sus pies empezó a temblar. El sepulturero se desplomó en el lodo cuando sus rodillas no soportaron más. Y con el rostro sobre el suelo, finalmente lo escuchó.
Un grito profundo y descontrolado se hacía eco bajo la superficie. Una carcajada demencial. El sonido de millones de alas de avispas, y la fuga masiva de insectos. Se acercaba cada vez más. Subía. Mientras se mantenía inmóvil, los cadáveres se lanzaban unos sobre otros, y los demonios ayudaban a los olvidados a construir una torre para su salvación.
“¿Quién es él?”, preguntó el sepulturero. Pero los cadáveres dejaron de responder, aunque no le llevó mucho tiempo darse cuenta que no podrían hacerlo aunque quisieran. No lo sabían.
Mientras el sepulturero corría a casa, un muerto viviente exclamaba algo en voz baja. Entre aquella atmósfera vil y repugnante, las palabras se sentían aún más extrañas. Era todo lo que quedaba.
“Dios debe saber que ya viene”.
Autor: Ryan Brennaman. Traducción y adaptación al español por Marcianosmx.com
Me suena a que viene el Cthulhu junto a sus hermanos los primordiales.
De seguro ese el que viene es Black que ahora quiere impartir el plan cero humanos hasta en el infierno
Ya les cayó el Kratos
It was me, hehe
¿¿¿¿¿¡¡¡¡QUIEN VIENE!!!!!????????
La maldita «cuarta transformación» que nos va a llevar a todos al carajo…
Pues a mi si me gusto pero la verdad asi como digo una cosa digo otra y me quede con ganas de saber quien viene… espero que haya continuacion para decirle al botija q se la lea al chompiras…
Buena historia, algo superior que muertos, humanos, demonios, satanas, ángeles, dios( bueno si es que existieran todos estos), solo puede tratarse de Chuck Norris.
Se agradece mucho el creepypasta, esta excelente!!!
No me parecio tan buena. Se parece a una historia de un videojueo y parece la entrada de algun Jefe (Boss). Se basa en el miedo de sorpresa siempre de que hay un pez gordo que se come a otro pez gordo. Esa es la linea que sigue a toda la saga de Dragon Ball, siempre hay un tipo malo, mucho mas poderoso que el otro.
Acaso sera SPAWN??
EXACTO!!!! Suena mucho a SPAWN!!
Uffff que buena me quede con ganas de mas.
Buenísima la historia, espectacular