Si unos minutos de hipo ya resultan angustiantes, conoce el caso de Charles Osborne: el hombre al que el hipo le duró 68 años, de 1922 a 1990. Esta reacción anatómica es relativamente común y se produce por la contracción involuntaria del diafragma, seguida por un cierre repentino de las cuerdas vocales. Osborne es un caso especial pues, a pesar de sufrir el caso de hipo más largo en la historia, supo vivir una vida relativamente normal.
El hipo de Charles Osborne empezó en 1922, cuando ya era todo un hombre de 29 años de edad. El granjero señaló que su incómoda situación empezó un día mientras se preparaba para sacrificar un cerdo en la villa de Union, Nebraska, Estados Unidos. “Buscaba un cerdo de 150 kg para sacrificarlo”, explicó Osborne durante una entrevista para la revista People en 1982. “Lo atrapé y después me caí. En ese momento no sentí nada”.
El incidente, aparentemente insignificante, desató un ataque de hipo. Y a diferencia de la mayoría de hipos que terminan por sí solos en unos cuantos minutos, el de Osborne se extendió durante décadas. En un intento por detener su hipo, Charles Osborne consultó a diversos médicos, pero ninguno proporcionó una cura definitiva a su misteriosa condición. Y conforme pasaban los años, Osborne se resignaba a vivir una vida con hipo.
El hipo de Charles Osborne.
El hipo puede surgir por diversos motivos. Entre los más comunes encontramos el consumo de bebidas carbonatadas y comidas copiosas o muy picantes. Si tragas aire mientras masticas chicle, también te puede dar hipo. Incluso la excitación puede causarlo. Pero, ninguna de estas cosas explicaba el repentino hipo que atacó a Charles Osborne en 1922.
Aparentemente, todo tenía que ver con la pequeña caída del granjero. El extraño caso de Charles Osborne se mantuvo como un enigma para generaciones de médicos. Durante décadas visitó a diversos especialistas en busca de una solución. A mediados de 1980, el Dr. Terence Anthoney le externó un diagnóstico inusual.
Según Anthoney, la caída de Osborne provocó daños cerebrales que condujeron al ataque de hipo. “Más tarde, el médico me dijo que me rompí un vaso sanguíneo del tamaño de una cabeza de alfiler en mi cerebro”, señaló Osborne. En el artículo de People, Anthoney señaló que Osborne “destruyó una pequeña región del tronco cerebral responsable de inhibir la respuesta al hipo”.
Explicación médica.
En la actualidad, los expertos creen que este hipo interminable atiende a otros motivos. El neurocirujano Ali Seifi cree que en la caída, Osborne probablemente lastimó una costilla que terminó alterando el diafragma. Seifi también considera que pudo sufrir un derrame, pues algunos de estos ACVs pueden provocar hipos persistentes. Esta última hipótesis no está lejos de la explicación que Anthoney dio a Osborne en el pasado.
Charles Osborne intentó decenas de tratamientos para solucionar su hipo. Estuvo a punto de realizarse un procedimiento quirúrgico que podía afectar su respiración. Ningún fármaco suponía mejoría alguna, ni siquiera la terapia hormonal que por esas épocas estaba en fase experimental. Y todos los remedios caseros conocidos se mostraron inútiles. De hecho, uno de sus amigos disparó una escopeta atrás de Osborne en un intento por asustarlo.
Aunque temporalmente, una sola vez lograron detener el hipo de Osborne. Durante un tratamiento en la Clínica Mayo, un médico le suministro altas dosis de monóxido de carbono y el hipo de Charles Osborne cesó. Finalmente encontraron un abordaje que daba resultados, el único inconveniente es que el hombre no podría sobrevivir con este gas tóxico.
Viajó hasta Alaska en busca de una respuesta para su mal. Y todos esos años consultando especialistas terminaron hartándolo y renunció a encontrar un tratamiento médico. Entonces, el granjero simplemente aprendió a vivir con hipo. Por supuesto, también renunció a los remedios caseros que no dejaban de sugerirle todo el tiempo.
Charles Osborne y la vida con hipo persistente.
Después que la prensa retomó la historia de Charles Osborne, recibió miles de cartas. Remitentes de todas partes de los Estados Unidos le sugerían desde masajearse los dedos, hasta aplicar presión en la barbilla. Obviamente, nada dio resultado.
Los médicos le explicaron que el característico sonido del hipo no surge del diafragma. De hecho, emanaba de sus cuerdas vocales que se cerraban entre los reflejos. Tras años de sufrimiento, Osborne aprendió a eliminar el ruido respirando entre hipos. Kevern Koskovich, que se hizo amigo de Osborne en la última etapa de su vida, dijo: “hundía el pecho varias veces por minuto. Era evidente que tenía hipo, pero no hacía ruido alguno. Solo exhalaba, es la mejor forma de describirlo”.
Aunque el hipo parezca inofensivo, cuando se convierte en un reflejo persistente puede causar problemas de salud mental, fatiga y pérdida de peso. Charles Osborne sufrió todo esto durante 68 años. Eventualmente, el hipo le impidió la deglución de alimentos y durante años tuvo que licuar todo lo que entraba a su boca. Su comida favorita era un licuado de leche, pollo, caldo y salsa que acompañaba con algunas cervezas.
Algunos estiman que este hombre hizo “¡hip!” más de 500 millones de veces entre los 29 y 96 años de edad. Pero, en junio de 1990 el hipo de Charles Osborne se detuvo sorpresivamente. Aproximadamente un año después, Osborne murió de causa naturales. Afortunadamente, pasó sus últimos meses de vida sin el hipo que lo atormentó la mayor parte de su existencia.